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Cholo con orgullo


En el Perú no se puede hablar de la importancia del fútbol sin tocar el caso de Hugo Sotil. Fue símbolo, una figura paradigmática, un predecesor de la importancia que tienen los cholos en el Perú. Fue un notable jugador, por ello el país se le rindió. Ahora conozcamos de él y de su significado para la sociedad peruana.

Corría el año de 1969 y por primera vez éramos ganadores. El himno que se cantaba en las esquinas, el que se escuchaba en las radios era el famoso "Perú Campeón" ("es un grito que repite la afición"). La tarde de la "Bombonera" (estadio argentino donde Perú se clasificó para el Mundial de 1970), será siempre tarde de gratos recuerdos, igual que aquella voz que gritó, ¡¡¡ NO NOS GANAN!!!

Se abría así un nuevo capítulo no sólo en la historia del fútbol, sino también en nuestra propia forma de mirarnos y de mirar a aquellos que eran los protagonistas del drama: los jugadores. Hasta antes de asistir al Mundial de México 70, pocos, muy pocos hubieran apostado su vida a correr detrás de una pelota. El fútbol se jugaba sobre todo porque se llevaba en la sangre, el alcanzar la fama sería obra del destino.

Una clasificación nos colocó donde jamás habíamos llegado, y el fútbol se hizo pan de cada día. Los goles de "Cachito Ramírez" llegaron, sin necesidad de que "Pocho"(comentarista deportivo fallecido) los anunciara, y el Perú se estremeció de júbilo. Didí (el entrenador de la selección) fumó su enésimo cigarrillo y el juego bonito tuvo su partida de nacimiento.

De eso hace ya tiempo, mas nadie olvida esa generación de futbolistas que ya han colgado los chimpunes. Varios de ellos se fueron sin un adiós digno, entre ellos uno que terminó jugando por el Espartanos de Pacasmayo: Hugo Sotil, "El Cholo Sotil".

El de México 70 fue el primer Mundial de nuestra historia futbolística. Con él empieza el ciclo de los mundiales, de las esperanzas en la viveza criolla del entrenador Marcos Calderón en el Mundial del 78, o en la sabiduría del abuelo Tim en el Mundial del 82. Los contratos millonarios llovieron como el maná. Nadie que se precie de ser peruano no puede dejar de reconocer que con ese Mundial el fútbol tuvo su mayoría de edad, y el país entero lo sigue con pasión. El fútbol es el deporte más popular y "es un gran espejo en donde se refleja en gran medida lo que somos como sociedad" (1).

Después de más de veinte años (2), ya es posible hacer un balance de lo que significó aquella generación mundialista, México 70. De todos los jugadores, Sotil tiene un brillo particular. Su historia trascendió fronteras, tal como quedara demostrado en las afirmaciones del ex-técnico de Alianza Lima, el brasileño Amaral, quién aprendió a querer al Perú cuando supo de ese jugador que se escapaba sin zapatos para jugar fútbol.

Estando de acuerdo con el carácter popular del fútbol, con el nuevo ciclo abierto a partir de la clasificación al Mundial, y con la posibilidad de encontrar aspectos de nuestras diversas identidades colectivas en la práctica deportiva, entonces empecemos por el principio. ¿Quién es Sotil?

Es un ídolo. Sí, un ídolo popular cholo. Es la primera gran emergencia futbolística de los cholos en el Perú. Antecede a la música chicha. Con sus quiebres informales conquistó espacios tan exquisitos como el Nou Camp, donde su nombre fue coreado por multitudes. Europa se le rindió y de eso hace como diecisiete años (3).

Años después otro cholo pasearía por Europa su talento, esta vez musical, Chapulín y los Shapis. Pero no olvidemos al ídolo, aquel que nació un 18 de Mayo de 1949, en la décima cuadra de la calle Paita, en Ica. El que jugaba en El Porvenir, en la cancha del Cura, dos o tres partidos los días domingo.

En la sierra, en los tiempos de las haciendas, las mujeres más deseadas solían ser las hijas del patrón, pues éste era considerado el último suspiro de Dios. Eran el sueño lejano que alguna vez se conquistaría. Y así fue, Sotil contrajo matrimonio, un 20 de Febrero de 1970 en la Catedral de Lima, con Guillermina, hija de Don Patronicio Eche, un próspero comerciante de café tipo exportación de Chanchamayo, quien en sus ratos libres se divertía viendo jugar fútbol a sus muchachos de La Parada. Fútbol recio, de cholos que se abren un lugar en la urbe.

A Sotil lo vio jugar en El Gamarra, uno de tantos equipos que tenían su mundo en La Victoria. Don Patronicio tenía un equipo, el Gaillard, que jugaba en la segunda división amateur de la liga de La Victoria. Lo llevo a su equipo y le dio trabajo en su empresa. Sotil se casó con su hija.

Años más tarde el "Cholo" declaró: "Yo nací humilde y sigo siendo humilde. Si juego aquí es porque aquí está la gente más pobre de nuestra Lima, aquí está la pobreza, aquí está la lágrima" (4). La entrevista se realizó al borde del campo deportivo de Manzanilla. Era un campeonato organizado por los trabajadores del Mercado Mayorista de La Parada, cerca del cerro San Cosme.

II

"La tradición del ídolo peruano se engarza en definitiva con el destino cotidiano del pueblo. Es decir, estuvo en la bonanza, pero regresa irremediablemente a su condición de pobre" (5).

La bonanza de Sotil empieza en el modesto estadio de San Martín de Porras, donde desde antaño se desarrollaba el torneo de segunda de ascenso. El ganador del campeonato subía a la profesional. El Municipal, el cuadro de la franja, vivía su hora amarga. La segunda no era un lugar para un club con su tradición por más que esa tradición se pierda en la noche de los tiempos.

Fueron los dirigentes Enrique Noriega y Luis Mora quienes llevaron a Sotil al club. Ellos estaban recorriendo los barrios para armar un nuevo cuadro que disputara el ascenso. Hasta sus oídos llegó la fama del jugador del Gaillard, lo vieron jugar en el estadio nacional frente al Genovesa (equipo reserva del ya desaparecido Defensor Arica), pero no convenció. Volvieron a verlo jugar en el estadio San Martín y allí sí decidieron contratarlo. Sotil sólo por la presión familiar pudo dejar el Gaillard. Las mejoras económicas se dejaron sentir, 3.500 soles sería su nuevo sueldo. Municipal pagó 5,000 soles por su pase, era el año de 1968.

En la segunda de ascenso jugó junto a otro cholo y tocayo: Hugo Ocsas, a quien hizo goleador. Hacer goleadores sería una de las especialidades de Sotil. Era un delantero que no se desesperaba por meter el gol, eso era para otros. El ponía el espectáculo. Generosidad lo llamaron muchos, pero en esa increíble habilidad para dejar regados a los rivales, para burlar hasta a los arqueros y no disparar al arco, había mucho de revancha. Era el "Cholo" quien se entretenía con los rivales, era su manera de demostrarles su superioridad, el gol no era el fin, sus malabares hacían que brotaran aplausos de las tribunas que se rendían a sus pies. El gol lo podía convertir otro.

El Municipal volvió a jugar en la profesional y Sotil fue llamado "El Maestrito", era 1969 y Didí ya tenía armada la selección. La eliminatoria la vivió como cualquiera de nosotros. Su debut profesional fue el 17 de Mayo de 1969 frente a la "U" de José Fernández, Nicolás Fuentes, Héctor Chumpitaz, Challe, Cruzado, etc. Municipal perdió 5-2, pero Sotil demostró su valía.

Bailaba a las defensas y el público gozaba. Alegría, desbordante alegría había en las tribunas cuando el "Cholo" Sotil jugaba. Jaime Mosquera fue goleador, lo mismo que Mellán después, pero siempre serán recordados como resultados de las genialidades de Sotil.

III

La bonanza empezaba a sonreírle. El año de 1970 cinco días después de su matrimonio, el 25 de Febrero, jugo al lado del "Nene" Cubillas, en el famoso combinado Alianza-Muni y fueron los alemanes del Bayer de Munich quienes supieron del fútbol que se practica por estas tierras. Un cholo y un negro, dos exponentes de razas que han sufrido el desprecio de los blancos y que para diferenciarse se han despreciado mutuamente, estaban allí, llenándonos de orgullo. Era un reconocimiento. Cholo y negro no serían el peyorativo de siempre, no cuando se tratara de Sotil o Cubillas.

La sociedad oligárquica que jamás los integró, hubiera dicho "cosa de cholos", "cosa de negros", pero ya los cambios se empezaban a sentir, las tribunas aplaudían y los consideraban parte de todos los peruanos.

El Perú empezaba a reconocerse sin prejuicio en sus jugadores. Era la dupla de oro. Se respetaban y se comprendían. El campo alcanzaba para los dos y todos salían ganando, incluidos los dirigentes que organizaban las ya difuntas temporadas internacionales de verano.

Ya se acercaba el Mundial y Didí no tuvo más remedio que convocar a Sotil. Bulgaria, nuestro principal rival, llegó para realizar dos partidos amistosos previos al Mundial. El partido premonitorio fue aquel en que se perdía en el primer tiempo por uno a cero. En el segundo tiempo ingreso Sotil, pelado a coco, y el cabezón Del Castillo. Perú empató, los búlgaros volvieron a avanzar, nuevo empate y otra vez Bulgaria, 3-2. Sólo faltaba quince minutos para irse a los camarines con una derrota, pero Cubillas dijo presente y otra vez tablas. Las tribunas ya no cabían en su alegría.

Hasta que llego la apoteosis. A los 42 minutos Sotil, sin ser soldado en Ayacucho, diezmó a los búlgaros, eliminó al arquero y las tribunas corearon el gol antes que ingresara la pelota al arco dando botes. El quinto fue lo de menos. Lo real es que se volteó un partido en quince minutos y Sotil dejó sentado que era un mago con la pelota; pero aún así debió saber de la banca.

El equipo de Didí ya estaba armado y él no estaba en sus planes. Pero Sotil demostró tener paciencia. Había invadido para hacerse de un lugar, como invaden sus congéneres la ciudad hasta hacerla suya, hasta ser reconocidos como: "Los héroes anónimos de nuestro tiempo".

El segundo tiempo le aguardaba en la selección y el "Cholo" no se impacientaba. Hasta que llegó el día esperado, el dos de Junio de 1970 en México. Perú con crespón negro y sin Sotil, empezó las acciones otra vez contra Bulgaria. Rafael García, periodista de France Press, escribió: "Todo es desconcertante en Sotil, vista de lince, regateo sorprendente en un pañuelo, especialista en cambiar de velocidad en pequeñísimo trecho. No es la primera vez que la aparición de Sotil cambia el ritmo de la escuadra Inca". El resto es silencio y cosa conocida, incluídas las acusaciones que se lanzaron contra Didí por la derrota frente a Brasil. Hasta comisión investigadora se nombró, y eso que el Parlamento estaba recesado.

Sotil volvió como lo que era, un triunfador. El pelo ya le había crecido y los "sotiles" eran vistos por todo Lima. El peinado "estilo Sotil", era parte del paisaje de la ciudad (‘estilo chontril’ dirían los muchachos de Breña).

Esto es muy importante porque los provincianos siempre afrontaron desprecios, por su forma de hablar, por llevar siempre puesta una chompa como en la sierra, etc. esta pesada carga hacía que muchos se ondularan el pelo, se negaban a sí mismos. "El desprecio a una parte de sí mismos es ingrediente de la hostilidad e inestabilidad. Para sobrevivir como limeños habría que rechazar una parte de sí" (6).

Si hasta hoy se habla de desprecios, hace 20 años ser cholo era una marca pesada. Pero Sotil fue elevado a la categoría de estrella de cine en el año de 1971.

Fernando Batiewsky se encargó de financiar el film "El Cholo". La canción de Abanto Morales "Cholo soy y no me compadezcas", ya no se adecuaba al nuevo momento que se vivía. Al "Cholo" se le admiraba, se le quería y hasta se le imitaba.

La película lo llevó a viajar por mes y medio al viejo continente; Londres, París, Roma, Florencia y Pisa lo vieron en los ajetreos de la filmación. Su co-protagonista era la modelo Nancy Gross, hoy un nombre como miles, en esos días la modelo de la TV más cotizada. Sus hermanas menores bailaban los viernes en el programa del Tío Johnny a GO-GO. "Las estrellitas" vivían en Breña.

Sotil también jugó ese partido y no despreció el gol en esa ocasión. Pasado el tiempo la ex-modelo le recordaría que la vida tiene sus lados crueles. Pero eso estaba lejos de sospecharlo Sotil. en aquellos días los reflectores le seguían, como en aquel partido Muni-Cristal, en donde intentó marcarlo el "Dr" Campos, quien tenía órdenes de su entrenador, el alemán Rudy Gutendorf, de no dejarlo libre en ningún instante. La cámara estaba filmando y Sotil jugó para ella, recostado en la punta izquierda haciendo y deshaciendo al fiel Campos que no lo dejó por más huachas, sombreros y relojes que el "Cholo" le hizo ese día.

Los días de gloria se prolongaban y los estadios seguían llenándose para verlo jugar. Definitivamente había conquistado Lima y de paso el Perú. Pero en el año de 1973 ocurrió el resbalón que pocos imaginaban. La planificación no es nuestro fuerte y menos en el fútbol que es gitano, dicen. Lajos Barotti quiso planificar nuestra clasificación al Mundial de Alemania 74 y no ganar partidos de preparación, pero acostumbrados como estábamos a vivir de apariencias, más valían triunfos mentirosos que un plan serio de preparación, y el buen Lajos tuvo que irse sin que nadie lo acompañe al aeropuerto. Los resultados no pudieron ser peores. Chile nos dejó fuera del camino y los ídolos del 70 conocieron la cara triste de la fama. Está en el recuerdo la rabia de Cubillas y sus lágrimas frente a las cámaras, por no haber podido jugar el partido de desempate en Uruguay. Eran los días donde el nacionalismo de los periódicos se tornó oscuro y chauvinista.

Querían jugadores machos que no se cuidaran las piernas. Cubillas fue excluido de la selección porque se rumoreaba su pase a un equipo extranjero. Al "Cholo" no pudieron tocarlo, pero igual perdimos. Esa señora tan conocida por los peruanos, llamada frustración, se enseñoreó de los campos de juego y todos los jugadores descubrieron que tenían defectos.

Los mismos patrioteros del 73, que no permitieron que un hombre nacionalizado peruano de todo corazón, Ballesteros, atajase por la selección, años más tarde exigirían en todos los tonos que el "Loco" Quiroga se nacionalice. Morales Bermúdez ya estaba en el poder.

IV

Si el pueblo ante las derrotas se encierra en sus frustraciones y el desencanto le gana horas al día, en cambio la salida para los de arriba es mirar al extranjero y asegurar el negocio.

El "Cholo" interesó al Barcelona de España, y las exportaciones no tradicionales empezaron a tener auge. La afición no perdonaba la eliminación en manos de Chile, y el "Cholo" se fue sin despedida de masas, pero en Barcelona demostró que valía tanto oro como el que los conquistadores, durante siglos, se llevaron del Perú. Sotil era quien guiaba al equipo, y no el renombrado Cruyff, pero no supo, no quiso hacer respetar su valía.

Jamás debió aceptar no jugar por espacio de un año, por más que le dieran cinco millones de pesetas y las primas y premios que cobraban los jugadores titulares, esas cadenas de oro pesaron demasiado. se olvidó que de niño eran tales sus ganas de jugar que a pesar de que su madre lo encerraba sin ropa en su cuarto, siempre encontraba a alguien que le proporcionaba lo indispensable para jugar. Se olvidó que en la cancha del Cura vestía distintas casaquillas de equipos para no salir del campo de juego. No supo de los versos de Javier Heraud que dicen: "Un año es un siglo/cuando es un año/de sueños y olvido". 365 días con todas las comodidades y sin poder jugar para el gran público.

El Ferrari era amarillo y las noches interminables. Atrás quedaron las privaciones de la pobreza, pero no era su mundo, y su alma de jugador empezó a morir. De vuelta ya en Lima, y en el Municipal, tendría una experiencia parecida: dejemos que él mismo nos dé su versión: "El impase que tuve con cierta persona, quien me dio una puñalada por la espalda cuando volvía a ser el Sotil de mis primeros momentos... Realmente me perjudicó mucho en mi carrera deportiva, me marginó del equipo, luego de haber jugado la primera rueda y parte de la segunda rueda del descentralizado de 1983. Aducía razones de indisciplina que no existieron... aunque en épocas diferentes, han sido golpes fuertes que he sufrido en mi vida deportiva y jamás podré olvidarlos por sus consecuencias perjudiciales" (7). "La verdad es que entrenaba fuerte, pero muchas veces se me ignoró hasta en el banco de suplentes. Entonces para qué me dije, bajó mi interés, pero yo no me he despachado contra Hobberg" (8).

Lo mismo le sucedió 10 años antes con Rinus Michels. La farra y la bohemia española impidieron que Sotil fuera el de siempre. Pero aún tuvo aliento, fue en 1975 cuando jugó por la selección el partido final de la copa América frente a Colombia. Su físico no era el mismo pero anotó el gol del triunfo a los 24 minutos de la complementaria. Después sería dos años campeón con Alianza Lima, el 77 y el 78, asistiendo al Mundial de Argentina 78, sin el brillo de su primer Mundial.

No es una novedad decir que vivimos tiempos difíciles como tampoco lo es, que cada día y con más frecuencia, los peruanos buscan fortaleza para el espíritu en la fe. Sotil no fue una excepción.

Los periódicos anunciaban su purificación en la fe Mahikari. "Como se recordará, Sotil fue llevado a la congregación Mahikari por su esposa, con la intención de alejarlo del mal camino: El "Cholo" ha decidido rectificar su conducta y el primer paso ha sido recibir la purificación" (9).

Por el año de 1984, Sotil fue nuevamente a las primeras planas de los periódicos, pero por un juicio de alimentos que le interpuso la ex-modelo Nancy Gross. Sotil se defendió: "A mí la gente no me puede decir cómo debo ser ni cómo debo vivir, uno vive como quiere. Me dicen de todo porque sigo caminando por La Victoria, por el barrio de la Avenida América, porque en vez de frecuentar el Sheraton frecuento la tienda del chino José". Continúa diciendo, "lo más importante del hombre es que sea honrado, honesto, sincero y leal y lo que quiero es la lealtad" (10).

Reiteradamente Sotil ha sostenido que "el juego hay que sentirlo, el que es malo es malo y el que es bueno es bueno toda la vida" (11). A pesar de ello sabemos que las jugadas que hacían del fútbol un espectáculo mayor ya no volverán.

Los años del quiebre desconcertante pasaron, pero el "Cholo" buscaría reencontrarse con el aprecio del público. Sino, por qué declarar: "En Barcelona jugué relativamente muy poco y nunca me olvidaron, qué diferencia con el Municipal. En este club me inicié y jugué mis mejores años; es más, pensaba retirarme luciendo sus colores. Pero el trato es totalmente diferente y por eso como peruano me duele, porque creo que hice mucho por esa institución" (12).

Es un descargo con sabor a reproche, contra quienes en años anteriores no le escatimaron elogios, y cuando estaba en dificultades, no dudaron en buscar el lado truculento de la noticia para poder vender sus periódicos. Lo real es que ese tipo de informaciones alejarían a Sotil de importantes sectores juveniles, creyentes en el progreso y que todo en la vida debe ir hacia arriba, siempre consolidando lo ganado, sea dinero o prestigio, como Cubillas, pero esa es otra historia.

Lo importante en Sotil es que es la primera gran emergencia de lo cholo en el fútbol. en el seguimiento a su carrera deportiva es posible comprobar que un amplio sector popular se identificó con él. El mundo criollo aprendió a no burlarse de los jugadores recios, cholos, se les aprendió a mirar como iguales. Los sotiles de cerquillo indomable no supieron de venganza sino de orgullo. Sotil siempre reinvidicó sus orígenes.

Para una sociedad fuertemente impregnada de actitudes aristocratizantes, la victoria de Sotil fue la afirmación d sectores marginados. Sotil hizo mucho más por acercarnos entre peruanos que lo que él mismo imagina. Y eso no se olvida jamás, por más que se haya retirado del fútbol profesional sin un homenaje de despedida. Tal vez haya sido mejor, porque ese vacío puede hacer más grande su figura con el tiempo, único y definitivo juez de lo que realmente es trascendente en una sociedad.

Notas:
1.- Sánchez León, Abelardo, Fútbol: un espejo para mirarnos mejor. QUE HACER 7, 1980
2.- Este ensayo fue publicado por primera vez en La Revista Los Caminos del Laberinto N° 2, Noviembre de 1985.
3.- Este ensayo escrito en 1985, fue incorporado como parte del libro; Perú: Los Eslabones del Archipiélago, ediciones El Laberinto, año 1993.
4.- Diario Expreso, 15 Julio de 1984.
5.- Sánchez León, Abelardo, op. cit.
6.- Cánepa, María Ángela, Páginas N° 90.
7.- diario La Crónica, 18 de Mayo de 1984.
8.- Diario Última Hora, 29 de Marzo de 1984.
9.- Salinas Roberto, "El Cholo se rehabilita" HOY, 12 de Junio de 1984.
10.- Diario La República, Junio 5 1984.
11.- Idem
12.- Diario La Crónica, Mayo 27 1984.

(artículo de Artemon Ospina Salinas publicado en la revista “Los caminos del laberinto” Nº 2, Noviembre de 1985)

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