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Fútbol y alcohol: un binomio peligroso


El fútbol británico está salpicado de continuos casos en los que el alcohol se entromete en la vida de sus futbolistas y clubes, con altercados que salpican lo deportivo y en ocasiones llegan a los Tribunales.

Los escándalos protagonizados por el inglés Paul Gascoigne, detenido recientemente en un hotel de Newcastle en estado ebrio, o las sonadas juergas a las que son tan dados los futbolistas británicos corroboran que el peligroso binomio fútbol-alcohol continúa, en este país, siendo carnaza de tabloides.

Tal y como confirman las estadísticas, además de ser la cuna del balompié, Reino Unido es, también, un estado que adolece de un serio problema con la bebida (o "binge drinking", como lo llaman allí).

La lista de jugadores profesionales

-véase: joven con éxito, fama, abultado talonario y demasiado tiempo libre- enredados en este tipo de episodios es generosa. La prensa sensacionalista se recrea en las miserias disciplinarias de los Joey Barton (Newcastle United) y los Johnny Evans (Manchester United) del fútbol inglés.

El "tercer tiempo", término de la jerga del rugby y extrapolado al fútbol, alude a la costumbre de ingerir unas cuantas copas al término de cada partido, ha traído más de un disgusto a nombres laureados de este país. El francés Arsène Wenger, técnico del Arsenal, se encontró con un panorama descorazonador cuando asumió las riendas del equipo en 1996: reglas laxas y nada menos que dos futbolistas, Tony Adams y Paul Merson, enganchados a la botella. El último admitía que las "presiones" que acarreaba su estilo de vida le empujaron a esa espiral incontrolable. Ni corto ni perezoso, el "Profesor" erradicó de cuajo los malos hábitos del calendario.

El periodista de Fifa.com Simon Hart observa que “el jugador inglés medio, pese a toda su fortuna, no deja de ser un joven más que se comporta como tal”. Aporta un sinfín de ejemplos: la selección de Inglaterra de la Eurocopa de 1996 se dejó fotografiar en actitudes menos que decorosas en Hong Kong; o las celebraciones ‘a lo grande’ de un "Gazza" que festejaba su famoso gol contra Escocia con ríos de alcohol.

También el Liverpool ganador de los años 80 con Robinson y Sammy Lee era conocido por sus escarceos frecuentes con la botella; y el Manchester United, al arrancar su racha demoledora bajo la tutela de Alex Ferguson a comienzos de los 90, protagonizó capítulos similares de la mano de "joyas" como Bryan Robson o, en menor escala, quizá, de Roy Keane. Ese mismo equipo volvía a saltar a las páginas amarillistas estas Navidades por idénticos motivos.

La lista de borrachos ilustres de este deporte es, pues, amplia. En sus últimos años de vida, el entrenador Brian Clough, que llevó al Nottingham Forest a ganar dos Copas de Europa, fue víctima de una cierta y preocupante adicción. Es bien sabido que el técnico animaba a sus jugadores a tomarse una copa antes de los partidos para "relajarse" y él mismo tuvo que lidiar con su particular batalla aunque jamás lo tildaran oficialmente de alcohólico.

Hart recuerda que antes de que ese equipo se enfrentara al Liverpool en la Copa de Europa en 1978, los jugadores del Forest habían bebido vino en abundancia para poder "echar la siesta". Y dato curioso: en los vestuarios del Forest se podía encontrar siempre una botella de brandy.

En este marco, es inevitable la mención de una leyenda del fútbol de los 60, George Best, ex del United y de la selección de Irlanda del Norte en 37 ocasiones. Natural de Belfast, a día de hoy, ningún norirlandés se acerca, ni de lejos, al apodado "quinto beatle". Amante confeso de una buena juerga, una de sus frases más recordadas decía: "En 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida".

En esta misma línea se movió Gazza, notable en el terreno de juego pero envuelto en episodios turbios, el último ocurrido la pasada semana en un hotel inglés, en el que el ex del Newcastle United o del Tottenham Hotspur era detenido en aplicación de la ley de salud mental por su comportamiento "inestable y errático".

La lista sería interminable. Aún suena en la memoria nacional el delantero centro del Newcastle y del Arsenal Malcolm McDonald, un grande de Inglaterra que pasó varias temporadas en clínicas de desintoxicación y quien fue encontrado en el 98 en estado comatoso, rodeado de botellas vacías de whisky en una pensión del noreste de Inglaterra. En aquel momento, fue la federación de fútbol inglesa la que afrontó los costes del centro médico.

Jimmy Greaves, otro icono de los 60, Alan Hudson, Rodney Marsh y Frank Worthington, en los 70 -tan laureados por sus triunfos en el campo como por el colorín extradeportivo de sus vidas-, Paul McGrath, un brillante defensa del Manchester United, Aston Villa y la selección de Irlanda de los años 80, que culpó de su caída en la alcoholemia a su deseo de "encajar" con el resto de la plantilla, se suman a la lista.

Escocia no se queda atrás, con Jim Baxter, uno de sus mejores jugadores, amante de las salidas nocturnas, las borracheras y la afición al juego; o con Frank McAvennie, con coqueteos con la cocaína y la delincuencia, hasta acabar en prisión.

(artículo de la agencia EFE -Londres- del viernes 29 de Febrero de 2008)

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