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Transi (Guillermo Saccomanno)


Cuando Transi ve a Diego piensa en la yarará. Transi tiene doce años. Le pusieron Tránsito, por Cocomarola, pero acá, en la capital, le dicen Transi, por lo transero. Acá, en la capital, para mantenerse a flote, como los camalotes que veía bogar en el río desde el orfanato cerca del Paraná, hay que transar. Por Transi lo conocen en Corrientes y Florida, donde abre y cierra las puertas de los taxis por monedas. Transi, también le dicen los putos de Lavalle, Santa Fe y Marcelo T. de Alvear, cuando busca ganarse unos pesos más.

Con los putos se gana más, pero conviene andar con cuidado, piensa Transi. A su manera, Transi es un solitario y no confía en nadie, ni siquiera en los pibes de su banda, en la que se ganó el respeto a las piñas y con una sevillana, sin importarle que le rompieran el tabique. Cuando por las noches, reflejado en una vidriera, Transi se mira, le gusta la pinta que le da la nariz quebrada, ese aire de cachorro peligroso. Y a su manera Transi también es peligroso. Una noche, un puto gordo y fino se lo llevó a la casa, que quedaba en la provincia.

La casa era una quinta en Moreno, que a Transi le pareció una mansión. El puto era un gordo bastante amable, le cocinó, lo bañó, le dio de fumar un porro. Y cuando Transi reaccionó de la modorra, entre almohadones, vio al gordo vestido de cuero, con una gorra de milico, queriéndolo atar con unas cadenas. Transi sacó la sevillana, forcejeó con el puto, alcanzó a marcarlo en el cuello y salió disparando. Desde entonces Transi desconfía del porro y prefiere otra cosa para dormir. La cerveza y las pastillas son mejores que el pegamento. Y hacen menos daño, piensa.

Transi sabe dónde conseguirlas y también dónde venderlas. Para él la capital ya no tiene secretos. Y menos, la noche. Pero Transi odia la noche. Y espera casi hasta que amanezca para entrar en esa casa tomada en el Once, donde se mezclan bolivianos, peruanos, chilenos y muchos pibes como él. No hay agua ni luz eléctrica en los tres pisos de esa construcción que fue elegante y suntuosa a principios de siglo. Transi no teme atravesar los estrechos territorios separados por una cortina mugrienta, una chapa, un cartón. Sí, le teme al sueño, esa pesadilla que siempre lo agarra cuando cierra los ojos y contrae los párpados. En el sueño una víbora lo pica en el pie derecho. Y ya nunca va a patear una pelota como Diego.

Para explicar la pesadilla de Transi tenemos que ir para atrás. En las afueras de Posadas, entre el río y un monte, la Leonor, a quien todos apodaban la Leona, había levantado un galponcito a unos cuantos metros de su casa, mezcla de prefabricada y tapera, en la que vivía con su madre de noventa y pico. Al principio el galponcito fue almacén. Y más tarde, los viernes y los sábados, ahí venían hombres y mujeres para compartir asado, empanadas, chamamé y borrachera. La Leona no sabía con exactitud su edad y tampoco su madre podía determinar la fecha de su nacimiento. Debía tener más de cuarenta, pero aparentaba menos. Y tenía lo suyo. Si algún tipo se le sobrepasaba, la Leona sabía ponerlo en su lugar. No la habían apodado la Leona sólo porque estaba buena.

Pero una madrugada de Febrero, cuando la concurrencia se terminó de ir, después de la parranda, la Leona se quedó con un peón. Siete meses después nació Tránsito. El padre se negó a reconocer al hijo. La Leona no se preocupó. Siempre se las había ingeniado sola. No precisaba un hombre para criar al nene, y menos un cobarde que no se animaba a darle el apellido. Cuando Tránsito cumplió un año la Leona organizó una gran fiesta. Durante los preparativos iba y venía por el sendero de tierra roja que unía la casa con el galponcito, un sendero que se había hecho con las pisadas y que ella caminaba descalza, a excepción de los viernes y los sábados, cuando se calzaba unas skippy de plástico rojo. Esa tarde la Leona tenía puestas las skippy, estaba contenta y la felicidad la embriagaba. La felicidad y todo lo que había empezado a tomar desde temprano.

Esa tarde, mientras transportaba una caja con guirnaldas para decorar el galponcito, la picó una yarará. En dos horas a la Leona le bajó la temperatura, tembló sintiendo que se congelaba y la sacudieron las convulsiones. Cinco horas más tarde, cuando por fin la acostaron en una camilla del hospital, había muerto de un paro cardíaco. Aguantó bastante, opinó un médico de guardia, pero no lo suficiente. Tránsito fue a parar a un orfanato. A los diez años, el profesor de gimnasia y entrenador del equipo de fútbol le garantizó que tenía pasta de campeón y que podía llegar a ser como Maradona. Tránsito se daba cuenta que no iba a serle fácil ser como Maradona quedándose donde estaba. Y se escapó. Escondido en el acoplado de un camión llegó a la capital. Al plantarse frente al Obelisco se entusiasmó. Pero el optimismo le duró poco.

En estos días la capital fue empapelada con un afiche de Diego. El ídolo de Transi sonríe ganador. Tiene una camiseta, la luce orgulloso. Sol sin droga, dice la camiseta. Dando vueltas por Santa Fe, Transi pasa por Musimundo. Del negocio sale una música de salsa: No salgas solo esta noche. No salgas solo, mi amigo. Te puedes encontrar con tu peor enemigo. A Transi se le queda grabada la música. Camina tarareando el estribillo, moviéndose como esos negros enormes de las películas policiales. Aunque no le da la altura, Transi se siente poderoso. La sevillana guardada en la cintura, Transi se para frente a un afiche de Diego.

Le gustaría que el campeón apareciera en su sueño de la víbora, que la mandara a la mierda de un puntinazo. Pero por más que se lo fije, Transi nunca logra soñar eso. Saca la sevillana. Y le cruza la cara a Diego. A pesar del tajo Diego sigue sonriendo. Transi se ensaña con el afiche hasta despedazarlo. Cada tanto, alguien que pasa lo observa y sigue de largo apurándose. Ahora Transi puede estar satisfecho. Hay jirones del afiche en la vereda. Transi mira a los costados. Nadie se atreve a meterse con él. El cuerpo le está pidiendo tomar algo. Abandona Santa Fe, dobla por Junín hacia el sur. Y se pierde en la noche tarareando esa canción.

(de Gullermo Saccomanno, publicado en "Cuentos del fútbol argentino". © 1997 Alfaguara)

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En la biografía de José Francisco Sanfilippo, escrita por Alfredo Luis Di Salvo -¿Quién es Sanfilippo?- se relata una imperdible anécdota del legendario goleador, cuando a finales de la década el 60 jugaba en el Esporte Club de Bahía, en Brasil. Fue cuando el Santos iba enfrentar al equipo de Bahía, y Pelé estaba a punto de conquistar su gol Nº 1.000. Toda la prensa del mundo estaba pendiente de ese gol tan importante para la estadística del, por entonces, mejor futbolista del mundo.
El ‘Nene’ Sanfilippo, rememorando aquél momento, decía: "Antes del partido ingresó al vestuario un dirigente, solicitando una reunión con el equipo: ‘Tengo que pedirles algo para popularizar mundialmente a nuestra institución: me refiero a dejarle hacer a Pelé su gol mil'. Yo le respondí que su petición era una locura. Pero el directivo insistió: 'Si Pelé nos convierte el gol, el Bahía se proyectará y seremos conocidos en todo el mundo'. Entonces yo me saqué la camiseta y dije: Salimos a ganar jugando en serio, o no salgo a la cancha. El capitán se sumó a la moción y el directivo comprendió nuestra actitud. Pero imprevistamente vino a nuestro vestuario Carlos Alberto, compañero de Pelé, a pedirnos que si éste hacía el gol, nos fuéramos de la cancha. Ellos harían lo mismo, con el propósito de dejarlo solo a Pelé en los festejos. Lo sacamos cagando. Entonces, entramos los once muy incentivados, con unas ganas locas de ganar. El escenario fue el imponente estadio Fonte Nova, terminamos 1 a 1 y el ‘Rey’ Pelé no pudo conseguir su ansiado objetivo ante nosotros".

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Muy contento, sobre todo por el recibimiento que hemos tuvido.

(NICOLÁS OLIVERA, futbolista uruguayo, en CV152 Paz la Nueva Radio de Guichón, en 1997, recién llegado de Malasia consagrado como subcampeón de la Copa Mundial de Fútbol Sub-20)

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No sé por qué la prensa crea cosas. Muchas veces dije que Maradona es un gran jugador, pero mi mamá siempre ha dicho que yo soy mejor.

(PELÉ, el 27/05/09 en visita a Montevideo en donde fue declarado "Visitante Ilustre" de la ciudad)

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Balón (Antonio Del Toro - México)


Más que la pelota
que parte de la mano
que maravilla el balón
que sale del sueño disparado.

Todos los vimos atravesar
el ángulo preciso y cruzar el espacio.

Nunca ni el globo, ni el avión,
ni el pájaro o la flecha
partirán tan llenos de milagro.

Todavía lo siento en el pie:
ya está entre esas redes.

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Los estadígrafos están siempre a la pesca de una revisión de datos para dar a luz hechos insólitos. Por ejemplo, hay informes que determinan récords que forman parte de una "historia negra" en cuanto a escasez de goles o de ineficacias en cuanto a tácticas ofensivas de algunos equipos locales.
Por ejemplo, Ferrocarril Oeste, en Primera División, ostenta 876 minutos sin hacer goles, entre la última fecha del torneo Apertura de 1998 y la 10ª del Clausura de 1999, cuando Chaparro le anotó un tanto a River Plate.
En cuanto a la peor campaña en Primera División, ésta le correspondió a Argentino de Quilmes, cuando en el torneo de 1939, de los 34 partidos que disputó, perdió 30 y empató 4. En esa, su única temporada en el torneo superior, nunca tuvo la alegría de un triunfo.
Por su parte, Hugo Villaverde (foto), extraordinario último hombre de Independiente de las décadas del 70 y el 80, tiene el récord de cotejos jugados por un defensor (entre Colón e Independiente) sin anotar goles: 435 partidos. En cuanto a técnicos, Platense tuvo, en 1966, una seguidilla sin que ninguno diera en la tecla en cuanto a resultados. Pasaron por ese año en el equipo calamar ¡8 entrenadores…! A saber: Faidutti, Barreiro, Geronazzo, Cozzi, Kralj, Ferreira, Areso e Ignomirielio.

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No me atendía, así que opté por mandarle un mensaje y comunicarle que estaba despedido.

(GUILLERMO GARCÍA, presidente de Sportivo Desamparados de San Juan, comentando la forma en que despidió al técnico del club, Mauricio Magistretti, a causa de que no le atendía la llamada -26/05/09-)

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Decidle que mueva el culo hacia adelante. No pagamos un millón de dolares por un tipo que holgazanea en la defensa.

(Un directivo del Cosmos de Nueva York, en 1979, pidiendo a un colaborador que le diera su "mensaje" a Franz Beckenbauer)

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Johan Cruyff (Adolfo Rua - España)

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El fútbol al desnudo

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Todos los grandes jugadores argentinos de la década del sesenta, afirman que Federico Sacchi fue uno de los más talentosos, de los de mayor prestancia como volante o marcador central, y con una pegada de balón inigualable.
Sacchi, un maestro futbolístico para toda una generación de jugadores, nació en Rosario el 4 de Septiembre de 1936.
Comenzó a jugar en Tiro Federal, en la divisional “C”, para pasar muy pronto a Newell's Old Boys, donde se hizo conocer en Primera, al lado de un compañero con el que se entendía de maravillas: Anacleto Peano.
Uno de los equipos de ‘la lepra’ de 1960, lo conformaban Gironacci; Ambrosich y D'Ambrosio; Amaya, Peano y Sacchi; R. González, Zurita, Sosa, Lallana y Ance.
Sacchi y Peano pasaron a Racing, para consagrarse campeones en ese mismo año: 1961. Era el equipo de Negri; Anido y Mesías; Blanco, Peano y Sacchi; Corbatta, Pizzuti, Mansilla, Sosa y Borges o Belén.
Fue la consagración de Sacchi quien, convocado por el técnico del seleccionado nacional, Juan Carlos Lorenzo, intervino en el Mundial de Chile de 1962. Con la casaca nacional jugó 15 partidos, convirtiendo un gol.
En 1965 pasó a Boca. Una de aquellas alineaciones xeneizes fue: Roma; Silvero y Marzolini; Simeone, Rattin y Sacchi; Pianetti, Ángel Clemente Rojas, Alfredo Rojas, Grillo y González. Sacchi no fue siempre titular, pero Boca se consagró campeón.
Más tarde jugó en Perú, (Porvenir Miraflores) y Brasil, retirándose en 1970, con la misma calidad de siempre.

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Hoy la primicia es ganar.

(MARCELO "Pato" SOSA, ex internacional uruguayo, al ser entrevistado antes de un partido en 2005. ¿No sería la premisa?)

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Pegarle de rabona no es un lujo ni tampoco demostración de calidad, es simplemente como gritar que tu otra pierna no sirve para nada...

(CLAUDIO BORGHI, ex jugador y entrenador argentino)

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El delantero usurpado


En la temporada 1983-84, un patoso delantero jamaicano fichado por el Milán al Watford inglés contribuyó decisivamente con sus errores a la pésima campaña que terminó con la escuadra rossonera en la Serie "B" del calcio.

Los tifosi milaneses purgaron en él su frustración. Especialmente irritados, los neofascistas nunca pudieron admitir que aquel negro desgarbado que había llegado con honores de estrella cobrase más que sus colegas blancos y se retirase millonario tras sufrir (o fingir, eso nunca se aclaró) una lesión, dejando al equipo en la peor crisis de su historia reciente.

Muchos años después, fusilado por el sol de su Jamaica natal, Luther Blisset apuraba en ron las últimas liras de su contrato millardario, sin saber que estaba prestándole su nombre a uno de los fenómenos contraculturales más significativos e impactantes del cambio de milenio.

Y es que sobre 1993 unos cuantos estudiantes de Bolonia “la roja”, la capital histórica de la izquierda italiana, tomaron el nombre del mediocre jamaicano para firmar panfletos y reivindicar actos de guerrilla mediática, en lo que era el arranque del fenómeno Luther Blisset.

El contexto de este segundo nacimiento de Blisset está muy bien definido: una izquierda intelectual vinculada a los centros sociales ocupados y a las redes culturales alternativas, embrión local de ciertas corrientes integradas luego bajo la inexacta etiqueta “antiglobalizadora”; una izquierda bien formada y a la vez curtida en el activismo de la lucha estudiantil.

La primera batalla de renombre ganada por este originario foco de acción de Luther Blisset en su guerrilla mediática se libró en el programa de televisión Chi l’ha visto, versión italiana y más morbosa de “Quién sabe donde”, en el que una llamada a nombre de Luther Blisset denunció la presunta desaparición del presunto ex-artista punky Harry Kipper, cerca de Udine, mientras viajaba en una bicicleta de montaña con la intención de trazar la palabra “ARTE”.

Entre los objetivos principales de este colectivo que comenzó a identificarse con el heterónimo múltiple Luther Blisset, hay que destacar así, sobre todo al principio, la puesta en cuestión de la infalible verdad difundida por los medios, el sabotaje desde dentro, con las mismas armas (la tergiversación, la manipulación, la no contrastación de fuentes) que tan a menudo les sirven a los propios mass media para construir la realidad a su antojo y conveniencia.

Pero el fenómeno fue enseguida más allá de esos furtivos fraudes mediáticos. Inmerso en el despegue de Internet, Luther Blisset encontró en la Red su medio ambiente ideal para crecer y multiplicarse. Además de las páginas virtuales o reales en las que se comentaba el asunto desde el escándalo o la fascinación o las dos cosas, Internet fue el cauce perfecto para miles de nuevas travesuras y nuevos textos rubricados por Blisset, perfilándose así definitivamente la naturaleza múltiple de la identidad del personaje.

Y mientras esto ocurría en la ingobernable república de Internet, los hipotéticos padres de la criatura, los cuatro veinteañeros boloñeses que fueron los primeros en utilizar el seudónimo Luther Blisset, convencieron a la todopoderosa casa Mondadori para publicar Q, una novela histórica escrita entre los cuatro. Q plantea un viaje por toda la Europa del siglo XVI, en pleno conflicto entre la modernidad del humanismo renacentista y el oscurantismo religioso heredado del medioevo que se resiste a desaparecer. Mezcla personajes y situaciones documentadas con leyendas de capa y espada, en un deslumbrante ejercicio de erudición y de fantasía, para trazar una parábola sobre el sentido de las grandes revoluciones sociales.

Sólo en Italia, el libro ha vendido casi 100.000 ejemplares, pero el número de lectores que han tenido acceso a Q es muy superior, ya que, desde la misma novela se daba permiso y se alentaba a fotocopiarlo (además de que ha estado disponible en varios lugares de Internet).

Con la edición en Mondadori, el proyecto Luther Blisset cumplía una de sus principales ambiciones: dar el salto desde la marginalidad a la cultura pop, llegar al corazón de la industria cultural. Pero lo más sorprendente fue la promoción de la novela, consistente en un “essere presenti, ma non apparire” (“hacerse presentes pero no aparecer”). Le interesa a Blisset una transparencia frente a los lectores pero una opacidad frente a los medios de comunicación. No se trata del aislamiento o la renuncia que han cultivado escritores como Onetti o Sallinger, sino de una peculiar forma de prestarse al juego de las actividades promocionales poniendo unos límites, para no degenerar en el tedioso culto al autor-personaje público. Luther Blisset, los cuatro Luther Blisset autores de Q, han concedido entrevistas y han hecho presentaciones públicas de sus libros, pero no han permitido que se difunda su imagen ni en fotografías ni en televisión, ni han filtrado detalles de su vida privada.

Y además le pusieron un plazo de vida a “su” Luther Blisset, el quinquenio que fue de 1994 a 1999, para no convertirlo en un autor-personaje más de los que criticaban. Desde entonces andan embarcados en un nuevo proyecto, el laboratorio de diseño literario Wu-ming.

Otros Luther Blisset siguen vivos, sin embargo, en todo el mundo, firmando y manifestándose aquí y allá, fiel a su identidad múltiple y única que contribuye a poner en crisis la tiranía del artista como clarividente genio individual.

¿Y a aquél Luther Blisset jamaicano que hundió al Milán en Segunda, chi l’ha visto?

(artículo del periodista español Juan Antonio Bermúdez y publicado en el portal "Literaturas.com")

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El 22 de Febrero de 1976, por la 3ª fecha del torneo Metropolitano (zona B) se enfrentaron River y San Lorenzo de Almagro, en Núñez.
Esa tarde, Leopoldo Jacinto Luque, de River, se convertiría en el primer futbolista en anotar 5 goles en un clásico de equipos grandes, en toda la historia el profesionalismo argentino.
River venció a San Lorenzo por 5 a 1, I con 5 goles del hombre que descolló también con la camiseta del seleccionado nacional que ganó la Copa del Mundo en 1978. La síntesis del partido fue la siguiente:


RIVER (5): Landaburu; Comelles. Perfumo, Passarella y H. López; Merlo, Russo (Artico) y Sabella; Pedro González, Leopoldo Jacinto Luque y Más (Reinaldi).

SAN LORENZO (1): Irusta; Ruiz, Navarro, Olguín y E. Sánchez; Gauna, Maletti y Mendoza: Premici, Villarreal y Rizzi.

Árbitro: Miguel Ángel Comesaña.

GOLES

1º Tiempo: 16' Luque (R).
2º Tiempo: 9', 28', 30' y 32' Luque (R) y 39' Jorge Olguín (SL), de penal.

Leopoldo Luque, proveniente de Unión de Santa Fe, se consagró en River, debutando en el seleccionado nacional, dirigido por César Luis Menotti, el 3 de Agosto de 1975 frente a Venezuela, por la Copa América. Tuvo 45 presencias con la camiseta argentina. Nunca defraudó.
En ese torneo de 1976, Boca Juniors fue el campeón del Metropolitano y pese a sus 5 anotaciones en un solo partido, Luque no pudo ser el goleador. El máximo artillero de ese torneo fue Mario Alberto Kempes, que jugaba para Rosario Central, con 21 conquistas.

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Maradona pasea solo dentro del gigantesco hotel donde se aloja en estos días el seleccionado argentino.
Lo observábamos ayer, visiblemente molesto en todo ese lujo. Podríamos jurar que en poco tiempo Diego Maradona empezará a comprender que el fútbol está hecho también de pequeños y grandes sufrimientos.


(ENRICO MAIDA, "Corriere dello Sport-Stadio", 25 de Mayo de 1979)

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La mujer es como un jugador: si no quiere en determinada posición, no hay que insistirle.

(CARLOS BILARDO, ex jugador y entrenador argentino)

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El fútbol o yo (Alejandro Brandes - Argentina)


Cuando tenía diez años, conocí a una nena que se llamaba Estela, fue en un baile de disfraces, yo estaba disfrazado de astronauta y ella tenía puesto un ridículo vestido violeta y un sombrero marrón, que hacia juego con sus ojos.

-¡De qué estás disfrazada? -le pregunté.

Ella me miró con cara de perro rabioso y me contestó: ¡no tengo puesto ningún disfraz!

Luego le pedí disculpas y la invité a bailar, poco a poco nos fuimos conociendo, hasta que un día, la llamé por teléfono y le pregunté si quería ser mi novia (me daba mucha vergüenza, hacer semejante pregunta personalmente), ella me contestó que sí, pero con la condición de que abandonara el fútbol, (yo jugaba en las divisiones inferiores de Independiente) y le contesté que el fútbol nunca lo iba a abandonar y que si ella me quería tenía que aceptarme tal cual era, entonces me puso entre la espada y la pared, y me dijo: “el fútbol o yo”, me quedé pensando unos segundos y le contesté: “el fútbol”. Ella cortó el teléfono y me quedé con el tubo en la mano, sin saber que hacer.

Una semana después, luego de un entrenamiento, el director técnico de Independiente, me miró con cara de lástima y me dijo:

-Pibe, vos sos muy entusiasta, pero sos menos habilidoso que un semáforo.

-Don Jacinto, es probable que no tenga habilidad, pero soy muy buen defensor.

-Mirá pibe, no quiero desilusionarte, pero vos no tenés categoría para jugar en Independiente, vos tenés cabeza y lo mejor que podés hacer, es dedicarte al estudio.

Y yo, que tenía mi orgullo, le dije:

-Don Jacinto, si usted me deja libre va a cometer un gran error, fíjese lo que pasó con el "Mariscal" Perfumo, cuando era un pibe lo echaron de River y hoy es una estrella de Racing y de la Selección.

-¡Entonces andá a probarte a Racing!- me contestó, secamente.

Y yo que era un nene muy educado, le dí la mano como un caballero y le dije:

-Don Jacinto, gracias por todo y quiero decirle que cuando sea grande, voy a jugar en la Selección y el primer gol que haga, se lo voy a dedicar a usted.

Después me fui caminando sin rumbo por la avenida Mitre, pensé en ir a probarme a Racing (cuadro del cual era hincha fanático), pero descarté la posibilidad, porque no me parecía justo que en el club de mis amores, jugara alguien tan malo como yo.

Me sentía desconsolado, hasta que el rostro de Estela, se dibujó en mi mente y me dijo: "el amor es más importante, que una pelota de fútbol", entonces me fuí a comprar un docena de rosas y me tomé el colectivo 85 hasta la casa de Estela, toqué el timbre y ella misma abrió la puerta, me miró con un poco de desprecio y me preguntó: -¿qué querés?

Entonces puse cara de arrepentimiento y le entregué las flores, ella las agarró y las arrojó al aire, como si fuese "papel picado".

-Muchas gracias, me encantan las rosas.

-Estelita, te pido perdón por lo del otro día, lo estuve pensando bien y llegué a la conclusión, de que ser tu novio es mucho más importante, que jugar en Independiente.

Ella levantó las cejas, me miró con cara de fastidio y me dijo:

-Lo lamento mucho, pero llegaste tarde.

...y desde adentro de la casa, como si fuese un fantasma, apareció Mariano, que tenía el cerebro de una hormiga, pero poseía la virtud de ser un nene muy lindo, era rubio de ojos azules y jugaba al rugby, la miré a Estelita sorprendido y le pregunté:

-¿Este "papanata" es tu novio?

-Este "papanata" es más respetuoso que vos, se viste con ropa importada, habla inglés, levanta pesas y mi mamá lo adora.

Mientras tanto, Mariano mascaba un chicle, me miraba con carita sobradora y sacaba músculos.

Entonces yo emití un largo suspiro, la miré a Estela con resignación y le dije:

-No me queda más remedio que volver al fútbol, cuando sea grande voy a jugar en la Selección y el primer gol que haga te lo voy a dedicar a vos.

Después me fui...

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La Copa América de 1925 tuvo la curiosidad del pequeño número de participantes: sólo tres, Argentina, Brasil y Paraguay, la más mermada de todas las ediciones disputadas.
Ese mismo año, el argentino Julio Libonatti, “El potrillo” (foto), se convirtió en el primer sudamericano “exportado” a Europa (Italia), y llegó a ser internacional con la selección italiana.
La edición de 1935, disputada en Lima, estrenó la posibilidad de hacer cambios de jugadores en los partidos (tres de campo y el arquero), mientras que la celebrada un año después, en 1936, comenzó ese año y acabó uno después, en 1937, ya que el partido inaugural se disputó el 27 Diciembre y la final a comienzos de Febrero. Precisamente el encuentro decisivo también se prolongó en dos días distintos. Comenzó el 1º de Febrero y acabó de madrugada, la primera vez que se celebraron partidos en horario nocturno.

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Di Stéfano fue manufacturado en la tierra. Pelé fue hecho en el cielo.

(GEOFFREY GREEN, periodista británico)

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Soy un hombre de derechas y he votado a la derecha en las elecciones. Me gustan los valores que defiende el fascismo: la patria, el orden social y el respeto a la religión católica, basta de considerar el fascismo como un tema tabú.

(CHRISTIAN ABBIATI, arquero italiano, en polémicas declaraciones al diario español “El País” del 26/09/2008)

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Carta para Lis (Federico Martínez - Argentina)


Avellaneda 25/8/1991


Querida Lis: Han pasado ya cinco meses de tu partida, sé que es difícil contactarnos por el tema de los horarios y demás, por eso lo único que me queda es mandarte esta carta en la que quiero contarte cómo me está yendo en mi carrera de futbolista, esa por la que tantas noches rezamos juntos para que se me dé.

Un mes después de que te fuiste, comencé a entrenar con el plantel profesional, me di el lujo de correr a la par de “la Tota” Fabbri, “Goyco”, Rubén Paz y tantos otros más.

Me hubiese encantado que estés para mi debut, fue algo mágico, indescriptible, lleno de emociones, largo de contar en una sola carta. Pero no te preocupes, los muchachos del pueblo me lo grabaron entero y me lo trajeron a la pensión para que lo puedas ver cuando regreses. Te juro que me temblaba todo y se me notó más el susto cuando después del partido, me hizo una nota el Flaco Viale.

Disputé cinco encuentros en Primera; todos con muy buenas actuaciones, hasta me citaron para una preselección de la Juvenil Argentina; no quedé, pero no fue por mi culpa.

¡La hinchada me conoce y me aprecia mucho! El último partido que jugué, salí por un dolor en la rodilla y me reemplazó otro pibe de las inferiores de apellido López, le dicen "el piojo", cuando me retiré todo el Cilindro coreaba:"...olé olé olé olé Mati Mati...olé olé olé olé Mati Mati..."

Fue una emoción muy grande, casi me largo a llorar, se me puso la piel de gallina, encima mi familia no había podido viajar porque tuvieron que cuidar a la tía Sara que estaba jodida por la artrosis.

Lo más importante que quiero contarte, es que en la 10ª fecha, contra Platense convertí 2 goles. El 1º fue de cabeza y el 2º de tiro penal (se la piqué al arquero como vos siempre me pedías que haga. ¿Te das cuenta? A la distancia te sigo haciendo caso).

¿Sabés cómo festejé los goles? Cuando hice el 1º me arrodillé en el pasto y comencé a tirar besos con mi mano hacia el norte, donde vos estás, para que te lleguen, en forma de dedicatoria. Para el 2º gol hice algo más evidente, salí corriendo desesperado hacia una cámara de ATC, la tomé con mis manos y bien cerca del micrófono, grité: "Para vos Lis, te quiero amor".

¡No te das una idea cómo me gastaron mis compañeros! el “Coco” Reynoso no paró de joderme, pero el “Pato” Miguez dijo que soy un fenómeno porque impuse una moda; ahora todos los jugadores de distintos equipos hacen lo mismo. Qué sé yo, a mí me salió así, no lo pensé mucho, vos me conocés.

Bueno linda, espero tenerte pronto junto a mí, te tengo guardadas las camisetas de tus ídolos, la de "gambetita" Latorre y la del "Turquito" Mohamed; las únicas que te pude conseguir, porque lamentablemente tuve que dejar el fútbol por culpa de una maldita lesión en la rodilla derecha que ya no me responde más.

Pero vos no te preocupes, quedate tranquila, ya me estoy recuperando de la operación y a la vez estoy haciendo el curso de técnico, porque el club me va a designar una categoría en las inferiores, para seguir ligado al fútbol, que es una de las cosas que más amo.

De mi parte te puedo decir que estoy bien y con paciencia, esperando que todo pase para empezar a trabajar pronto.

Además no me puedo quejar, porque sé que es difícil llegar, y yo no sólo llegué, sino que también pude hacer un par de goles. Pero lo más importante es que pude gritarle al mundo lo mucho que te quiero.

PD: En el clásico contra Independiente estrenamos una bandera que reza: "Más allá de toda lógica, más allá de toda razón, te entrego mi alma y mi corazón". La frase es mía, la hinchada piensa que es el sentimiento que tengo por la Acadé, pero en realidad es lo que siento por vos.
Hasta la vuelta, besos.

(Un gracias enorme a Federico y a Sebastián Farías por cederme este cuento y la ilustración correspondiente al mismo. Gracias amigos!)

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¿Cómo viviste dentro de la cancha la final del último Mundial, con la famosa expulsión de Zidane?

Se ha hablado mucho de esa final, pero puedo entender la reacción de Zizou porque él es un creador y, a veces, la gente quiere destruirlo. Además, en el fútbol ganan o pierden los 23 integrantes del plantel.

¿Te diste cuenta en el momento de lo que había pasado?

No, para nada. Y tampoco quería hablar de eso después, en el vestuario. Con Zidane hemos ganado un montón de cosas. Ganamos y perdimos juntos. Es duro perder, pero hemos hecho un gran Mundial. Creo que se esperaba más de Francia en 2002 que en 2006. Pero el fútbol es un deporte muy raro, ¿no?

(THIERRY HENRY, futbolista francés, en la revista argentina "Viva" del domingo 27/07/08)

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Si Maradona hubiese nacido en la época de Cristo habría sido por lo menos uno de los santos, uno de los apóstoles.

(EMIR KUSTURICA, músico y director de cine bosnio -2008-)

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El técnico que se mantenga al costado... es una figura importante, por supuesto, pero es más probable que pierda el partido a que lo gane. A los partidos los ganan los jugadores.

(ROMARIO, ex internacional brasileño)

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Fútbol modesto (Leopoldo de Luis - España)


Desmontes amarillos bajo el sol del invierno
que pone su piedad, su tibieza en las cosas,
que arranca falsas luces de los vidrios verdosos,
diamantes de un fantástico sueño por el que cruzan
heridos perros de esperanza y pena.

Delgados muchachitos,
pálidos obrerillos con sus botas gastadas,
bajo sus trajes grises, que van a hacer deporte
o a aprender que ellos mismos son un balón doliente
que a puntapiés manejan los grandes jugadores de la vida.

Mañana de domingo. La carne fatigada
bosteza lentamente su cansancio remoto.

Una humilde ilusión, como el rayo en los vidrios,
arranca de las almas llamitas de alegría.

Bota el cuero cosido de esperanza,
hinchado con un aire de esperanza,
de risa triste, de ilusión oscura.

Colores desteñidos que nunca se asomaron
al sol de los estadios,
van, vuelven, corren las camisetas, buscan,
persiguen una esfera del color del sueño.

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Cienciano del Cusco y Juan Aurich de Chiclayo se enfrentaron en el Estadio Garcilaso de la Vega en el año 2002. Los dos equipos no se percataron de un detalle: tenían camisetas de un color similar (rojo) Por eso el conjunto chiclayano usó un chaleco verde encima de la indumentaria oficial, lo que motivó la ira y la explosión de un periodista canoso, experto y fanático del fútbol en Europa, donde, según él, esas cosas jamás ocurren por ser un continente que respeta las reglas; y no hay informalidad. "Esto sólo pasa aquí en el Perú, donde existe un fútbol social. Cómo vas a jugar un partido del torneo local con chalecos de entrenamiento", renegaba el destacado comentarista.
A minutos de la conclusión del choque en la Ciudad Imperial llegó la noticia de que Claudio Pizarro delantero del Bayern Munich, había anotado dos tantos ante Hamburgo. Lo curioso fue que las imágenes de la televisión internacional mostraban al 'Bombardero de Los Andes' celebrando con la camiseta roja y oficial del cuadro bávaro y un ¡chaleco verde! encima, debido a que Hamburgo se presentó en Olímpico de Munich con un uniforme de tono parecido al del dirigido en ese entonces por el DT Ottmar Hitzfeld.
Parece que también en Alemania hay fútbol social...

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Aun ganando se puede ser un perfecto imbécil y perdiendo se pueden sacar de la experiencia una serie de enseñanzas que permitan reconvertirlo en triunfo.

(JORGE VALDANO, ex jugador y entrenador argentino -1996-)

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Para compararse conmigo Maradona tiene que pedirle permiso primero a Sócrates, Tostao, Rivelino, Zico y Romario, así como otros grandes jugadores brasileños y luego tiene que pedirle permiso a Di Stéfano y Moreno, dos grandes argentinos que fueron mejores que él.

(PELÉ, en el 2000, tras darse a conocer una encuesta entre cibernautas de la FIFA que premiaron a Maradona como el mejor jugador del siglo)

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Alessandro Del Piero (Christian Stellner - Austria)

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Cero a cero (Tito Fernández - Chile)

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Diego Lucero fue un recordado periodista que se distinguía por su particular forma de contar anécdotas transcurridas a través de años de comentar fútbol.
En su libro, "10.000 horas de fútbol" (foto), recordaba una simpática historia gastronómica ocurrida con unos jugadores uruguayos en el Sudamericano de Guayaquil de 1947 el cual cubrió para un periódico de Montevideo: "El torneo se jugó al finalizar el año y es normal en esa región del mundo que a fines de Diciembre comienza la época de las lluvias. Y huyendo de las lluvias, bandadas de grillos voladores, una especie de langostas, pero un poco más grandes que ellas, y más repugnantes, se levantan de los campos corridas por las lluvias y caen sobre las poblaciones, atraídas por las luces de la ciudad.
En aquel año, cuando estaba por terminar el campeonato, cayeron sobre Guayaquil unas bandadas imponentes que se introdujeron en las casas, un azote de destrucción. Se comen las cortinas de las casas, se introducen en los roperos y se comen todo lo que encuentran, tapan las veredas de tantos que son y hay que andar pisando una alfombra de grillos. Y pasó en un restaurante. Fueron a comer un mediodía que estaban de franco, el Negro Sarro, Schubert Gambetta y el morenito Rodríguez Andrade. Y cuando vieron que el mozo, ordenando la mesa, puso junto a los platos dos cucharas, preguntaron intrigados: '¿Y por qué esas dos cucharas?'. Y el mozo, sobrador, les dijo: 'Son dos, una para sacar los grillos, y la otra para tomar la sopa'..."

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Algunos monopolios surgen a través de la posesión de tierras que contienen minerales particularmente valiosos y aguas termales o están situadas en privilegiadas localizaciones geográficas. Otros, a causa de habilidades anormales como la voz de Maria Callas o el pie de George Best.

(B. J. Mc CORMICK, escritor británico)

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A mí me reprochaban mis noches milongueras, pero no sabés qué lindo entrenamiento es el tango para los jugadores. Fijate. Tenés ritmo, después cambio de ritmo en una corrida, manejo de perfiles, trabajo de cintura, de piernas. Mirá que en una de ésas yo anduve bien en el fútbol por eso, por ir a bailar el tango todas las noches.

(JOSÉ MANUEL MORENO 1916-1978, ex futbolista argentino)

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Una final con handicap


En 1962, Pelé era la figura indiscutible del fútbol mundial; su fama había atravesado todas las fronteras. De ahí que en el Campeonato del Mundo se aguardara con expectación su presencia como auténtico conductor del equipo brasileño. Desde hacía cuatro años la selección apenas se había renovado. Aún jugaban los laterales Djalma y Nilton Santos, de 37 y 36 años, respectivamente, aunque la franja central de la defensa la cubrían ahora Zoísmo y Mauro, menos seguros, por otra parte, que Bellini y Orlando. Afortunadamente, en la portería estaba, mejor que nunca, Gilmar.

El centro del campo había variado poco. Seguían firmes Zito y Didí, éste después de haber pasado, con poca fortuna, por el Real Madrid.

Tampoco se había modificado la línea atacante, con Garrincha, Vavá (38 años), Pelé y Zagallo. La táctica brasileña se había hecho más conservadora a medida que la veteranía de sus astros obligaba a éstos a jugar con mayores precauciones. De esta forma Zagalo se convertía prácticamente en un tercer centrocampista y Pelé tenía libertad de acción para moverse por toda la franja izquierda del campo.

No obstante, la presencia de Pelé en el Campeonato resultó lamentablemente corta. En el segundo partido, contra Checoslovaquia, quedó fuera de combate por una grave lesión en la ingle.

El nerviosismo y la inquietud se apoderaron de los brasileños, que tuvieron enormes dificultades para batir a España por 2-1 en el último partido de la fase eliminatoria, y ello gracias a dos goles de Amarildo, el sustituto de Pelé. Este joven jugador, desconocido fuera de su país, vino a ser la estrella y la tabla de saltación de su equipo. Menos completo que Pelé, Amarildo poseía, en cambio, un innato sentido del gol.

Brasil llegó a la gran final para encontrarse de nuevo con Checoslovaquia, que había eliminado en semifinales a Yugoslavia por 3 a 1.

En tanto, la 'canarinha' se había librado de Chile por 4 a 2, con dos goles de Garrincha y otros dos de Vavá. Amarildo parecía haber perdido el espectacular toque de su primer partido frente a España.

La final fue poco espectacular y muy diferente de la celebrada en Estocolmo cuatro años antes. Brasil se basaba en la experiencia y el contragolpe, igual que Checoslovaquia, que había dado la sorpresa llegando a la final con una formación no menos veterana (29 años de promedio, el más elevado después de Brasil). El soviético Latuchev fue el encargado de dirigir el partido.

Lo mismo que en Estocolmo, Brasil empezó perdiendo. A los 15 minutos, Masopust, el potente centrocampista checo, abrió el marcador. Casi inmediatamente, empató Brasil por medio de Amarildo, que había recobrado su dinamismo. Pero en esta ocasión las cosas no se veían tan cómodas; la lucha era tremenda en el centro del campo.

El primer tiempo finalizó, pues, con empate a uno. Esta situación se mantuvo hasta el minuto 70 de juego, en que Zito, el veterano medio volante, puso por delante a Brasil, que podía aplicar de esta forma su táctica de contención y contragolpe.

Zagallo se retrasó ostensiblemente para sostener a sus compañeros centrocampistas, mientras que los diabólicos regates de Garrincha obligaban a la defensa checa a vigilar sus puestos. A un cuarto de hora del final los checos se lanzaron al ataque, y poco después, en un fallo del portero checo Schroif, Vavá redondeó el triunfo brasileño.

Era el final de una época. Vavá, Didí, Garrincha, Nilton y Djalma Santos..., todos estaban en el crepúsculo de su carrera. Pasarían ocho años antes de que Brasil saboreara de nuevo las mieles de la victoria. Un solo superviviente. Pelé, culminaría en México su fabulosa carrera deportiva.

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Lo dirigí a Pablo en la 6ª de Estudiantes de Río Cuarto. Y no le perdonaba una. Un día me agarró mi mujer y me dijo que Pablo estaba muy mal porque yo nunca lo veía jugar bien. Tenía 13 años Pablo. Me senté con él y le expliqué que debía dar el ejemplo, que ante sus compañeros le tenía que pedir más que a nadie. Y le conté una fábula: había un campesino que tenía una carreta tirada por un caballo y cada vez que llovía los caminos se ponían muy fangosos, casi intransitables, pero igual tenía que cruzarlos. Para que el caballo tirase, el campesino le pegaba con el rebenque una y otra vez. “¿Por qué lo hace, pobre animal?”. Lo acusaba la gente. “Porque a los más nobles es a los que más se les puede pedir”, respondía el campesino.
En ese momento no sé si Pablo lo entendió, pero con el tiempo me dijo que le había servido mucho que yo no fuera contemplativo con él.

(RICARDO “Payo” AIMAR, ex jugador de Belgrano de Córdoba en 1971, donde tuvo como compañeros a Hugo Tocalli y a “Milonguita” Heredia, en “La Nación Deportiva Mundial” del lunes 19 de Junio de 2006, hablando de su hijo Pablo)

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Me quedaré en el fútbol. Ni siquiera me importa que me usen como banderín de córner.

(DEREK DOOLEY, ex futbolista inglés quien sufrió la amputación de su pierna derecha a raíz de una colisión accidental con un arquero)

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Es inútil comparar a Messi con Maradona porque un jugador como Diego no nacerá nunca más.

(CARLOS SALVADOR BILARDO, Director General deportivo de la AFA, opinando el 8/1/09 acerca de una comparación inevitable)

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El arquero brasileño Manga tuvo, en los años 60 y 70, las mejores actuaciones en equipos de su país y en el exterior.
Cuando atajaba para Nacional de Montevideo, en la década del 70, tenía una cábala que le dio excelentes dividendos.
Según lo escribió en su libro autobiográfico el ex titular del club montevideano, Miguel Restuecia, Manga manejaba muy bien sus contratos, y hasta la posibilidad de adelantos.
Un día, el arquero se acercó a la sede de Nacional, aduciendo que le debían dinero. Le informaron que estaba equivocado, pero él insistía en que aún le adeudaban el premio... ¡pero del domingo próximo cuando debían enfrentar a Peñarol!
Tomando su pedido como una fe ciega en el triunfo de Nacional en el clásico uruguayo, decidieron darle el "adelanto". Y Nacional ganó. A partir de esa instancia, y ya como cábala establecida por todos. Manga repetía el cobro del premio por adelantado cada vez que enfrentaba a Peñarol.
Y aquí lo insólito: Nacional, con Manga en el arco y el dinero en su bolsillo en los días previos, estuvo 16 clásicos consecutivos sin perder.
Y a propósito del "1", tiene en sus registros un golazo de arco a arco que marcó el 30 de Mayo de 1973, cuando Nacional se enfrentó a Racing de Montevideo y ganó 7 a 0. Manga convirtió el último tanto, con poderoso remate desde su área. Inolvidable.

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Con la pelota entre sus pies, hace que el Ballet del Bolshoi parezca un grupo de enanos inválidos; y la forma en que sus zurdasos violan todas las leyes del continuo espacio-tiempo harían que el mismo Einstein se ensuciase los pantalones.

(NewCity.com opinando sobre el búlgaro Hristo Stoitchkov del Chicago Fire -2001-)

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Tenía un amigo camarero. Su tarea era traerme 3 o 4 croissants después de hacer el amor. Traía los croissants a la escalera del hotel, yo acompañaba a la chica y hacíamos el intercambio: él se llevaba a la tipa, yo me zampaba los croissants. Sexo y comida, la noche perfecta.

(ANTONIO CASSANO, jugador italiano, en su libro “Dicco Tutto” -Lo digo todo-)

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Ese día estuvimos todos (Rodrigo Damián Gaite - Argentina)


“En el colegio me enseñaron
que este país es grande y tiene libertad”
(Moris)

La semana anterior, mientras acomodaba unos apuntes sobre el mantel de hule en la mesa de la cocina, le prometió a Clarita que la plata del préstamo la iba a emplear en la refacción de la casa. O parte de la refacción, porque para todo no iba alcanzar. En el baño iba a cambiar los azulejos y los artefactos, pero lo más probable era que la cocina quedara para más adelante. Pero por lo menos hasta que se casaran podría dedicarse tranquilo a arreglar la vivienda de sus padres, sobre todo la habitación matrimonial que comenzarían a utilizar cuando regresaran de la luna de miel. Tenía que rasquetear las paredes y darles unas manos de pintura, reparar el placar y engrasar las bisagras de las puertas.

Y como iba a ver polvo por todas partes, le pidió que esperara para llevar el Wincofon y los discos de vinilo de rock nacional, encima ella era tan cuidadosa que a los de Almendra y Pescado Rabioso solo faltaba que los pusiera adentro de una caja de cristal.

A ella la conocía de toda la vida por que vivían en el mismo barrio, pero recién en un asalto que hicieron sus compañeras de 5º comercial, se animó a encararla, desde entonces comenzaron un noviazgo que fue afianzándose cada vez más hasta que llegó la propuesta que a ella casi la deja muda: El casamiento.

Cuando llegó al bar se acordó que al otro día debía llevar la seña por el juego de muebles del comedor.

Hacía rato que el Ford Falcon estaba estacionado sobre la calle Gavilán, pero Manuel no lo vio; de haberlo visto, tampoco le hubiese llamado la atención. Desde que veía camiones del ejército apostados en las esquinas parando a los colectivos y haciendo una minuciosa requisa de los pasajeros, ya nada le llamaba la atención.

Desde que había comenzado a trabajar en la empresa nunca le manifestaron nada por su aspecto personal, pero hacía unos días, le habían “sugerido” que se cortara el pelo, para que sus cabellos castaños luciesen lo más prolijos posible.

Le pidió al mismo mozo lo mismo de todos los días. Se le vinieron a la mente las palabras que no se atrevió a decirle a su madre cuando la encontró en el patio regando los malvones y hablando con los canarios: “Tengo el presentimiento que hoy va a pasar algo importante”. Pero para qué. No fuese a ser que con la situación que se estaba viviendo la vieja pensara cualquier cosa y se hiciese mala sangre.

De hecho no era un día cualquiera, cientos de cordobeses habían llegado al barrio porteño de La Paternal para ver a su amado Talleres, ese Talleres fino y exquisito de Valencia, Ludueña, Galván, Bravo y Bocanelli.

Manuel, acodado en la superficie de madera y con los dedos de la mano entrecruzados, los veía pasar caminando a través del ventanal, siempre tardaba bastante el gallego para traerle un simple café con leche y tres medias lunas. Igual tenía tiempo para entrar a la cancha, no para ver a Talleres sino para ver a su querido Argentinos Juniors, y de paso ver si ese pibe que vio jugar un par de partidos en la tercera podía soportar la presión y las patadas en primera división.

También lo había visto tiempo atrás en el programa de Pipo Mancera haciendo malabares con la pelota, cuando su primo Rafael invitó a toda la familia para mostrarles el nuevo televisor blanco y negro que había comprado y costado un ojo de la cara. Pero lo que más le llamó la atención fue la estampa y la personalidad de ese pibe que ahora le faltaban diez días para cumplir los 16 años.

Como en su casa el fútbol importaba poco y nada, no se sintió afectado para ser de determinado equipo. Le gustaba Independiente por que le gustaba la camiseta roja. Pero quizás si haya tenido influencia eso de querer ser distinto, de pensar de otra manera, por que de Boca, de River y hasta de Independiente eran todos. Entonces no dudó en hacerse hincha de otro que también tenía la divisa roja y el nombre ya lo hacía sentir orgulloso: “Argentinos”. Claro que para eso también debía soportar el mote de equipo chico y el sin sabor de magras campañas.

Alguna vez lloró por su cuadro, era muy chico pero recordaba bien que había sido allá en el 60. Hicieron una campaña brillante, pero perdieron 3 a 1 con Lanús en La Paternal y con esa derrota terminaron segundos a dos puntos del campeón Independiente. Pero nunca en su vida había llorado con tanta angustia y tanto dolor, como dos años antes cuando aquel 1º de Julio falleció el General. Igual se puso contento cuando en el 73, los diablos rojos vencieron a la Juventus con el gol antológico de Bochini.

Durante su adolescencia se enteró que los fundadores de Argentinos eran de ideales socialistas y por eso no era un club, sino una “asociación atlética” y de ahí el color rojo para la casaca. Cuando no lo iba ver de visitante, le gustaba escuchar al gordo José Maria Muñoz, en la oral deportiva. Por que de tanto en tanto interrumpían la transmisión para informar desde las otras canchas y así se enteraba de la suerte de su equipo. Por eso el bichito colorado era algo especial en su vida, era una alegría ir a la cancha, encima desde aquel 24 de Marzo lo que menos tenía el pueblo era alegría.

Se le escapó una sonrisa irónica con eso de “Proceso de Reorganización Nacional”. Hacía poco había estado con otros compañeros en La Plata reclamando por el boleto estudiantil cuando sucedió lo que más tarde se conocería como “la noche de los lápices”.

“Linda manera de reorganizar al país a palazo limpio”, pensó.

Cuando salió del bar, se dirigió rápidamente al estadio y se ubicó en la colmada platea que daba espaldas a Boyacá.

El campo de juego estaba en muy malas condiciones y no daba pie con bola Argentinos cuando empezó el partido, y como era de suponer a mediados del primer tiempo Talleres se puso en ventaja con gol de Ludueña. Cuando terminó la primera etapa, todos se preguntaban por el pibe que estaba sentado en el banco de suplentes.

En el entretiempo Manuel desvió sus pensamientos hacia otras cuestiones. Pensó en sus viejos y sus hermanos, en el sueño de compartir con Clarita toda la vida, en el sueño de que sus hijos crecieran en un país mejor, sin miedos y sin ataduras, con la libertad de expresarse y de elegir, en un país con igualdades sociales. Maldijo la hora de haberse metido en la facultad, estaba jodida la mano en Filosofía y Letras. Maldijo la hora de pensar distinto.

Ese zurdito que la descosía en los potreros de Villa Fiorito y se preparaba para ingresar en el segundo tiempo, lo hizo volver a la realidad. La melena enrulada, la camiseta roja con la banda blanca cruzada en diagonal, el número 16 en la espalda y los botines Adidas, eran el centro de atención de todos los presentes. Era el mismo que Manuel había visto llegar a la cancha vestido con camisa blanca y pantalón de corderoy turquesa con botamangas y se había preguntado si el pibe no tendría calor con la temperatura que hacía.

Años después el pibe contaría casi con gracia que ese pantalón era el único que tenía.

El árbitro Maino autorizó el cambio que todos esperaban que hiciera el técnico Montes por Giacobetti, y Manuel se acordó de sus presentimientos “Va a pasar algo importante”.

Él, nunca le podría contar a nadie, que a la primera jugada el pibe recibió el balón a espaldas de su marcador, se dio vuelta al tiempo que hacía pasar la pelota Pintier por entremedio de las piernas del número 8 Cabrera y mientras bajaban los aplausos de las tribunas, sin saber muy bien por que Manuel tuvo la sensación que comenzaba a escribirse una nueva historia y a partir de ese momento muchas cosas importantes iban a suceder.

Para la historia quedará que Talleres se llevó la victoria por la mínima diferencia. Para las estadísticas también quedará que esa no sería una tarde más.

Al salir de la cancha, no tuvo mucho tiempo de pensar en lo que había presenciado. A pocos metros de la parada de colectivos los cuatros integrantes del Ford Falcon se bajaron y lo increparon al tiempo que le pedían documentos. Eran todos iguales: peinados a la gomina, con camperas de cuero y lentes oscuros. El que tenía cierto aire de “jefe” le inmovilizó los brazos y lo metió a los empujones en el asiento trasero del auto que aceleró bruscamente. Sus ojos marrones se vieron por última vez con un brillo de resignación y desconsuelo. Nunca más se supo de él. Por supuesto nadie vio nada.

En ese momento, en un rincón oculto del deteriorado vestuario, el pibe estaba sentado en un banco de madera cubierto por una toalla, contestando las preguntas de algunos cronistas.

Lástima que Manuel y miles más no podrán contar jamás, la historia que comenzaba a escribirse desde aquel caluroso miércoles, del 20 de Octubre de 1976.

(Mi agradecimiento a Rodrigo Gaite por cederme este hermoso cuento que alude al debut en 1ª División de Diego Armando Maradona)

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Corrían tiempos de Copa Libertadores de América, eran tiempos de gloria para el fútbol argentino, le habíamos ganado merecidamente con Argentinos a dos grandes del fútbol brasilero, al Fluminense y al Vasco da Gama.
Nos hospedábamos en el Sheraton de Río, la costumbre en esos hoteles de gran categoría es colgar en el picaporte de la puerta de la habitación, una cartulina impresa con todo lo disponible en cuanto a las principales comidas, para que el pasajero antes de acostarse tilde en dicha cartulina la hora que quiere despertarse con el desayuno o si quiere ordenar que la cena le sea servida en su cuarto o la merienda, etc. etc. todo el servicio está a la orden del pasajero.
Recuerdo la madrugada antes del último entrenamiento en Brasil, que junto a Emilio Commisso y el “Negro” Juan José López nos dirigíamos a nuestros aposentos cuando al pasar por la puerta de la habitación asignada al “Profe” Carberol y al “Piojo” Yudica (foto), nuestro cuerpo técnico en ese momento, nos miramos y la idea fue simultánea, tomamos la cartulina que colgaba del picaporte, nos fuimos al final del pasillo y consensuadamente llenamos la orden a nuestro criterio:

Hora que desea despertarse: 5 AM
Bebida sugerida: Champagne bien helado con dos copas
Primer plato: Champiñones gratinados y ostras frescas
Segundo plato: Pavo caliente con aderezos afrodisíacos
Postre: Sorbete de fresa fresca y ron

Luego del hecho consumado y siendo las 12 y 30 hs. nos retiramos a dormir.
Grande fue nuestra sorpresa a la mañana entrante, en el lugar donde habitualmente desayunábamos reinaba una llamativa calma, más aún conociendo el carácter de Yudica, nada pasaba y nada pasó hasta abordar el micro que nos llevaría al campo de entrenamiento, todo el plantel estaba sentado en sus respectivos asientos, solo faltaba el cuerpo técnico, cuando estos aparecieron en escena y subieron al micro el silencio era abrumador, subió Yudica y se sentó con su habitual cara de culo. El Profe por el contrario pidió que lo escucharan y en voz alta dijo: felicito a los autores intelectuales y materiales que ordenaron semejante servicio a nuestra habitación, se sentó y no habló una palabra más, nosotros a pesar de nuestras risas contenidas estábamos recalientes porque no era el resultado que esperábamos.
Larga fue nuestra espera para enterarnos de la reacción del cuerpo técnico, esto ocurrió en el vuelo de regreso, cuando asumiendo nuestra autoría ante el Profe le pedimos que nos cuente y con mucho gusto nos contó: "nos despertó el incesante golpeteo en la puerta, miramos el reloj y nos preocupamos por la hora, eran las 5 am, pensamos que habrá pasado para que nos despierten tan temprano, lógicamente el encargado de abrir la puerta fui yo, me encontré con un negro vestido de rojo con gorro de chef que traía un carrito lleno de cosas y me decía en portugués... cena, cena .. pavo caliente y me mostraba una bandeja de plata donde reposaba el ave, yo le decía que se había equivocado, no me entendía y quería entrar con el carro, le grite que no lo habíamos pedido, no entendía y repetía cena.. cena.. pavo.. pavo; en ese momento intervino Yudica muy caliente y le dijo: pavo, pavo nosotros, tómatelas ante que te cague a trompadas, el hombre de rojo se retiro ofuscado, dejó el carrito y volvió a nuestro cuarto con el jefe de seguridad y las autoridades del hotel, palabra va palabra viene todo término horas después cuando intervino un directivo del club que dijo que igual pagaría la cena cuyo costo era de 350 dólares".
Mucho le costó al Profe convencerlo a Yudica para que no tome represalias con los autores, así fue, nunca hasta el final de su cargo Yudica habló del tema.

(Anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)

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El fútbol (muy de vez en cuando) no es una operación matemática de resultados previsibles, sino un encuentro de seres vivos que juegan más para divertirse y gozar que para un salario o una Copa. Esas tardes, en las que el corazón mete los goles y no los pies, se recuerdan después como una de esas experiencias que nos reconcilian a nosotros, los hinchas pobres diablos con la vida.

(MARIO VARGAS LLOSA, escritor peruano, extractado de su ensayo 'El corazón goleador')

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Siempre soñé con vestir la camiseta de la selección, donde siempre fui feliz. Estoy seguro de que si encuentro mi mejor forma física voy a volver. Tengo que mejorar, adelgazar un poco, ganar más velocidad y movimiento.

(RONALDO, tras conocer la posibilidad de que Dunga pueda convocarlo en los próximos partidos de Brasil para la eliminatoria de Sudáfrica 2010)

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Cariño (Ricardo Martínez Gálvez - Argentina)

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El deporte del balón (Eduardo Bustos Alister - Chile)


Rotación y traslación,
el deporte del balón
que en el orbe hace furor.

En la década del veinte
se jugaba por amor,
por los pies y la cabeza
circulaba la de cuero.

Con correas y costuras:
fútbol puro y tesonero
no ha perdido la belleza
ni su límpida emoción.

Hay traslados de sistemas,
rotación de jugadores,
campeonatos permanentes
por copa de campeones.

No dejemos en el olvido
a famosos que se han ido,
de las blancas selecciones
dirigidas por Bertone

A Ramón, el olvidado
le dedico esta canción,
inventor de la chilena,
amateur de corazón.

Los hermanos argentinos,
bautizaron en su honor.
¡Qué jugada más hermosa
del insigne decatlón!..

Hoy espero que este tango,
se haga eco en Argentina,
traspasando las fronteras
de la América Morena,
cuando se haga una chilena
se recuerde a su inventor:
un Unzaga de esta tierra,
por su célebre invención.

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Guando Brasil organizó la Copa del Mundo de 1950, Italia era la selección favorita para quedarse con la Copa Jules Rimet, al haberlas ganado en las dos ocasiones anteriores, en Italia '34 y Francia '38 (el primer Mundial, disputado en Uruguay, había sido ganado por el país anfitrión).
Luego, la II Guerra Mundial evitó que se jugaran mundiales entre 1942 y 1946. Lo cierto es que Italia fue el único representativo que arribó a Brasil en barco. Como el equipo del Torino había muerto trágicamente un año antes en un accidente, al estrellarse el avión contra la colina de Superga, el técnico, los jugadores y dirigentes del seleccionado azzurro, prefirieron la travesía naviera.
Claro que en la motonave "Sies" que los transportaba, se comían muy buenas pastas y como el viaje duró un par de semanitas, todos engordaron más de lo previsto al arribo a la bahía de Guanabara.
El tema fue que en el primer partido, a los italianos se los notó fuera de forma, y perdieron ante Suecia por 3 a 1. Días más tarde le ganaron a Paraguay por 2 a 0, pero no dieron los números para la clasificación e Italia quedó afuera del torneo.
"Quisieron que engordásemos para perder forma -adujeron-; de alguna manera tenían que arrebatarnos el título de campeones del mundo".
Fueron lamentables excusas. A veces es preferible cerrar la boca para no hablar de más, y de paso, comer menos...

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Mucho se habla sobre la evolución del fútbol y hay que aceptar que algo cambió. Pero en el Mundial de 1994 los tres primeros equipos, Brasil, Italia y Suecia, jugaron el fútbol que yo había jugado hace muchísimos años.

(ÁNGEL TULIO ZOFF, entrenador argentino -1995-)

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Muéstrame un hombre que no ha hecho ningún error, y te enseñaré un mentiroso.

(HARRY REDKNAPP, ex jugador y entrenador británico)

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Entrevista a Juan Ramón Carrasco


El técnico que inauguró el Estadio Ciudad de La Plata, aquella noche de Argentina 2 Uruguay 2, dejó en claro cuál es su paladar y su idea como DT luego de una extensa carrera.

“Vos en Uruguay perdés haciendo defensa o siendo avaro para atacar y te justifican. Pero vos podés perder pero atacando y te viene la crítica: que sos lírico, querés jugar bonito. Esa es la mentalidad que hay en Uruguay. Justifican al que no propone, y al que intenta, al que llega, a ése, si no concreta, va muerto. Te hablan con el diario del lunes. Si no se te dan los resultados, ahí están con el "no tenés equilibrio, que no estás balanceado, que te gusta jugar lindo pero eso no es jugar bien. Mil críticas”.

Mate en mano, fiel a la costumbre de su país de no convidar, el ex futbolista que no perdió la estampa, atendió a ATFA con el tema esencial: la pelota.

-Siempre es así, en cualquier punto del mapa evidentemente, ¿Cuándo eras aquel Nº 10, el palo venía igual?

-Claro. Si yo de repente la metía en un tornillo y el equipo ganaba, entonces era un fenómeno, Carrasco estaba iluminado. Pero si el equipo perdía, “Carrasco no estuvo”.

-¿Qué puede contar de su manual, cuál es su revolución, qué trae de nuevo?


-No sé si de nuevo, al fútbol lo interpreto con dos arcos y una pelota, fácil. Tengo la obsesión de ganar, pero no en la teoría, sino llevándolo a la práctica. Para eso tenés que hacer goles, atacar y no entrar a la cancha improvisando, que al entrar al campo no se crea ‘este partido lo gano yo’. Hay un trabajo previo donde es determinante tener en la memoria cómo llegar. Y si eso lo haces a una velocidad atípica es donde mejor sorprendés. Nosotros somos de presionar, de quites técnicos, sobre el quite meter el pase, y de ese pase llegar lo antes posible a definir. Es por ahí donde está la obsesión mía de la disciplina táctica, eso me interesa, más allá de su cuidado personal que es el famoso cuidado invisible. Soy estricto en lo que se hace en la semana, en la pretemporada y que se lleve a fin en el partido.


“No hay que payar”

-Estás convencido...


-Estoy convencido y que el jugador tenga también esa credibilidad. Para eso no hay que payar... El jugador va de menos a más, y es algo totalmente atípico a lo que estábamos acostumbrados. En La Plata te lo puede decir Don Miguel Ignomiriello, una eminencia, que en Uruguay fue un Dios, te lo puede decir con total propiedad. Uno pregunta, consulta a los maestros.

-Tan joven y ya dirigiste la Selección

-Creo que aproveché mi paso por la Selección en mi corta carrera. Pensar que muchos están toda una carrera y no se les da esa posibilidad y a mi se me dio gracias a Fénix, un equipo chico que peleaba descensos siempre, y que a fuerza de goles llegó a una Copa internacional histórica para ese club. En la Selección de mi país tuve la posibilidad de hablar con jugadores que están en las mejores ligas del mundo y ahí les preguntaba qué les parecía lo que yo estaba haciendo, si estaban acostumbrados a eso, si lo habían hecho… Y te encontrás con la sorpresa de que nadie trabaja así. Ellos tienen el aval de que tuvieron muchos técnicos, que mayormente apuntan a defender, a destruir, y dejar liberado al que sabe con la pelota a que él sea quien decida cómo llegar al gol. Esa libertad no la corto, pero el jugador debe tener un libreto muy amplio donde tenga para decidir y llegar al gol.

-Vivís vestido de fútbol, con botines como si fueran zapatos


-Siempre estoy con ropa deportiva, a no ser en los partidos, que soy muy variable. Por ahí estoy de sport, por ahí de traje, por ahí formal, pero en el día a día siempre estoy en ropa deportiva.


-Todos tuvimos una infancia en que alguien nos abrió la puerta para ir a jugar fútbol y nos enseñó el fútbol. ¿Quién fue en tu caso?


-No hablo en lo personal sino en representación de muchos compañeros uruguayos, quien nos enseñó a amar esto y a que sea una carrera seria fue Don Miguel Ignomiriello. En eso no hay dos opiniones.

Trabajo semanal

-Juan Ramón ¿cómo armás la semana?


-No soy esquemático, ni sistematizado con seguir una línea. Me gusta que el jugador entrene con alegría, que no entre en una rutina y aburguesarlo. Trato de hacer mucho trabajo con pelota que es lo que les gusta.


-Sin dejar de lado la motivación, el ánimo


-Por ahí los incentivo con regalos. Si los delanteros hacen tantos goles, y los defensores no reciben, hay un asado que tienen que pagar los de la línea perdedora. El juego tiene que ser democrático y apuntando a sumar para todos.


-El curso de entrenador lo hiciste en...


-En Montevideo, los dos años que se requiere. Es un tema delicado allá porque hay muchos futbolistas que no terminaron el tercer año secundario y a ellos no se les da posibilidad de hacerlo. Algunos no pudieron por negligencia propia, pero otros porque tuvieron que trabajar.

-¿Es condición indispensable estar en esas aulas?


-No lo comparto, pero tuve que hacerlo. Por supuesto que la mejor escuela es la vivida, la práctica. No puede ser que futbolistas campeones, internacionales a nivel club o seleccionados se vean perjudicados por esa reglamentación, no puede ser que no puedan dirigir por no tener el título de entrenador.


-¿Quién pasó por esa?


-Rubén Paz, que para ustedes es ídolo.


-Tu actual institución, River de Montevideo, debe tener un campo para entrenar muy precario, al menos así lo imaginamos...


-Sabés que no. River ha invertido lo poco que le ha entrado por transferencias y tiene su complejo para concentrar, con varias canchas, aunque no tengan el estado ideal. Después tiene su estadio (Parque Saroldi) donde juega de local. Se puede jactar de tener esa independencia.


-¿De qué no te podés quejar de este River uruguayo?

-Que la hinchada y los dirigentes coincidan con el paladar futbolístico. Es una de las entidades que siempre pregonó ese fútbol bien atildado, de buen pase, de apuntar a ganar, de trabajar en inferiores.


-¿Qué es lo que más destacas cuando te llega la oferta: la historia, el dinero, el plantel, el semillero?


-Apunto a la parte sentimental, si uno jugó ahí por ejemplo. Tengo en mi carrera muchos equipos y eso es un plus porque conocés su ideología y la gente que lo maneja. Por supuesto tenés que ver la aceptación de la propuesta de uno y los objetivos de ellos.


-¿Sos de esos técnicos, de los que se levantan a hacer señas cuando van ganando y si pierden se esconden...?

-Lo único que siempre tuve, no sé si como virtud o defecto, es que me molestaba si me sacaban o si jugaba poco.

-Pero durante el partido, ahora DT, no te inmutás ante una cámara…


-Cuando estás en el partido te olvidás de todo.


-¿El mejor elogio que te hizo un periodista?

-Por momentos me comparaban con Maradona, que se yo. Hubo muchos buenos, sobre todo Víctor Hugo Morales, que era hincha a muerte mío y después nos hicimos amigos.

-Tuviste un sponsor que te siguió siempre

-Sí, la marca era brasileña, Atleta.

-¿El mejor gol?

Se lo hice a River, el equipo que dirijo hoy. Se lo hice con Nacional, a Goyén. Parecía un gol de campito, que enganchás y pasa uno, enganchás y pasa otro, y amagás a patear y el golero se tira y se vuelve a levantar, se lo hice cuatro veces, parecía que no quería hacer el gol y por ahí, en una que estaba en el piso, se la tiré por arriba del cuerpo.

-¿Qué es lo más importante que debe tener presente un jugador?


-Disfrutar. Que no lo tome como un trabajo, aunque hacerlo serio.


-¿Vas a ver juveniles, te quedás revisando?

-No, no tengo acceso, pero al equipo del preliminar lo veo y le pido que juegue igual al de Primera.


-En La Plata tenés alguna anécdota con Pinchas y Triperos


-No muchas. El otro día cuando jugamos contra Gimnasia la gente me decía cómo le pegabas. Alguno me gritó el “¡Uruguayo, Uruguayo...!”


-¿Dirigirías a alguno de los dos platenses?


-Bueno, aquí fuimos invitados por Gimnasia, que se ha portado de mil maravillas. Por supuesto ya hay un plus de agradecimiento.


-Recordanos uruguayos que pasaron por el Lobo platense…


-Sanguinetti, Alonso, El "Turbo" Vargas y el que actualmente está, Leal.


-¿Llamás por teléfono a los jugadores, a esos que tal vez hoy no estás dirigiendo?


-Los jugadores siempre te llaman. De repente los que están sin equipo. Cuando apuntás a un refuerzo tiene que ser muy puntual: con características técnicas muy buenas y tienen que ser rapiditos. Si tenés eso, tenés un crédito conmigo.


-Respecto a la comida de un plantel, te metés en el detalle o lo delegás


-No, eso lo delego.


La doble función de DT y Futbolista

-¿Cuál fue el primer equipo que dirigiste?


-Rocha, donde jugué y dirigí al mismo tiempo. Ahí me retiré y después agarré Fénix.

-¿Cómo te sentías en esa doble función?


-Fue algo muy atípico, más acá en Sudamérica. Me sentí bien, en una experiencia que no fue mejor porque Rocha era un equipo amateur que en menos de un mes se hizo profesional, con la famosa integración que se hizo con los del interior. Ser técnico y futbolista fue una linda posibilidad, pero se pagó un precio muy caro de pasar de amateur a profesional a nivel club, en lo futbolístico y en la vida. Me hubiera gustado volver a hacer esa experiencia pero con otro tipo de rodaje en los jugadores


-Ahora que sacaste el mate, ¿alguno de los técnicos te lo prohibió alguna vez?

-No, nunca.
-

Ping pong sobre técnicos ¿empezamos?


-Dale


-Gregorio Pérez
Muy buena gente, por ahí con un estilo totalmente opuesto a lo que es mi forma de trabajar. Muy respetable y una persona querida en el fútbol


-Oscar Washington Tabárez
-En lo que es mi idea futbolística está más cercano. Respetado no solo en Uruguay sino en el Mundial. Le deseo toda la suerte en el nuevo proceso


-Luis Garisto
Tengo una experiencia muy mala, porque él me dirigió. Por lo general no soy de hablar mal, pero tampoco voy a hablar bien porque no me corresponde.


-Víctor Pua
-Fue muy buen jugador y como técnico ha marcado una diferencia con respecto a los juveniles.


-¿Hasta que edad pensás dirigir?

Las cosas hay que hacerlas a gusto y si te sentís feliz. No sé. Hasta que deje de disfrutar.


La familia


-Armaste una familia...


-Tengo dos matrimonios, uno me dio tres hijos, entre ellos Juan Carlos que es mi ayudante. Tengo a Naiqué y a Macarena, una viviendo en España y la otra en Montevideo. Después, con otro matrimonio de mi actual pareja Claudia, con tres hijas mujeres, mellizas de 2 años y una de 13 que es muy buena estudiante y tenista. Y tengo un hijo argentino que vive en Carlos Paz, cuando estuve en Racing conocí a una chica argentina y ella también me dio un hijo. Así que en total son 7.


-¿Cómo se hace para tener la otra vida y ser un profesional famoso?


-Da para todo. Es mentira que no podes disfrutar, que no podes comer. Por ahí veo que los jugadores dejan y se ponen panzones, como si la carrera fuera una esclavitud. Yo digo que todas las cosas tienen su lugar y se puede, hasta salirse de la dieta. Yo disfruto cuando mis jugadores exponen todo lo que les enseñé


-Sección cábalas ¿sirven?


-No, no. La mejor cábala es el trabajo. Es la elección del jugador, y la recepción


-¿Te has agarrado a trompadas por Nacional?

-Están esos momentos, siempre existen, pero siempre entré predispuesto a jugar y a divertirme. Entonces no puede pasar por la cabeza la pelea.


-¿Sos un tipo tranquilo?

-Me considero tranquilo, calmo, frontal, que si no me buscás es difícil que pelee.


El botija de Sarandí del Yi


“Nací en Sarandí del Yi, en el centro del departamento de Durazno. El primer equipo que me probó del fútbol profesional fue Nacional. Ahí hice casi toda mi carrera y aparte soy hincha del Bolso”.

Carrasco se pone cómodo en el sillón del hall de ingreso del Corregidor Hotel. Tiene puesto un camperón de la AUF, abierto el cierre.

-De juvenil, sufriste alguna vez no ser tenido en cuenta en un equipo...


-No. Ya de chiquito en Sarandí del Yi me recomendaron para ir a jugar a Durazno, al Club Ñandutí que queda como a 100 kilómetros. Me quedé en ese equipo y ya era un logro por haberme ido del pueblito donde uno y llegar a la capital del Departamento.


-¿Favorece en los pueblos eso que el único juguete sea la pelota?

-Tenés muchas diversiones, pero claro, lo que sí te puede formar para el futuro con una remuneración es el fútbol, el modo más fácil y en menos tiempo. Lo tomas como una carrera, más allá de que es pasión para el que lo practica.


-Considero que esa remuneración está bastante exagerada hoy día, ¿te preocupa?


-No es un tema que me rompa la cabeza. Sé que mueve muchos intereses y como todo lo que es marketing, por su convocatoria, mueve al mundo.


Amigo de Víctor Hugo

Hace unos años, cuando el relator uruguayo Víctor Hugo Morales fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, se le preguntó si existe el amiguismo en el periodismo deportivo. "Ta Ta Ta" dijo: "Ese es un defecto gigante: la notable necesidad de tomar contacto con el protagonista. Gravísimo error. Les gusta sentirse amigos y así pierden totalmente la objetividad". Pero reconoció que "fui bastante amigo de Juan Ramón Carrasco, un futbolista uruguayo que dirigió a la Selección, medio rebeldón, medio parecido a mí, pero muy querible. Entré una noche a un boliche muy concurrido de Montevideo y él estaba ahí. ¡Y se escondió! Entonces le mandé a decir que si jugaba mal el domingo lo iba a decir, pero que jamás iba a contar que había estado la noche anterior en un boliche. Le dije que escondiéndose me había insultado. Desapareció. Luego vino a la mesa, charlamos y terminamos jugando muchas veces al billar".

(entrevista publicada en el sitio web de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino)

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