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Por la Premier League inglesa en Febrero de 2000, se enfrentaron Liverpool y Leeds United, en Anfield.
Un partido que hubiera pasado sin pena ni gloria, pero que quedó en la historia por un hecho singular.
Puntualmente fue un cotejo que dejó ácidas críticas hacia el árbitro que dirigió las acciones, el inglés Mike Reed.
Sucedió que cuando el jugador checo Patrick Berger anotó el segundo gol de Liverpool, el juez Reed levantó su brazo, pero no para sancionar alguna falta que hubiera advertido, sino que fue en señal de alegría por el tanto conquistado por los 'reds'.
Cuando los hinchas de Leeds se dieron cuenta de la felicidad del árbitro, comenzaron a tirarle de todo.
Cuando terminó el partido, lógicamente que Reed debió dar extensas explicaciones. Y encontró una excusa muy buena; dijo que hizo ese gesto, festejando su decisión de haber otorgado la ley de la ventaja en la jugada anterior al disparo de Berger.
Explicó que "le habían hecho foul a Smicer (delantero de Liverpool), pero como éste logró pasarle la pelota a Berger, dejé seguir la jugada que finalmente terminó en gol. Por eso mi satisfacción, por lo acertado de mi actitud".
Pocos le creyeron, aunque nadie dudó de la legitimidad del tanto.

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