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"Antes de partir para Montevideo hicimos dos partidos de práctica: uno en Sportivo Barracas y otro en la antigua cancha de River, ubicada en Libertador y Tagle. En ambos encuentros jugamos suplentes contra titulares y esa preparación fue más que suficiente. Es que cuando los jugadores, como ocurrió en esa oportunidad, saben jugar bien al fútbol enseguida se entienden. Por eso no hizo falta una larga concentración, ya que solamente estuvimos todos juntos durante los veinte días que duró el torneo. Además, éramos suficientemente responsables como para cuidarnos solos. La preparación física la hizo cada jugador por su cuenta. Yo, por ejemplo, me entrenaba todas las noches dando 25 vueltas alrededor de la manzana de mi casa. No cobramos ninguna clase de premios, sólo nos asignaron un viático de cinco dólares diarios per cápita y nadie protestó. Imagínese, ¿quién iba a reclamar más plata sí el solo hecha de integrar el seleccionado nacional ya era una honra sin precio?
Desde el primer partido fuimos a la ofensiva. Siempre tratamos de jugar la nuestra, tocando y yendo para arriba. A veces, los rivales nos dejaron hacerlo; otras no, pero siempre intentamos la que sabíamos. Ahora, después de tantos años, pienso que nuestra buena labor se debió a que el director técnico solamente se dedicó a elegir los jugadores y a darnos algunos consejos. El equipo lo designábamos los mismos jugadores, pues nadie mejor que nosotros sabía lo que podía rendir dentro del campo de juego. Con nosotros se dio la lógica: llegamos a la final jugando bien y sólo perdimos por mala suerte, contra los dueños de casa. Es que en el fútbol siempre hay lógica, como también la hubo en este último campeonato de Alemania (1974). Ganaron los que jugaron bien. Los argentinos, que en nuestras canchas se conforman con los oles de la tribuna cuando tocan la pelota para atrás, tuvieron su merecido. Ahora que huelan".

(CARLOS PEUCELLE [1908-1990], recordado jugador argentino, ofreciendo su testimonio acerca del Mundial de 1930, del que fue partícipe, en la revista argentina “7 Días ilustrados” del 28 de Julio de 1974)

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