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Así se fabrica la pelota del Mundial 2010

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Al futuro Viejo Gasómetro (Ernesto Pierro - Argentina)


La cancha tenía platea de pibes
con unos asientos pintados de azul;
a nuestras espaldas, un alto alambrado,
mi viejo mirando y la multitud.

Los ojos buscaban después adelante
el otro alambrado, tras el cual creciò
la leyenda santa de un fútbol sagrado
que un cura de barrio al mundo brindó.

Tras ese alambrado del sueño más puro,
el césped, los arcos, las líneas de cal,
y el túnel de donde surgían los héroes
buscando la historia de sesgo inmortal.

La Voz del Estadio traía del cielo
la Marcha sagrada, el canto de amor;
aquella que hablaba del club más querido
que siempre había sido glorioso campeón.

El Alumni, allá enfrente, era incomprensible:
¿qué sería X?, que sería O?
No es O, sino cero, pronto corregía
un pibe de apenas año más que yo.

Carrillo lucía su buzo amarillo,
y en negro enfundado se acercaba el juez
con un ayudante como él ataviado
y entre ambos palpaban la deseada red.

De pronto un murmullo crecía incesante:
la cinco rodaba… ¡Vamos "El Ciclón"!
Mi viejo seguía tras el alambrado
mirando el partido con mi corazón.

¡Pasámela Higinio! -gritaba Facundo-,
en tanto ya "El Nene" picaba hacia el gol.
Un nuevo triunfo llegaba en la tarde
y un mar de pañuelos saludándolo.

Al irse ya todos, vivir la aventura
de subir tablones de a uno, de a dos
mirar Avda. La Plata de arriba…
ver pasar la vida desde el escalón.

Bajo los tablones nacía otro cielo
con la misma honra, con igual honor
por aquel pasillo todo embaldosado
seguía el camino del más ganador:
el hockey, el tenis, natación o tiro
-algunos ejemplos de orgullo sin fin-;
Catedral de básquet, de box y atletismo
que vio aquel gigante salón San Martín.

De un lado la escuela, de otro lado el cine,
y unos Carnavales para no creer;
ajedrez, folklore, y una biblioteca
que solo el más grande podía tener.

Patín, yudo, pesas, en todo campeones,
y en cuanto a pasiones ninguno mejor;
ninguno que luzca más lindos colores
ni hinchada que ame con tan fiel amor.

Volverán las tardes aquellas, te juro,
Gasómetro hermano, aunque yo no esté.
Será en Avda. La Plata, tu calle,
tu barrio Boedo te verá volver.

Se oirá más fuerte que nunca ese grito
de “¡Ciclón!” bajando de la multitud.
Y tendrá la cancha platea de pibes
y asientos pintados de color azul.

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¿Qué características debe tener un técnico ideal?

Saber escoger los jugadores, saber claramente qué es lo que quiere con ese grupo y que ese grupo entienda perfectamente qué es lo que quiere el técnico. Tiene que haber una comunión perfecta. Que el grupo entienda el mensaje.

¿Con qué técnico del mundo se identifica?

Ferguson. Me encanta la forma como dirige sus equipos, como para los equipos en la cancha. Un referente mío para ser entrenador fue Carlos Salvador Bilardo, un hombre campeón del mundo, un hombre trabajador, un hombre honesto. Un hombre que vino a Colombia y enseñó muchísimo.

¿Qué es lo que más recuerda de Bilardo?

Lo que más recuerdo del 'Profe' es que vino y nos demostró que había un gran material humano, que tenía una gran condición en el jugador colombiano, pero faltaba acondicionar esa gran condición a la exigencia, a la concentración, al trabajo mañana y tarde, al profesionalismo, al respeto por una camiseta, por una institución. Cinco o seis años después tenemos la fortuna de jugar el Mundial del 90 con jugadores y técnicos de Bilardo. Las clasificaciones al Mundial del 90, 94 y 98 son el fiel reflejo del paso de Bilardo y Zubeldía y ahí es un punto de partida del fútbol colombiano, ahí el fútbol colombiano se parte en dos. Antes de Bilardo y Zubeldía y después de Bilardo y Zubeldía.

(FERNANDO “El Pecoso” CASTRO, ex jugador y entrenador colombiano en el portal “Fútbolred”)

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Quejarse de que el fútbol sea aburrido es como quejarse de que Rey Lear tenga un final tan triste: es no haber entendido nada.
El fútbol es un universo alternativo, tan serio y tan estresante como el trabajo, con las mismas preocupaciones, esperanzas y desilusiones. Yo voy al fútbol por muchas razones, pero no voy buscando entretenimiento.


(NICK HORNBY, en su libro “Fiebre en las gradas” -1992-)

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Habíamos preparado el partido para ganar 5-0; lamentablemente ese gol nos perjudicó.

(HUGO SÁNCHEZ, entrenador de la selección mexicana Sub-23, el 16 de Marzo de 2008, tras la victoria ante Haití por 5 a 1, con lo que se quedó a un gol de clasificar a los Juegos Olímpicos de Pekín)

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"Aldo Pedro: el jugador hincha" (Roberto Fontanarrosa - Argentina)


-Aldo, he descubierto que te amo.

Aldo Pedro cesó de untarse sus melancólicos bigotes con bálsamo Sloan y miró a lo lejos, como pensando.

-Ahora todos me quieren -musitó, ausente, mientras sorbía un sobrio trago de aceite verde.

-No, no -insistió aquella voluptuosa mujer-, yo siempre te he querido, siempre.

Aldo Pedro echó hacia atrás la pluma que tornaba su sombrero de ala ancha y sacudió su melena de novio en el recuerdo. Rememoraba, tal vez, los insultos, rememoraba, quizás, las amenazas, las ofensas.

-No es cierto -silabeó nuevamente.

-Siempre, siempre -porfió la mujer, retorciendo con desesperación su ceñida blusa azul y oro-; yo nunca te protesté, ni te odié, ni pedí a Dios que te agarrara un cáncer, ni pedí a los rivales que te quebraran en cuatro, ni prometí no volver a la cancha hasta que te echaran a patadas del club, ni me amargué porque no te hiciste mierda con el auto en el bulevar Rondó...

Aldo Pedro entrecerró sus pequeños ojos tornasolados, avezados en la búsqueda del intersticio esquivo, baqueanos en medir la distancia milimétrica del pase a Ramoncito, aguzador en la pesquisa constante de localizar espacios vacíos, o bien en detectar al 'Chango' Gramajo, hábilmente oculto tras sus marcadores.

-Mentira, vos me odiabas, me odiabas como todos...

-No, no... te juro... nadie te odiaba, eran unos pocos apátridas, eran infiltrados en la hinchada, todos te quisimos siempre, te amamos siempre...

Aldo Pedro acomodó su capa, su espada cantora y pareció escuchar. De lejos llegaba un coro celestial de querubines entonando el Opus 9, tocatta y fuga "Gol del Aldo". Recordaba, quizás, aquel remoto equipo de tercera, el de Pignani, el de Palma, y tantos otros que habían sido devorados por el túnel del tiempo, o de los vestuarios.

-Mentira... todos me odiaban...

-No digas eso, Aldo.

La mujer entrelazó sus dedos expertos en lanzar confetti, globos, preservativos inflados y rompeportones, en los revueltos cabellos del Aldo. Sobre aquella cabeza legendaria, sobre ese endemoniado rulo izquierdo que volara un día, certero y cruel como un águila vengadora, hacia una pelota rauda, coqueta, ese endemoniado parietal izquierdo que golpeara el fútbol disparado desde la derecha y lo pusiera lejos, inesperado y seco, de la mano inmóvil de Fenoy, del griterío canalla del Monumental.

-Es que has recorrido un largo camino muchacho -aventuró aquella mujer-; has cambiado mucho, ahora juegas para todos, corres, te prodigas...

Aldo Pedro meneó apenas la cabeza. Recordaba, quizás, cuando don Miguel lo mandaba al muere, a buscar contra los laterales los pelotazos de los volantes, a dominar la pelota de alto, de espaldas al arco, con los dos marcadores centrales que le reventaban los riñones a rodillazos, que lo amasijaban contra la raya, cuando debía evitar el anticipo, dominar el fútbol y esperar que Gennoni no se estrellara contra un palo picando en diagonal hacia el centro, o el Oreja no le pidiera la pelota entre una manifestación de defensores; cuando después de todo eso, hecha la pausa que refresca, metido el toque justo, debía salir picando hacia el arco, hacia el gol, porque él era el número nueve, porque llevaba el número nueve en la espalda como una condena y los números nueve deben estar ahí, adelante carajo, que así jugaban Cagnotti, Potro, Guzmán, y no como este malnacido de Poy, que ojalá le dé un síncope en el medio de la cancha; cuando lo odiaban...

-Mentira... -el último romántico se ajustó con morosa lentitud el suspensor-. Yo sé que ahora vendrán caras extrañas. Yo siempre me brindé, nunca pudieron decir de mí, como de otros talentosos, que jugaba cuando quería, ni que era cagón, ni que no quería la camiseta; sin embargo me odiaban, salvo un pequeño grupo al que miraban como descastados, como leprosos... no... como leprosos no, como apestados.

-No es cierto, no es cierto -la mujer sollozaba doblada sobre el bombo-, eres amado, eres el gran ídolo viviente de Rosario, eres hermoso, no morirás nunca, y cuando mueras, en los partidos contra Ñul te sacaremos como al Cid, embalsamado, con la azul y oro, para que tiemblen las huestes del Parque...

Aldo Pedro volvió a mirar hacia el horizonte, apartó con deliberado cariño a la mujer y sonrió apenas. El vaivén de su melena en los hombros eran las palmadas de un viejo amigo. Miró hacia ambos lados, como esperando el anticipo, y finalmente picó raudo. El centro podía llegar en cualquier momento.

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El puesto de arquero es muchas veces muy ingrato. En la soledad de los tres palos, se viven procesos inversos, mientras muchas veces los compañeros se abrazan con un gol, el arquero lo grita en soledad. Cuando se hace una atajada monumental, muchas veces la jugada continúa y a lo más se escucha un “vamos”, “excelente” y nada más. Pero es parte del oficio de ser arquero.
Carlos Fenoy fue un caso inusual en su época, su carrera transitó entre Newell’s Old Boys de Rosario, Vélez Sarsfield y Huracán, hasta que da el salto a España, más precisamente al Celta de Vigo para disputar la temporada 1976-1977.
En aquellos años, que un arquero pateara un penal era algo muy extraño, pero Carlos Fenoy se tenía fe y ya en la tercera fecha logra batir a Luis Arconada de la Real Sociedad, dando inicio a un verdadero ritual donde diversos arqueros de la Liga Española deben sufrir su eficacia en el punto penal: Esteban del Elche, Daniel Carnevali del club Las Palmas, Miguel Ángel del Real Madrid y nuevamente Carnevali, esta vez en el estadio insular. A excepción hecha de ese último partido ante Las Palmas, en las anteriores cuatro ocasiones, sus goles dieron la victoria al Celta.
Lamentablemente, los goles de Fenoy no pudieron evitar lo inevitable, el descenso del Celta de Vigo a la Segunda División producto de la mala campaña. Pasaron los años y Fenoy se retiró jugando en el Valladolid en 1988, pero inolvidable resultó su primer año, donde sentó un precedente para futuros arqueros goleadores.
Carlos Alberto Fenoy Muguerza, nació en Buenos Aires el 15 de Octubre de 1948.
Trayectoria profesional:
* 1970-1972: Newell’s Old Boys
* 1973-1975: Vélez Sarsfield
* 1976: Huracán
* 1976-1980: Celta de Vigo
* 1980-1988: Real Valladolid

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Cuando un equipo anda bien, no anda mal; y viceversa.

(MARIANO PUYOL, ex futbolista chileno, considerado uno de los máximos ídolos de Universidad de Chile de todos los tiempos, haciendo gala en 1985 de una inusitada filosofía socrática)

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El fútbol de los años 30 no admitía pases para atrás; la pelota iba siempre en dirección del gol. No andábamos dando vueltas por el campo, recibíamos el balón siempre de frente para el gol.

(ERNESTO MASCHERONI, Campeón Mundial 1930 con la selección uruguaya de fútbol, en entrevista publicada en el periódico brasileño "Jornal da Tarde", 29 de Mayo de 1978)

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Ivan Haramija (Croacia)

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La recordada pelea Sanfilippo-Goycochea

El domingo 5 de Septiembre del año 1993, en el Estadio "Monumental", Argentina jugaba contra Colombia un partido por las eliminatorias del Mundial de EEUU 1994. El resultado de aquel partido es por todos recordado... Argentina 0 - Colombia 5.
Dos días más tarde, en el programa "Tiempo Nuevo", conducido por Bernardo Neustadt se producía un inolvidable episodio... José Sanfilippo, recordado goleador argentino, criticaba a un sorprendido Goycochea.
Carlos Salvador Bilardo, viendo lo acontecido por televisión, se dirigió a los estudios de TELEFE e ingresó al programa con el fin de defender al arquero...

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En el libro escrito por Daniel Roncoli, "Canilleras en el alma", se relata un hecho singular, con argentinos en un país árabe: "Gabriel Humberto Calderón (en la imagen) tenía una consigna compleja -dice Roncoli-. Nada parecía ser abismal para un hombre que cruzó de vereda para jugar de Racing a Independiente sin que le pusieran precio a sus piernas, pero este desafío planteaba complejidades. Había asumido como técnico de la Selección de Arabia Saudita y a la dificultad que le provocaba para el trabajo la religión -la conflictiva posibilidad de organizar turnos de entrenamiento por las horas de rezo- se sumaba el desconocimiento del medio y del idioma. Con su ayudante e intérprete, Eduardo Anzarda, comenzaron a ver partido por partido del certamen local para escoger a los integrantes para la primera convocatoria.
En uno de esos encuentros, en que 'Caldera' y el 'Chavo' se complementaban para en un listado ir volcando datos, Anzarda descubrió que uno de los equipos tenía diez hombres. Le pareció extraño, creyó estar equivocado. El juego se puso en marcha y repitió la cuenta. Otra vez le daba diez. Le comentó el episodio al técnico principal y a éste, el conteo siguió arrojándole diez hombres.
Lo que más curiosidad les despertaba es que en el banco del equipo disminuido se encontraba la nómina habitual de suplentes. Volvieron a contar a cuatro ojos y a cuatro manos y les seguía faltando uno. Ya enloquecidos por el disparatado ejercicio contable, apelaron al traductor que no parecía muy entusiasmado con el deporte. ¿Estarían observando visiones?, ¿Todo se trataría de un espejismo? El árabe saudí les indicó que tras la zona de bancos había un sillón de peluquero, donde podía percibirse a un hombre rasurando a otro.
Aquí no se puede jugar con pelo largo, la figura de este equipo pretendió entrar al campo con el cabello un poquito más extenso de lo estipulado y las autoridades lo mandaron a pelarse.
Es una situación que está contemplada, siempre hay peluquero y elementos por si esto sucede. Hasta que no estuvo acondicionado el look del desobediente de acuerdo a lo permitido, uno de los clubes se desempeñó con uno menos.
Podían haber incluido a un reemplazo, pero por tratarse de una de las estrellas del conjunto, lo esperaron".

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Brasil nunca puede faltar a un Mundial, ni Paraguay ir a dos consecutivos.

(JOSÉ LUIS CHILAVERT, ex futbolista paraguayo)

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Periodista: ¿Qué tipo de mujer te gusta?

Houseman: La que tengo: Olga, mi esposa.

P: ¿Y sacando a tu esposa?

H: Jessica, mi hija.

P: ¿Y sacando a la familia?

H: TODAS!

(RENÉ HOUSEMAN, ex futbolista argentino, en revista "El Gráfico" -2005-)

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El gol es un relato imaginario


Una costumbre argentina, la de escuchar fútbol por la radio, cumplió recientemente 80 años sin que nadie se diera cuenta. En 1924, coincidiendo con el partido en que Cesáreo Onzari convirtió el primer gol de córner de todos los tiempos y el seleccionado argentino le ganó por 2 a 1 a Uruguay en la vieja cancha de Sportivo Barracas, por LOR Radio Argentina, Horacio Martínez Seeber, un inquieto radioaficionado interesado también por el periodismo, y Atilio Casime, jefe de Deportes del mítico diario “Crítica”, transmitían el primer partido de la historia (en la imagen, antes del comienzo del encuentro); sin saberlo, ataban un lazo emotivo que, a lo largo de ocho décadas, viene uniendo la máxima pasión nacional con varias generaciones de hinchas.

El choque entre Argentina y Uruguay, que estrenaba el título olímpico ganado poco antes en el Estadio de Colombes (Francia), se disputó un 2 de Octubre, aunque debió haberse jugado poco antes, el domingo 28 de Septiembre. Pero la multitud desbordó las tribunas del estadio y el partido se suspendió a los cuatro minutos del primer tiempo. Radio Argentina, la emisora pionera de la radiotelefonía nacional que había iniciado sus emisiones en 1920, narró los tumultos e incidentes en las voces de Martínez Seeber y Casime. Y decidió retornar a la cancha el jueves 2 de Octubre para contar los 86 minutos restantes.

No se trató de un relato clásico, del tipo de los que en hoy en día se escuchan, sino de una simple descripción de las incidencias del juego. Martínez Seeber, un profundo conocedor de los aspectos técnicos de la radiotelefonía, tenía la licencia oficial de radioaficionado número 1, otorgada por el Ministerio de Marina y, esa tarde, hizo a la vez de relator, comentarista y técnico. Instaló tres micrófonos en el puesto al borde del campo de juego: uno para él, otro para Casime, y el tercero de ambiente para registrar el enorme bullicio del partido internacional.

El primer relato íntegro data de 1927 y se lo atribuyó a sí mismo Tito Martínez Delbox, quien dijo haber narrado para Radio Nacional (hoy Radio Belgrano) el partido entre Sportivo Barracas y Estudiantil Porteño por el campeonato de la Asociación Amateurs Argentina, utilizando un teléfono candelero y con don Jaime Yankelevich, el dueño de la emisora, como técnico operador. Allí dio comienzo una historia que reconoce cuatro nombres sobre los que no hay dudas: cada uno con lo suyo y en el orden que se prefiera, Lalo Pelliciari, Fioravanti, José María Muñoz y Víctor Hugo Morales han sido los más grandes, los relatores que marcaron su tiempo.

Lalo Pelliciari vino de Uruguay en 1935 y relató en Rivadavia, Stentor y Mitre, de la que llegó a ser su dueño. Son muy escasas las grabaciones existentes que pueden dar cuenta de su estilo. Pero quienes lo recuerdan destacan su teatralidad. “Inventaba los partidos, los adornaba”, opinó de él Fioravanti, su comentarista en la ya desaparecida Radio Stentor. Era desprejuiciado, informal, espontáneo, claro y veloz en la descripción de las jugadas. “Vamos muchachos, vamos”, gritaba cuando el partido no tenía el ritmo que él pretendía para hacer ameno su relato. Y cuando veía a un jugador bien ubicado, lo resaltaba diciendo, por ejemplo, “me gusta la posición de Moreno” (o de Sarlanga, o de quien fuera).

Sin embargo, para los mayores, no hubo ni habrá nadie como Fioravanti. Joaquín Carballo Serantes (tal era su nombre completo) fue el creador de la transmisión tal cual se la conoce ahora, el primero en todo. Relató desde una cabina ubicada en lo más alto del estadio y no desde el borde del campo o en la platea para evitar que se cuelen los insultos de los espectadores. Creó las conexiones para tener al instante todo lo que sucedía en las otras canchas.

Tuvo durante años un auspiciante único (cigarrillos Caravana, Bodegas y Viñedos Giol) para que las largas tandas y las voces de sus locutores comerciales no consumieran los mejores momentos de los partidos. Y al final de sus programas resumía la jornada con una vibrante síntesis que remataba con la repetición del relato de los goles. "Más que un relator, soy un narrador", acostumbraba a definirse a sí mismo Fioravanti. Y era tal cual: posaba su voz sobre el partido, acompañando las acciones y subrayaba los momentos de mayor emoción, con un lenguaje pulcro, tan elegante que enriquecía el vocabulario de quienes lo escuchaban. Los lunes, en las escuelas, los chicos les preguntaban a sus maestros el significado de tal o cual palabra porque el domingo la habían escuchado de su boca. Fioravanti fue el número uno, el más popular en los ’40 por Radio Splendid y en los ’50 por El Mundo. En los ’60 debió adaptar su estilo ante la aparición de Muñoz en el aire de Radio Rivadavia. Tuvo que hacerse más enfático sin perder buen gusto y lo consiguió hasta su retiro en 1972, 31 años después de su debut.

Muñoz elevaba la voz, gritaba, dejaba que la emoción lo desbordase y se derramase sobre sus oyentes. Antonio Carrizo no duda cada vez que habla de él: “Fue el personaje más importante de la radiofonía argentina”. Jorge Fontana, su locutor comercial en los ’60, llegó a decir: “Muñoz es al periodismo deportivo y a la radio lo que Troilo es al tango”. En verdad, Muñoz fue un obsesivo de la producción que trabajaba de lunes a lunes, llegaba antes que ninguno a la radio de Arenales y Pueyrredón, y se iba después que todos. Aprovechó la explosión de las comunicaciones de los ’60 y unió al país y al mundo con sus conexiones, Fragata Libertad y Base Marambio inclusive.

“El Relator de América” supuso que hacía patria con sus relatos. Y eso explica su inveterado oficialismo con militares, peronistas y radicales, su periodismo alambicado y meloso, acrítico con el poder y los poderosos de turno. Apoyó sin reservas el Mundial ’78, mandó a la gente que celebraba el título juvenil del ’79 a manifestar en contra de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y movilizó en 1982 a favor de la aventura en Malvinas, porque entendía que era lo mejor para el país. Siempre quedará la duda de si calló cosas durante la dictadura porque estaba demasiado bien informado o porque no sabía la verdad de lo que estaba sucediendo.

El 12 de Febrero de 1992 condujo desde la cama de un sanatorio una previa de dos horas del clásico Boca-River. Dos días después falleció. Sin ser un relator extraordinario, pegándole a menudo a la palabra de al lado, Muñoz revolucionó a la radio.

El hoy es de Víctor Hugo Morales. El uruguayo lleva 23 años de labor ininterrumpida en la Argentina y es, para muchos, el más grande relator de habla hispana de la actualidad y de todos los tiempos. Su relato del segundo gol de Maradona a los ingleses en 1986 ya le ha asegurado un lugar en la historia que él se encarga de defender, partido a partido, con su voz extraordinaria y su talento único. Le tocan tiempos ingratos: la televisión le pelea espacios a la radio, las empresas no invierten en sus transmisiones y hoy ya no se asocian como antes los grandes acontecimientos deportivos con las voces enronquecidas de los narradores.

Sin embargo, después de ochenta años, la magia no se extingue. La radio no puede estar sin el fútbol. El fútbol, tampoco sin la radio.

(artículo de Daniel Guiñazú publicado en el diario “Página 12” del lunes 29 de noviembre de 2004)

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Dado tu cariño con la Argentina, ¿cómo cree que le irá en el Mundial?

-Viví en Buenos Aires entre los tres y los diez años y cultivé en ese tiempo la atracción y pasión por el fútbol argentino. No apostaría un peso por la Argentina en el Mundial, aunque lo fantástico del deporte es su arte por lo imprevisto. En Japón, con Bielsa, le fue mal y allí llegaba como el favorito.

-¿Y Maradona?

-Era un jugador que deleitaba y al que veneraba. Trabajé en México 86 y lo disfruté. Pero estos elogios no se extienden a la persona. Hay un error argentino de creer que porque fue fantástico como futbolista, será fantástico como ser humano. Maradona cree que puede opinar de cualquier cosa. Fue ilógica su contratación [como DT], no está capacitado. El minimiza el rendimiento de los jugadores. Que Messi sea una sombra en la selección, parte de la culpa es de Maradona. Messi es un jugador de otra dimensión, mejor que Cristiano Ronaldo y cualquier otro.

-Más allá de Maradona, ¿qué opina del equipo argentino?

-A la Argentina la veo mal, con una defensa muy pobre y con Verón en el medio campo, un jugador que fracasó en 2002. Los argentinos se aferran a una nostalgia eterna y no se está construyendo a futuro.

(JOHN CARLIN, periodista británico, en entrevista con el diario argentino "La Nación" de ayer, 25/01/10)

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No se le ocurra meter un gol antes de los seis minutos porque nos quedamos sin récord. Nosotros tenemos que estar en todas las conversaciones, en las buenas y en las malas. Después de los seis minutos hagan lo que quieran…

(JORGE VALDANO, recuerda aquel 28 de Marzo de 1990 donde la Selección Argentina estaba a punto de batir el récord de tiempo sin conseguir goles y Carlos Bilardo, su entrenador, los aconsejaba en la charla previa al partido amistoso contra Escocia, en Glasgow)

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En aquel equipo, Marco Van Basten era el mejor, pero Ruud Gullit el más importante.

(ARRIGO SACCHI, entrenador italiano, en clara referencia al Milan de finales de los 80 que dirigía)

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Escenas de la vida deportiva (Roberto Fontanarrosa - Argentina)

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En los Juegos Olímpicos de 1996 disputados en Atlanta, Estados Unidos, el seleccionado de fútbol femenino del país anfitrión logró la medalla de oro.
Según el detalle de las crónicas de la época, la guardavallas del equipo, Briana Scurry, por entonces de 24 años de edad, había realizado una insólita promesa en el caso de ganar el torneo olímpico.
Scurry anticipaba que si llegaba el triunfo olímpico, recorrería las principales calles de Atlanta, desnuda y con la medalla de oro colgando de su cuello.
Fue asi que tras la final del torneo, cuando Estados Unidos venció a China por 2 a 1, en la primera participación del fútbol femenino en un torneo olímpico, aguardaban la actitud que tomaría Scurry en cuanto a cumplir la promesa.
Tras el triunfo, y como mujer de palabra, aprovechó la madrugada para salir de su hospedaje, y cuando no había ningún transeúnte, se desnudó dentro de su automóvil para luego comenzar a correr, por la Village Avenue, tal cual Dios la echó al mundo, portando solamente su oro olímpico. Una secuencia que fue filmada por una amiga. "Las promesas hay que cumplirlas. Si no hubiera hecho lo que hice, hoy estaría con una deuda espiritual muy importante" admitió la guardameta años más tarde.

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Antes los zagueros centrales agarraban la pelota y se la daba al volante. Si Perfumo o Basile tiraban una pelota a la platea de Racing, los silbaba todo el estadio. Antes era prohibitivo que un central tirara la pelota a la tribuna. Se perdió la exigencia por el espectáculo, la belleza.

(OSVALDO “Chiche” SOSA, entrenador argentino)

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El fútbol... ¿qué es el fútbol? Señores, esto: un pibe que juega como Alonso. Eso es el fútbol.

(OSVALDO ARDIZZONE, recordado periodista argentino -1970-)

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El alambrado (José Cantero Verni - Argentina)


Nadie sabe lo que sufro
pegadito al alambrado,
hasta el último minuto
al tejido estoy colgado.

Mi garganta se desdobla
tengo el gol agazapado,
entre insultos y alegrías,
de victorias y fracasos.

Y vibrás con mi locura,
contenés también mi llanto
sos la piel de un sentimiento,
futbolero apasionado.

Abrazado a tu tejido,
que circunda todo el campo,
hasta el borde de la cal
vas envuelto con mi canto.

Voy trepado a tu figura
aferrado con mis manos,
compartiendo cada sueño
hasta el último pitazo.

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Para los estadígrafos argentinos, hubo tres goleadas históricas dentro del fútbol nacional, partidos en que en la suma de tantos de uno y otro bando, siempre dio 14. En el campeonato de 1945, Huracán venció a Rosario Central por 10 a 4. En el torneo de 1960 Racing derrotó a Rosario Central (nuevamente la víctima) por 11 a 3, y en 1974, Banfield apabulló a Puerto Comercial de Bahía Blanca, por 13 a 1 (foto).
Entre las curiosidades que ofrece la estadística de esos partidos, se destaca que al término del primer tiempo del encuentro entre Racing y Central, los de Avellaneda ganaban apenas por 4 a 3. ¡Lo que le esperaba a los canallas en la segunda parte! Los goles albicelestes los anotaron Rubén Sosa (4), Orestes Omar Corbatta (3), Pedro Mansilla (2) y Juan José Pizzuti (2).
De este encuentro hubo otro dato curioso porque el único de los delanteros que no convirtió fue el puntero izquierdo Belén que, de su amargura, se fue llorando a los vestuarios.
En cuanto a la mencionada goleada de Banfield en 1974, también quedó un récord marcado por Juan Alberto "Juanchi" Taverna, quien esa tarde hizo ¡7 tantos! Inolvidable.

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Llegué aquí a Corinthians para darle un nuevo ánimo a Ronaldo. Para que se concentre más, para que mantenga el peso, para que se divierta cada día más. Yo quiero motivar a Ronaldo a que, quién sabe, podamos regresar juntos a la selección.

(ROBERTO CARLOS, veterano lateral izquierdo brasileño, reciente incorporación del Corinthians brasileño)

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Es increíble, todo el mundo sabe que Carlos es un gran jugador. Todos lo quieren y éste ha sido un partido especial para él, con el que ha soñado creo que puede repetir el partido contra el United la próxima semana. Carlos le demostró que es un jugador de primera clase, después de todo lo que Neville habló mal de él.

(PABLO ZABALETA, compañero y compatriota de Carlos Tevez, refiriéndose al gesto obsceno -foto- que le dedicara Gary Neville al 'Apache' tras la conquista del primer gol en el clásico jugado horas atrás y en el que el Manchester City triunfara por dos goles a uno ante el United. La semana pasada Neville había comentado a los medios ingleses que "Ferguson hizo bien en vender a Tevez".)

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Filtrado por clubes


Estimados amigos: hace algún tiempo, y con muy buen criterio, un seguidor del blog me solicitaba el contenido publicado en este blog de su club, el Barcelona F.C., en un apartado, como una forma de ir directamente a la sección que contuviera todo el material que he publicado de la entidad blaugrana.
Me pareció una buena idea a implementar con el resto de los clubes aquí mencionados. Me llevará un tiempo ir etiquetando estos contenidos, pero ya he empezado y como podrán ver en la imagen de arriba, en el apartado "Secciones" se puede acceder a la información de tu club preferido.
Les mando un saludo cordial y, espero, sea una medida de vuestro agrado.

Totonet

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El incomprendido (Ariel Alejandro Adera - Argentina)


El hombre mantenía un duelo con su rival, un duelo que hasta ese momento se había mantenido dentro de los límites de las reglas del juego, pero no sería él quién cruzará ese línea.

El defensor se arrojó al piso y barrió con todo, el atacante cambió instantáneamente de pierna de apoyo reduciendo así las consecuencias inevitables del golpe que se acercaba. El impacto fue duro y seco y si bien el agredido no perdió la vertical cerca estuvo de hacerlo.

Desde afuera se vio como una jugada normal, nadie advirtió la gravedad del impacto ni de la situación. Si no hubiese cambiado el peso de su cuerpo a la otra pierna podría haberle ocasionado una lesión permanente. Perdió el control y se le fue encima a increpar al agresor quien ya se había puesto de pie.

Los demás jugadores no comprendieron esta reacción ya que según su apreciación había sido una situación normal, entonces intervinieron para calmar al golpeado quien parecía fuera de sus casillas. Entonces miró a su alrededor y se dio cuenta que todo el mundo ahora lo increpaba a él, y lo acusaban de una reacción desmedida e injustificada que estaba arruinando el juego, un verdadero desubicado.

Se llenó de bronca y comprendió algo: él había sido el que recibió ese puntapié en el tobillo y solamente él sabía cuanto le dolía y solo él comprendía lo violento de la actitud de su rival, todos lo criticaban desde el desconocimiento y ahora subestimaban su juicio.

Se calmó y se alejo pensativo, 15 minutos después fue expulsado: roja directa por un codazo a la altura del mentón. Su víctima: su agresor.

(mi agradecimiento a la generosidad de Ariel, que permitió la publicación de este relato)

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Estábamos sentados en el vestuario y podía oír claramente miles de aficionados cantando “You'll Never Walk Alone”. ¿Te imaginás lo que sentí? Estábamos 3-0 abajo en la final de la Champions y todo lo que podía oír eran 45.000 personas haciéndonos saber que todavía creían en nosotros. Sabíamos que habían tenido que soportar un viaje largo y hacer muchos sacrificios para estar allí. Fue en ese momento que empezamos a pensar demasiado en ganar.

(LUIS JAVIER GARCÍA, ex jugador del Liverpool F.C., recordando la increíble remontada en Estambul ante el Milan en la final de la Champions League 2005)

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El primer Mundial, disputado en Montevideo en 1930, fue transmitida por una sola radiodifusora, la oficial uruguaya. Su relator fue Ignacio Domínguez Riera (alias "el Botija" -pequeño niño, en el habla popular del Uruguay-), nacido en Mercedes, departamento de Soriano. Domínguez Riera (en la imagen) tenía 20 años.
Realizaba el relato de todos los partidos, sin pausa, porque no había avisos publicitarios. Para él no había descanso. Su trabajo frente al micrófono comenzaba 5 minutos antes del inicio de las acciones y culminaba apenas el árbitro daba el pitazo final.
Para el partido decisivo en el estadio Centenario entre Uruguay y Argentina, a Riera se le presentó un impedimento. ¿Debía relatar poniendo énfasis en su condición de uruguayo, o ejercer la imparcialidad periodística?
Las autoridades de la radio le solicitaron que hiciera una transmisión completamente objetiva: "Me pidieron que me limitara a las incidencias del juego, que no emitiera opinión y que ni siquiera en el tono de voz debiera notarse un matiz de parcialidad", recordaba Riera.
Claro que en esa final del 30 de Julio de 1930, cuando relató el tercer gol uruguayo (fue 4 a 2), obra de Iriarte, Riera se desmayó de la emoción y debió continuar el trabajo Emilio Elena, gerente de la General Electric de Uruguay, que se encontraba junto a él, salvando la difícil situación.

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Ferguson afirma ser socialista, un ex delegado sindical y un hombre del pueblo, así que debe estar horrorizado por lo que está pasando. Sólo podría funcionar si miles de personas respaldan esta carta para hacerle saber a Ferguson nuestro miedo a que los Glazer (familia propietaria del Man'U') mantengan el control. El legado del United y de Ferguson va a ser destruido, no queremos eso y no creo que Ferguson lo quiera. Estamos hablando de un gerente y entrenador que ha logrado todo para el club y ha creado el monstruo que es hoy en día el Manchester United, pero tenemos que mirar el bien común y por el momento tenemos una difícil situación.

(JOHNNY FLACKS, miembro fundador y ex presidente de la 'Asociación Independiente de Aficionados del Manchester United', pidiendo la dimisión, mediante una carta pública, del entrenador escocés y sumamente preocupado por las deudas acumuladas en el club de Manchester desde la llegada, en 2005, de la familia americana a la institución)

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El fanático

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It's my life (Bon Jovi - USA)

* dedicada a Steven Gerrard

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Sin duda, el jugador español más emblemático de la actualidad en el fútbol de España es el delantero del Real Madrid, Raúl González Blanco; o simplemente, Raúl...
Nacido en el barrio madrileño de Villaverde el 27 de Junio de 1977, se inició en el fútbol en las divisiones infantiles del Atlético de Madrid. Sin embargo, los del club presidido por entonces por el controvertido Jesús Gil y Gil, lo dejaron libre al verle escasas condiciones.
Rápidamente, Raúl fue fichado en uno de los equipos alternativos del Real Madrid, donde convirtió 65 goles por temporada. En el Real Madrid 'C', conquistó 13 goles en 7 partidos.
Lo vio el argentino Jorge Valdano, que era el técnico de la Primera División, y lo hizo debutar en la categoría máxima el 29 de Octubre de 1994, frente al Zaragoza, cuando apenas tenía 17 años de edad.
La historia posterior confirma que Raúl mostraría una categoría excepcional. En agradecimiento y recuerdo al que le dio su gran oportunidad en el fútbol mayor, Raúl le puso el nombre de Jorge (por Valdano) al mayor de sus cuatro hijos.
Los del Atlético de Madrid aún discuten quien fue el culpable, o "visionario" de la ida de Raúl de la entidad "colchonera".

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El Sevilla a partir de hoy se convierte en invencible, porque el espíritu de Antonio Puerta jugará siempre con nosotros. Eso hace que mi recomendación al rival sea que impugne los partidos, porque a partir de ahora jugamos con doce.

(JOSÉ MARÍA DEL NIDO, Presidente del Sevilla F.C., tras la muerte del jugador Antonio Puerta, ocurrida el 28 de Agosto de 2007)

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Es más difícil dejar de amar a un club que a una mujer.

(MÁRIO FILHO [1908-1966], periodista brasileño, fundador del “Journal dos Sports”)

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El balón de Pitágoras: armonía y esfera


Leonte: ¿Y tú quién eres?

Pitágoras: Un filósofo.

Dice Johan Cruyff que los jugadores han perdido cualidades técnicas desde que los niños ya no juegan al fútbol en las calles. Nosotros, de quienes no se puede decir precisamente que exhibamos una técnica brasileña con el balón en los pies, disfrutamos de aquel tiempo en el que en cualquier descampado improvisábamos un estadio sin ser molestados por el continuo pasar de los coches: que no desarrolláramos un excelente control del esférico se debió más a nuestra torpeza que a un error en la teoría de Cruyff.

Pero a lo que estamos, que este capítulo va de armonías y pelotas. Pelotas de fútbol, entiéndanos. Si por un lance del juego ocurría que alguno de nosotros, con ocho, diez, doce años, da igual, rematábamos de cabeza, el dolor de coco quedaba garantizado durante el resto del partido; y le aseguramos que aquellos encuentros solían durar hasta que la falta de luz nos obligaba a dejarlo. Qué balones de fútbol, qué duros, duros como ellos solos. Una vez nos dieron un balonazo en el dedo de una mano y hasta hace nada hemos estado mudando la uña, créanos. Veíamos lo que hacía Santillana de cabeza e intuíamos que la madurez significaba rematar de esa forma sin que la frente se te diera de baja.

Las cosas han cambiado, que dirá Heráclito en otro capítulo.

Pasamos de aquél a un balón que botaba más pero pesaba menos, que hacía menos daño. Ya era tarde para aprender a rematar de cabeza, estábamos mayores, pero sentimos que aquellos nuevos balones no estaban hechos para héroes, como los esféricos de nuestra niñez. ¿Qué había ocurrido para que esos utensilios sin los cuales el fútbol no es posible se hubieran transformado de esa manera?

Simplemente, que el balón se había reencarnado, responde Pitágoras.

¿Cómo? ¿Quién es ése? ¿Pitágoras? ¿Qué pinta él en todo esto?

Ya le decimos: no hay fútbol sin balón, pero tampoco filosofía sin Pitágoras. Él nos lo va a hacer entender todo, y sin tantos dolores de cabeza como provocaban aquellas piedras que osábamos rematar con ocho, diez, doce años, da igual.

De modo que el balón es algo imprescindible, esférico y que cambia cada cierto tiempo, cada cierta generación. Últimamente, por refrescar, hemos visto rodar el Roteiro, el balón del Europeo de 2004 y, en la Liga española, un balón amarillo de cuyo nombre no queremos ni acordarnos y que, con total certeza, ha sido lo más feo que se ha visto en un terreno de juego, lo cual es mucho decir: ¿recuerda a Reizieger, el holandés del Barça, o a Prosinecki, el ínclito yugoslavo que fumaba puros en la banda del Bernabéu?

Pitágoras no dejó nada escrito: tampoco los balones, que como mucho dejan una señal en el rostro del que se topa con él sí ha sido Ronald Koeman quien ha botado la falta.

Acerca de Pitágoras se han escrito muchas cosas y se han comprobado muy pocas, pero comencemos recordando que él fue el primero que empleó el término filósofo (“amante de Sofía, de la sabiduría”), cuando el tirano Leonte le preguntó: “¿Y tú quién eres?”. No le haga esta pregunta a la pelota, a la vieja, que le llama Di Stéfano, a la joya de la corona, sino escuche, porque el tal Pitágoras fue precisamente hijo de un joyero, en la isla de Samos, cerca de Mileto. Nació en el 570 a. C. y cuentan que su padre le financió los mejores estudios que se le podía dar en aquel tiempo a un hijo, pero lejos de él. Ya debía de intuir el joyero la joya de muchacho que estaba criando, y lo mandó con viento fresco a Egipto, que es como si hoy mandas al chico a Londres, a los Estados Unidos, a Pekín, para quitártelo del medio un tiempo y a ver si espabila. Pitágoras espabiló, pasando de Heliópolis a Menfis, de Menfis a Tebas, y después continuó su formación en manos de los caldeos, los fenicios, los Magos de Asia Menor, los persas...

Cuando acaba sus estudios, cercano a la cuarentena (para que luego digan que ahora la gente tarda en independizarse), nuestro hombre regresa a Samos, donde se encuentra con un estilo de vida que le parece depravado. El tirano Polícrates había desarrollado una desaforada pasión por Baco, ya sabe, el dios de las orgías, del vino, y al grito de “¡Evohé!” (expresión proferida en los rituales báquicos) cada noche convencía un poco más a Pitágoras de que debía pedir el traspaso a otro equipo.

Lo hizo, y recaló en la ciudad de Crotona, donde lo contrataron para que impartiera clase. Menuda cosa le ofrecieron al bueno de Pi, que en poco tiempo se había organizado un grupito de jóvenes acólitos del que surgió, más que una mera escuela filosófica, una secta elitista donde el conocimiento traspasado por el Maestro se guardaba con el mayor de los celos. Este secretismo concuerda con lo misterioso de los vestuarios, donde se pretende que nada trascienda al exterior.

Pitágoras fundamenta sus enseñanzas en dos conceptos: la metempsicosis y el número. Tranquilo, porque sólo nos hallamos ante una palabrota de académicos, “metempsicosis”, que no esconde más que un concepto sencillo: alude a la reencarnación de las almas.

Comencemos por esto.

A saber, conocemos los siguientes balones de fútbol: los de trapo, anudados con cordeles y propios de épocas de penuria o de una infancia fecunda en imaginación; los de plástico, lisos, que no pesan, y tras los cuales los más tiernos infantes aprenden a corretear; los balones de las postales y las fotos amarillentas, que eran unos esféricos de tono ocre, con visibles costuras y en pos de los cuales se estiraban los guardametas que lucían aquellas gorras enormes y como de paseo de domingo en la plaza del pueblo; los balones compuestos por hexágonos y pentágonos, durísimos, que ya hemos dicho que intentábamos rematar en nuestra niñez; los mismos, pero sabrá Dios de qué otro material y hechura, que ya no pesaban tanto y con los cuales uno podía dar mejor la rosca; el ya citado Roteiro, que fue muy criticado, entre otros por el griego Tsartas, a la postre campeón del Europeo, porque experimentaba un extraño efecto en los metros finales de un lanzamiento largo o tras el bote; y no volveremos a citar los esféricos amarillos de la Liga 2004/2005 (y eso que aún recordamos a Reizieger y su boquita de piñón...). Seguro que a usted se le ocurren más modos, más formas de balón de fútbol... más reencarnaciones.

Pitágoras diría que todas estas manifestaciones de un balón se deben a esto que hemos llamado metempsicosis: la reencarnación del alma del balón, que además no recuerda sus vidas pasadas. O sea, que siempre es el mismo objeto, idéntica alma en distintos cuerpos, en distintas envolturas. Pitágoras sostenía que ya había vivido cuatro veces antes, y que lo volvería a hacer eternamente: habló de haber sido pescador, luchador en la guerra de Troya, hijo de un dios... incluso después de su muerte algunos pitagóricos afirmaron que el Maestro se había reencarnado en varios señores más, y hasta en una señora dedicada a hacer la vida más agradable a los señores a cambio de una cantidad determinada de dinero.

Además, habría que contar con las reencarnaciones en las que Pitágoras se transformó en animal, planta u objeto. Y atención, porque aquí se introduce un concepto que a la civilización occidental le suena debido a algunas enseñanzas posteriores al pitagorismo: los cambios de su cuerpo, de la envoltura de su alma, dependen de cómo se haya portado, lector, así que ojo. O sea, que si usted ha sido un balón estupendo, que ha protagonizado magníficos y espectaculares partidos, la próxima vez que su alma rellene de aire otro esférico será un balón de reglamento de primera categoría; si en cambio lo ha hecho de pena y con usted no le han metido un gol ni al arco iris, no descarte que en su próxima vida se convierta en esa pelotita amarilla tan fea de la Liga española... que no, que no nos queremos ni acordar de su nombre.

Debido a esta creencia, los pitagóricos no comían el corazón de ningún animal, no fuera que se estuvieran jalando el de un ilustre antepasado. No era la única manía incluida en su ideario: no comían habas, no partían el pan, no podían dejar huella de su cuerpo al levantarse de la cama… un portento de muchachos, en definitiva. Si los pilla Camacho, en un mes les quita todas esas curiosas costumbres, ya sabe.

Y hemos hablado del número. Para los filósofos griegos, la cuestión de la materia resultaba de una importancia absoluta: ¿de qué estaba hecho el universo?, ¿cuál era la sustancia que todo lo formaba?

Para Tales de Mileto, por ejemplo, esta sustancia esencial, o arké, era el agua, que sólida, líquida o gaseosa era capaz de dar forma a todo lo que conocemos, desde una piedra a los propios seres humanos. Anaxímenes, en cambio, se inclinaba por la opción del aire. Heráclito, ya lo veremos, por el fuego.

Cada filósofo tenía un elemento esencial. Y Pitágoras cree que el arké lo constituye el número: el universo material está compuesto de números. Para él, el Uno es un punto; el Dos, una línea recta; el Tres, un plano; el Cuatro, un cuerpo sólido… Si bien nosotros creemos que los balones de fútbol están formados por cuero, por aire, por costuras… para Pitágoras están hechos de cuatros, de seises, de treintas…

Pero no sólo eso, sino que los números, para el señor Pi, cuentan con una importancia propia, se hallan sometidos a una jerarquía que indica cuál de ellos es más noble, el “mejor número”, del mismo modo que los jugadores de fútbol se pelean por lucir el 1 de portero a la espalda, el mítico 10, el avispado 7, el talento del 8, el 14 de Cruyff, el 23 de Beckham… El 1, 2, 3 y 4 eran los más importantes para los pitagóricos, y con ellos dibujaban la figura llamada tetractis, es decir, el número 10, el número divino:



Y opinaban que la ordenación correcta de los números es la armonía, que identifican con todo lo bueno. Así, la salud es la armonía entre el calor y el frío de los cuerpos vivos, la justicia social es la armonía entre lo que se trabaja y lo que se percibe como salario…

La armonía del universo se esconde tras el secreto de los números.

¿Qué figura más armónica, pensamos por tanto, que la esfera, sin un solo vértice y con todos a la vez, delimitada pero infinita, sin esquinas pero con un centro equidistante a todos los puntos de la superficie?

El cuerpo más armónico es la esfera, entonces, y para nosotros queda reencarnada precisamente en el balón de fútbol, aunque sea ese que rematábamos a finales de los setenta y principios de los ochenta y que nos provocó tal conmoción cerebral que quién sabe si no fue ahí cuando en nuestras pobres cabezas empezamos a gestar la idea de hablar de filosofía y fútbol.

Quédese con la idea de que Pitágoras, amigo del secretismo, de la idea de la reencarnación de las almas y del número, es el primero que habla de ser “filósofo”. El resto de griegos, para bien o para mal, no dejarán de referirse a él y a sus enseñanzas. Vamos, que Pitágoras fue el que se trajo el balón para que empezáramos el partido.

Y ya que tenemos balón, pasemos, sin más, a jugar.

(fragmento tomado del libro "Futbolia - Filosofía para la hinchada" de José Machado y Manuel Valera)

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Uno de los grandes árbitros que dio el fútbol argentino es Roberto Goicoechea, quien dirigió, entre 1959 y 1975, un total de 374 partidos de Primera División, y fue el representante argentino en el Mundial de Inglaterra de 1966.
Entre sus recuerdos del arbitraje, decía que en Brasil, se hizo amigo de un colega, Duicidio Vanderlei Boschilia (en la imagen, observando a Pelé), con quien dialogaba mucho acerca de temas de la profesión, en especial de cuando era el momento de sacar la tarjeta amarilla y de cuando comenzar con la roja.
"Un domingo, a Vanderlei le tocó arbitrar en San Pablo -rememoraba Goicoechea- era un partido muy duro. Amonestó a uno, a dos, a tres, a cuatro, a cinco. Hasta que se cansó. Entonces, se acercó al medio de la cancha y les dijo a los capitanes: '¿Ven? Esta es la tarjeta amarilla. No la uso más'. Y ahí nomás, la rompió. No lo podían creer".
En lo personal, Goicoechea contaba que en los años '60 le tocó dirigir Ferro-Estudiantes de La Plata. En Ferro jugaba el temperamental "Chamaco" Rodríguez, y en Estudiantes el inefable Carlos Bilardo: "Apenas se inició el encuentro, Bilardo lo planchó a Rodríguez. El de Ferro lo miró como para matarlo. Al rato, nuevamente Bilardo le dio duro, pero el "Chamaco" no reaccionó. Hasta que vino un córner. Cayeron los dos y Bilardo quedó abajo. Rodríguez sacó una derecha que le dio justo en el ojo a Bilardo, el que inmediatamente se le inflamó. Los eché a los dos. Ahí fue cuando Rodríguez se me acercó y me dijo: 'Está bien, me voy, pero contento. ¿Usted vio cómo le quedó el ojo? ¡Ese no me carga más!"'

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El trofeo fue a Alemania, la gloria a Holanda.

(titular del diario italiano "Corriere dello Sport" al otro día de la Final del Mundial de 1974)

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Es maravilloso y especial jugar en un fútbol tan competitivo como el brasileño, que tiene jugadores de excelente nivel, como Adriano. Lo mejor es jugar con y contra los mejores. Adriano es uno de los mejores atacantes del mundo. Voy a disfrutar mucho de este enfrentamiento en Río de Janeiro.
Cuando alguien elige un equipo para jugar al fútbol, no piensa apenas en la propuesta económica. Para mí, es importante pensar también en otras cosas, como, por ejemplo, el nivel de fútbol que se va a jugar, el nivel competitivo que el equipo puede tener y, claro, enfrentar grandes equipos.

(SEBASTIÁN ABREU, delantero uruguayo, flamante incorporación del club Botafogo de Futebol e Regatas de Rio de Janeiro)

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Fútgol (Germán Herrán Urrutia - España)


Se reúnen en los bares periféricos al estadio en el que juega el equipo de su alma alrededor de una bota (de vino). Sus grandes barrigas les delatan. Es como si llevaran el balón escondido bajo la camiseta. Beben tanta cerveza que podrían posar sus bebidas encima de su propia barriga. Algunos incluso necesitan una carretilla para transportar sus salientes carnes. Ésta es la conversación que mantuve un día con uno de estos grupos al final del partido en el que su equipo había perdido...

-Si ya lo decía yo. Si los jugadores corriesen la banda igual que corren con el último modelo BMW, las cosas no serían igual. Cuando van al volante bien ponen cara de velocidad... Si es que no puede ser. La buena vida al final pasa factura.

-Y encima se cambian las camisetas... Seguro que están pensando: "hoy me llevo la camiseta de este vago...".

-Lo que no tiene nombre es lo del árbitro. Mira que no ver el penalti. Ya sé que su madre no tiene ninguna culpa, pero esta mujer podía haber tenido un hijo torero. Si es que todo nos viene a nosotros. Lo mismo que la jugada del fuera de juego. ¿Dónde se encontraban los linieres? Yo para mí que estaban comiendo el bocadillo. Por cierto, para bocadillo el que hemos preparado hoy... Ha sido uno de los mejores descansos que yo recuerdo.

-Lo que sí que tienen es una afición muy mediocre. Donde esté la nuestra. A las duras y a las maduras. Ahí estamos siempre. Llueva o haga sol. Nunca fallamos..

-¿Y el Mister? ¿Pero cómo es posible que faltando cuatro minutos haya hecho ese cambio?

No tiene sentido. El próximo día bajo yo y hago los cambios... La millonada que está cobrando el muy hijo puta y luego va y nos deja en canicas... Si ya lo decía yo... Por la mitad lo hago yo mejor.

-Hasta al comentarista se le notaba que era del equipo visitante. El otro día le vi charlando con uno de ellos...

-Por cierto, ¿te has fijado que habían mojado el campo? Cómo se nota que les gusta jugar a la contra. Un poco de agua y a correr... Si es que se las saben todas...

-Desplázate ochocientos kilómetros para que te roben la cartera en tus propias narices... Si es que no hay derecho. Pásame la bota...

-Este año la directiva lo está haciendo fatal. Todavía no han hecho una inversión con beneficios. Si es que parece que están atontaos..., con lo fácil que es..., comprar al bueno y vender al tuerce botas..., si es que está chupao..., deben haber contratado a un cazatalentos miope. No le encuentro otra explicación.

-Cada día me gusta menos el fútbol.

-Sí. Este deporte ya no es lo que era.

-Es cierto. Ya no es lo que era.

-Por cierto, ¿tuviste un hijo, no?

-Sí. A ver si tengo suerte y me sale futbolista...

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Teófilo Cubillas Arizaga ya tiene 60 años y es un legendario ex futbolista peruano, al punto que la FIFA lo incluyó entre los cien mejores jugadores de la historia, al lado de Pelé, de Johan Cruyff y del argentino Diego Armando Maradona. Cubillas jugó en Alianza Lima, Portugal (FC Porto), Suiza (Basel o Basilea) y Estados Unidos (Strikers y South Florida Sun), además en tres Mundiales de fútbol (México 1970, Argentina 1978 y España 1982).
El 'Nene', como le dicen, tiene tres hijos, dos hombres y una mujer (Cynthia). Los dos varones, Christian César y Juan Teófilo Cubillas Collazos (en la imagen junto a su padre) llegaron a ser futbolistas, pero sin mayor resonancia. Le dieron prioridad a sus carreras profesionales. Christian (Porto, 1975), el más conocido, estuvo en Alianza Lima (1999) y Juan Aurich (2000) y luego se retiró del fútbol profesional; hoy es sólo aficionado.
Juan Teófilo (Lima, 1977), 'Coco', estuvo en el desaparecido Miami Fusion, de la Major League Soccer (MLS), y jugaba hasta hace poco en la Liga Centroamericana de Broward, en Miami, por Max Soccer USA, donde fue compañero del ex internacional liberiano George Weah. Hoy trabaja en una empresa dedicada al fútbol en EE.UU.

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El secreto del éxito de un director técnico no consiste en adoptar o crear tácticas, sino en resolver un rompecabezas que consta de once piezas. Su fracaso se debe, a veces, a que el director técnico no es un pedagogo y no sabe explicar qué es lo que quiere.

(ADOLFO PEDERNERA [1918-1995], recordado jugador y entrenador argentino)

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Se merece ser campeón Juan Sebastián Verón. El mejor jugador del fútbol argentino. El más determinante, el más influyente y el más inteligente de todos. Verón es un auténtico líder positivo. Sus compañeros lo respetan por su juego de adentro y por sus comportamientos de afuera. En todos influye y a todos los eleva. A los útiles los hace valiosos y los buenos los hace mejores. Es un director de orquesta, pero su satisfacción sólo se verá si todos los instrumentos respetan la partitura. A la hora de volver al fútbol local siempre soñó con este momento. Tenerlo en nuestras canchas es un lujo y el título continental es, por si todavía hacía falta, su reivindicación absoluta. El Olimpo ya le tiene reservado un sitial de privilegio.

(ROMÁN IUCHT, periodista deportivo argentino, en su columna de "Cancha llena", 17 de Julio de 2009)

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A conquistar tu ideal (Javier Elizalde Blasco - España)


Qué pocos supieron verte
con la paz que da el domingo,
deleitándose en tu risa,
en tus gestos y en tu ritmo.

La impaciencia desbordaba
como un río de aguas bravas
al que añoraba un Mesías
desde épocas lejanas.

El contagio o la venganza
con desatada pasión
hervía en quien se empeñaba
mostrar su equivocación.

Te bautizaron “el Niño”
pero qué pocos veían
la comprensión y el cariño
que todos niños ansían.

Ellos están enzarzados
por ver quién tiene razón,
no tiene que ver contigo
su tozuda obstinación.

El fútbol no se ha inventado
para callar otras bocas,
sembrar asombro o elogios,
navegar en barcas rotas.

El fútbol, como la vida,
fluye por un ideal,
tan fuerte como una roca
tan profundo como el mar.

No quiero verte en portadas,
que digan que es tu Mundial,
lo que quiero que te lleve
a conquistar tu ideal.

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Normalmente para concurrir a los entrenamientos uno se pone de acuerdo con otro compañero, decidiendo el turno de la semana y el auto a utilizar. La elección se produce debido a la proximidad domiciliaria y a la afinidad que los pueda unir.
Me acuerdo perfectamente como fue aquel día, el "Puma" Carlos Morete me pasó a buscar con su coupé Renault "Fuego", roja, por mi departamento en Belgrano, al subir al auto el "Puma" me advirtió que me contaría un secreto, pero con una condición, que no se lo contara a nadie del plantel y menos al "Negro" Juan José López (en la imagen), porque el Negro no paraba de cargarlo.
Lógicamente le dije que me contara, por ese entonces después de un rato de estar en el auto, yo sentía un olor muy desagradable dentro del habitáculo. En medio de esa situación el "Puma" empezó el relato: "Pepe, gracias a mi abuela voy a volver a tener pelo y por consiguiente no se caerá más", acercándome la cabeza a mi nariz me pidió que oliera y que le dijese que sentía, lógicamente oculté, a fuerza de un gran esfuerzo, el hedor asqueroso que se instaló en mis fosas nasales respondiéndole que no sentía absolutamente nada, sí le pregunte el porqué de su actitud, contestándome que su abuela le había mandado un preparado a base de perejíl, ajo y otras yerbas, para que se lo frotara por su cabeza antes de dormir y no se la lavara por tres días, oculté mi risa y nos dirigimos rumbo al entrenamiento.
Apenas llegué, sin perder tiempo me fui al sector donde el "Negro" J.J. se cambiaba y le conté lo sucedido en el viaje con el Puma, pidiéndole por favor que le huela la cabeza, el Negro que lo volvía loco esperó al límite del horario para comenzar con el entrenamiento para que la concurrencia fuese mayor. Acercándose al "Puma" empezó a gritarle que tenía un olor nauseabundo en su cuero cabelludo e incitando a todos los compañeros a alejarse de su lado. El "Puma" me quería comer y no tuvo más remedio que contarles lo que había sucedido, lo que el "Puma" no tuvo en cuenta que el famoso preparado de su abuela había fermentado e impregnado de tal forma que se tuvo que lavar la cabeza con Espadol.

(anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)

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Discreción es mi nombre y cautela mi apellido.

(UBALDO MATILDO FILLOL, ex arquero de River y la Selección Argentina, haciendo gala de su prudencia)

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Cafú tiene la edad de mi papá y sigue corriendo.

(DIEGO MARADONA, el 25 de Mayo de 2005 comentando en la cadena ESPN la legendaria final de la Champions League, entre Liverpool-Milan, cuando el brasileño se mandó una corrida de 50 metros y llegó a una pelota casi imposible)

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Fútbol y trenes (Daniel Console - Argentina)


Agosto de 1995. Por dos lógicas razones, casi siempre relacioné al fútbol con el ferrocarril, aunque una de ellas es más bien personal, vinculado por la misma afición a los dos; la otra es que concretamente el fútbol nació al lado del ferrocarril: muchos clubes llevan el nombre, o las siglas, F.C. antepuesta a un nombre sentimental o local, muchas canchas se encuentran al costado de una estación, o cerquita. Muchas.

¿Cuándo se me ocurrió vivenciar esta interrelación fútbol y trenes...? Una fría y destemplada tarde, acurrucado solitariamente en una espaciosa cabina, la primera contando desde a izquierda en cancha de Independiente de Avellaneda, cuando el estridente silbato de una locomotora, con su continuo pasar, herían la callada atmósfera previa al partido definitorio por el ascenso a Primera “C”, entre Victoriano Arenas y General Lamadrid.

Como de películas famosas, guardo en mi memoria, rápidas y efímeras imágenes de escenas vividas relacionando al tren con el fútbol... un amanecer de pueblo visto desde la ventanilla de un vagón dormitorio del ya retirado “El Luciérnaga”, que cubría el trayecto entre Retiro y Córdoba, al pasar por la localidad de Oncativo, próxima a la ciudad capital, pude divisar una canchita sin tribunas, pero seguramente convocante de todo el pueblo en un partido clásico entre clubes lugareños.

Una fría tarde de invierno, cuando una llovizna pertinaz desdibujaba el contorno de una formación del ex Ferrocarril Belgrano, que salía desde la estación Buenos Aires hacia un imaginativo tenebroso Oeste del Cran Buenos Aires... locomotora y vagones de madera con ventanillas sin vidrios o rotos, con el agua castigando impiadosamente a oscuros pasajeros.

Una visión imborrable como premio de ir a ver un partido entre Liniers y Barracas Central en Olavarria y Luna. Y similar vista, coincidentemente, otra tarde destemplada al ir a presenciar el espectacular Luján del ‘91 en la cancha de Lugano.., la misma formación, las mismas caras resignadas de los pasajeros, la misma pobreza de horizontes, tal vez, o desde el mirador que es el palco de prensa del Deportivo Morón, cuando en cualquier partido, resulta hasta risueño ver como los trenes aminoran la marcha y los viajeros estiran sus cuellos para ver un pantallazo fugaz, y ocurre que a veces los maquinistas se asocian a la fiesta haciendo sonar el silbato.

Y tantas visiones de trenes en Independiente, Platense, F. C. Midland, F. C. Oeste, Atlanta, E. C. Urquiza, Juventud Unida al lado de la estación Muñiz, las tradicionales vías de cualquier curva muerta en cercanías de “La Bombonera”... Ni que hablar de Talleres de Remedios de Escalada, donde en sus inmediaciones existía el mayor reservorio de las viejas y añoradas locomotoras a vapor, al igual que en la estación Holt, en la provincia de Entre Ríos, donde seguramente Germán Sopeña, autor del libro “La libertad es un tren”, y Paul Theroux, mi autor preferido, hacedor entre otros títulos de “Pasajeros en los trenes de América”, “Pasajeros en los trenes del mundo” y “El gallo de hierro”, decía, en esos lugares respirarían con mayor pureza sus aficiones.

Y precisamente Theroux, a quien debo la inspiración de haber escrito mi libro “Memorias de fútbol”, este escritor norteamericano afincado en Inglaterra, supo y pudo plasmar en el papel todo el sentimentalismo, al igual que Sopeña, sobre los ferrocarriles, algo que mínimamente intenté con el fútbol.

Y siguiendo con las relaciones, el increíble Unión Apeadero, que en 1985 lograra luego de espectacular campaña el torneo de la Cuenca del Salado, con la participación de jugadores de jerarquía, ya veteranos, como el “Negro” Oscar Alberto Ortiz y el “León” Roberto Mario Expósito, cumpliendo una vez más con el adagio fútbol-ferrocarril.

Y si no, cuando alguien, desorientado, quiere encontrar una cancha, la respuesta invariablemente empieza con: “... de la estación, son unas...”.

¿O no?

¿El partido? ¡Ah!, la excusa de éstas elucubraciones... lo ganó el equipo de Valentín Alsina, con gol de penal del morocho Capelli, pero ésto, para quienes se identificaron con el relato que vincula a ambas pasiones, es totalmente secundario.

(capítulo extraído del libro “Memorias de fútbol y ascenso”)

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