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Bambino Veira, personaje de Buenos Aires


(fragmento del Capítulo 11 en el cual narra los días posteriores al 17/09/92 en donde recupera la libertad)

Pasó menos de un año aferrado a la vida sólo por los afectos. La familia, los amigos y la certeza de que lo que no llega a matar, fortalece. El abrazo interminable con Carlos Gatti no se detuvo nunca. Siempre estuvieron ligados y, naturalmente, cara a cara buscaban retazos de energía y coraje para seguir adelante.

- Me comí un garrón, Carlitos. Me embocaron.

- Hay que seguir Bambi, no te podés caer.

- Ya lo sé, pero pasé por un momento muy duro. Muy especial, muy doloroso. Me ayudó mucho mi conciencia, mi fe. Y, por supuesto, mi familia, mis amigos y la gente que siempre me quiso. Yo intuyo que el hincha de fútbol me va a apoyar.

- No tengas dudas.

- Solamente mi conciencia me hizo seguir adelante. Yo tenía la gran tranquilidad de que era inocente de todo lo que se me acusaba. Y eso me ayudó a salir. Era mi tranquilidad mental. Sabía que en algún momento todo ese flagelo se iba a terminar.

- Y decís bien… Tu mundo se había reducido al pabellón VIP, una cuadra con las camas una al lado de la otra, un solo baño para diez personas, un televisor viejo, una heladera, un teléfono público, una mesa de ping pong y cuatro livings con una mesa y cuatro sillas para recibir familiares y amigos. ¡Eso lo usaste mucho vos porque no pararon de visitarte!

- Tenés razón ¡Cuánto me ayudaron! Cuánto y cuántos. La lista es interminable. Todos los amigos del barrio, obviamente, más Carlos Veglio, Toscano Rendo, Victorio Cocco, Víctor Hugo Morales, el loco Gatti, Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Roberto Rimoldi Fraga, que se puso a cantar, ¡y muchos más!.. Y el gran Joan Manuel Serrat, claro.

- Todos se portaron muy bien. Lo de Serrat fue impresionante.

- Un fuera de serie. No sé si te conté alguna vez como fue que te ubicó. Vino a cantar a Argentina y me llamó por teléfono a mi trabajo. Me empezó a hablar y yo pensé que era alguien que me estaba cargando, pero no, me citó en el Hotel Panamericano y me explicó que quería verte. Él consideraba que tenía que obrar con vos del mismo modo que lo hiciste en Guatemala, cuando lo recibiste en tu casa. Teníamos una relación linda desde que en 1969 presentó “Tu nombre me sabe a hierba” en San Lorenzo y nos vimos al salir de un entrenamiento.
Ahora se bancó toda la fila como uno más y eso que los guardias le ofrecieron pasar de largo. Esperó pacientemente y después estuvo como cinco horas con vos. ¡Un domingo a la mañana, después de un show y antes del siguiente! Yo no me olvido nunca más de eso. No me va a alcanzar todo el tiempo del mundo para agradecerle.


- El mejor agradecimiento es que estés entero.

- Estoy entero. No me quebraron. Para mí esto fue un accidente de vida. Me la tuve que bancar. Tuve que poner el pecho y salir adelante. A mí me tocó eso. Tuve la suerte, la fortuna de que no me quemaron la mente, que no lograron quebrarla. Yo estaba fuerte y mi fuerza crecía día a día porque yo sabía cuál era la verdad. En el pabellón de Villa Devoto leí mucho la Biblia y eso me ayudó bastante. Me tranquilizó. Recuerdo los salmos 27 y 70. Fueron los que más me reconfortaron, sobre todo el primero: “Cuando se juntaron contra mí los malignos para comer mis carnes, ellos mismo, mis adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron”.

- ¿Qué vas a hacer ahora? No tenés que esconderte.

- ¡Noooo! ¿Por qué? Mirá, cuando abandoné el pabellón me sentí totalmente liberado. Voy a hacer una vida normal, como la que había hecho antes de ingresar en la cárcel. No tengo por qué esconderme.

- Así te quiero escuchar.

- Así va a ser. Tengo dos opciones: vengarme de todos o dedicarme a mi familia. Sonia, mi mujer, y mi papá Víctor me aconsejaron bien. Voy a optar por la segunda. Vuelta de página y a continuar.

- Tenés razón. Vamos ya mismo a sacarte la duda sobre cómo te va a recibir la gente. Vamos a caminar por la calle.

-¿Te parece? ¿Ahora?

- Ahora, levantate. Es plata o mierda. Vamos a la calle Florida.

Llegaron a la peatonal y divisaron a una veintena de alumnos que paseaban de excursión. Antes de que cualquier otra persona se les acercara, la maestra apuró el paso y les solicitó permiso tímidamente para que se tomaran fotografías. Rieron durante varios minutos y, ya completamente distendidos por la prueba superada, volvieron al bar a encontrarse con la barra de amigos. A poco de entrar, el Bambino miró fijamente a Carlos y le aseguró: “Estoy de vuelta, gracias por todo”. Cuarenta días después, San Lorenzo lo citó otra vez.

La otra versión, no menos confusa, viene de Malenna (ex Sebastián) Candelmo. Ocurrió el 17 de Octubre de 1987 en el departamento que entonces Héctor Veira tenía en el barrio de Caballito. Por miedo, por vergüenza y también por ser menor de edad, Sebastián Candelmo, el chico de 13 años que acusó al ex técnico de Boca y San Lorenzo de haber sido abusado, permaneció en silencio. Hace unos años, a sus 27, Malenna, como Sebastián se hace llamar, apareció “Aunque recuerdo todo, trato de no revivirlo porque me hace mal”, adelantó ante las cámaras de “Intrusos”. Se negó a dar detalles. “No sé si Veira usaba slip, me acuerdo del pantalón marrón que llevaba y que peló el coso -dijo y pidió que no lo obliguen a dar precisiones-. Pasó lo que puede pasar en una cama”, resumió. Fue mi primer hombre”.

Según Candelmo todo empezó con un pedido de autógrafo. Viajaba con su padre en auto cuando vio al Bambino en la calle: “Ese día mi padre lo reconoció y yo le pedí un papel para solicitarle un autógrafo”. Sebastián estaba con un amigo -explicó- y los dos se bajaron del coche y se acercaron para pedirle su firma. “Me dijo que la birome no funcionaba, y me invitó a subir al departamento”. Candelmo cuenta que subió solo por pedido del Bambino. Como no había lugar en la cuadra para estacionar su padre quedó dando unas vueltas a la manzana y al volver vio que su hijo no estaba. Una vez en el departamento Sebastián pidió permiso para ir al baño. “Cuando salí él me estaba esperando en la habitación”.

Candelmo reconoce que “él sabía que tenía una tendencia homosexual” y que tenía miedo “de la homosexualidad, porque si eras travesti en ese entonces te pegaban o te mataban”. Comentó que así se lo hizo saber a Veira. “Tuve miedo y yo se lo planteé”, dijo: “Fue mi primer hombre. Por eso es que siento que Veira es culpable de mi homosexualidad, aunque no de mi travestismo”. Y negó que todo haya sido “una cama” para sacarle plata a Veira. “Cuando sucedió este hecho vivíamos en Martínez -se defendió explicando que entonces gozaban de un buen pasar-. Después mi familia cayó en bancarrota por lo que tuvimos que pagar en abogados”. Se gastó todo, “el Bambino” también perdió.

El escándalo lo obligó a dejar el fútbol y después de tres años de acusaciones y desmentidas, pagó con 11 meses de cárcel en Devoto. Veira quedó en libertad en 1992, pero el caso siguió con una demanda por daños morales que se resolvió a favor de la familia Candelmo en 1998. Veira debió pagar una indemnización de 110.000 dólares más intereses -$ 145 mil- y sufrió el embargo del 90% de sus bienes y el 20% ciento de su sueldo en San Lorenzo que lo llevaron casi a la quiebra.

¿Qué hizo Candelmo con la plata que cobró? La gastó en menos de un año. Compró una oficina para su padre, la casa donde vive con su mamá y otra casa en Mar del Plata a donde se fue a vivir un año para escapar de su vida. “Mi apellido es una cruz. Mis amigos se borraron. A los 16 años me escupían y pegaban. Fui discriminado en el colegio y en el barrio. Aunque nos mudábamos seguido, la gente se enteraba, y siempre era conocido como el chico del caso Veira…”, dijo.

La depresión que vivió desde los 16 lo hizo cambiar de hábitos. “La droga fue un escape, empecé a consumir cocaína a los 17 y dejé a los 22, porque siempre que consumía me los imaginaba a mis viejos llorar”.

En ese lapso estuvo varias veces muy cerca de la muerte. “Me internaron en el Ramos Mejía y me hicieron un lavaje de estómago porque había tomado un montón de pastillas”. No fue una casualidad, dice que varias veces más intentó acabar con su vida. “Quise suicidarme otras veces, me corté las venas a los 16 y, también, a los 18″. Dijo haber terminado con “tanta locura”. Pero ni la plata cobrada, ni el cambio de imagen -“me hice las lolas el 8 de Mayo de este año” (2000)-, cuenta le dieron tranquilidad. Con las operaciones de cola y de nariz (con la que dijo a Foco no haber quedado satisfecha), los peeling faciales, la plata se acabó rápido y Sebastián se volcó a una nueva vida.

Adoptó el nombre de Malenna por una película que había visto, y que trata de una chica que es violada, y abrió un sitio web para mostrarse. Un amigo la convenció de sacarse fotos desnuda, cuenta a Foco. “Para poder trabajar publiqué mis fotos en Internet con el nombre de Malenna Candelmo. Usé mi apellido porque sé que muchos van a buscarme para decir: ´A ver qué se siente hacerlo con el chico del caso Veira”.

Debutó unas semanas después y fue una situación traumática: “Con el primer tipo que tuve relaciones estaba en pedo, tomé tres whiskies, y cuando estaba un poco mareada subimos al hotel alojamiento. Una hora después volví a casa corriendo. Subí las escaleras, me encerré en mi cuarto y me puse a llorar” -cuenta angustiado-. Aunque jura que sus padres la apoyan, cuenta que vio la vergüenza en la cara de su padre cuando se lo confesó, y que su mamá Nélida sufre un ataque de nervios desde que salió la nota de Intrusos. Sentido dolor Pero hay quienes dicen que su dolor no es genuino.

Yanina Veira, la hija del Bambino, desliza que en la homosexualidad de Candelmo está la prueba de la inocencia de su padre. “Él lo acusó de violación y ahora aparece siendo un tremendo travesti. Yo también tuve que cambiarme de ocho colegios porque mi vida era un caos, y ahora tengo que remontar todo ese pasado”.

Lidia Pepe, la primera esposa de Veira, también acusa a Candelmo: “Su condición venía de nacimiento y ahora dice que el caso del Bambino lo arruinó, que tuvo que hacer la calle y en un año se gastó la plata. Yo sabía que lo habían echado del colegio por amanerado. Además ellos vivían en una pocilga y ahora tienen dúplex”.

Malenna se defiende y mostró a Foco su casa sin lujos, donde vive con su madre, su perra Luna y su gato Chatrán. En su cuarto se ven algunas de sus fotos. Todas son de la infancia, antes del escándalo con Veira, antes de que se reconociera como “travesti”, condición de la que está orgullosa (sueña con llegar a ser como Florencia de la Vega).

Además, está repleto de imágenes de Jesús y la Virgen. “Dios es fundamental” dijo su mamá, y Malenna reza para poder mitigar su dolor. “Odiar, no odio a nadie, pero si me cruzase con el Bambino Veira le diría: ‘¡Cómo me cagaste la vida!´”.

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