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Di Stéfano o la guerra Barcelona-Madrid


Con toda la nativa arrogancia de sus compatriotas, pero también con mucho del encanto natural del latino, Alfredo Di Stéfano hizo la gloria del Real Madrid en los años sesenta. Y la suya personal como uno de los grandes futbolistas de la historia. Pero hasta que llegó a España, su carrera había sido bastante tormentosa. Nacido en Buenos Aires el 4 de Julio de 1926, ingresó en el famoso River Píate, donde destacó muy pronto. Se le llamaba la "saeta rubia". Sin embargo, tentado por las ofertas de un equipo colombiano, el Millonarios, Di Stéfano dejó el River y marchó a Bogotá junto con Pedernera, Néstor Rossi y otros "ases" de la época. Esta situación creó un grave conflicto entre las federaciones de ambos países. Colombia rechazó todas las demandas y fue expulsada de la FIFA, y Di Stéfano, aunque jugador proscrito, se hizo famoso.
Cuando la "burbuja colombiana" explotó, dos clubes españoles, el Real Madrid y el Barcelona, contrataron a Di Stéfano. El Madrid trató directamente con el Millonarios, y el Barcelona con el club de origen, con el que Di Stéfano aún tenía pendiente su compromiso. Y aquí viene lo curioso y anecdótico.
La Federación Española quiso desenredar aquella maraña sugiriendo salomónicamente que Di Stéfano terminara la temporada en el Real Madrid, trasladándose a Barcelona para la siguiente, y así sucesivamente hasta que ambos clubes conviniesen una solución definitiva. Pero, conociendo la rivalidad de los dos grandes clubes españoles, era imposible de llevar a la práctica. El Barcelona tenía ya en sus filas a Ladislao Kubala, un fenómeno llegado a España desde Hungría tras mil vicisitudes. El entonces presidente del Barcelona, D. Enrique Martí Carreto, resumió el proceso en una carta pública que decía entre otras cosas:
"Una vez conseguida la anuencia del River Plate, nos pusimos en relación con el club Millonarios de Bogotá, y después de largas gestiones y vicisitudes se nos manifestó por su delegado que el club que presentara el pase del River obtendría también el de ellos. Esto no sucedió, ya que más adelante tuvimos conocimiento de que el presidente del Millonarios había cedido sus derechos al Real Madrid.
Hecha pública la disposición de la Delegación Nacional de Deportes sobre jugadores extranjeros, orden que acatamos respetuosamente, hicimos todo lo posible para traspasar a Di Stéfano a un club extranjero. Como para esto necesitábamos la conformidad del Real Madrid, me trasladé a dicha capital y, bajo los auspicios de un miembro de la FIFA, que se ofreció para ello, se hicieron todas las gestiones para efectuar el traspaso, sin lograrlo en definitiva. En esta situación y tratando ya sólo de defender los intereses deportivos y económicos de mi club, y bajo el arbitraje del Dr. Muñoz Calero, presidente de la Federación Española, se dirigió una súplica conjunta al Delegado Nacional de Deportes, en solicitud de excepción para dicho jugador, ya que los trámites reglamentarios se habían cumplimentado con anterioridad. No obstante, era necesario que ambos clubes se pusieran de acuerdo, y tras arduo empeño mío en superar todas las dificultades, en un caso que más que difícil me pareció especialísimo, sintiendo él pesar de presumir que no satisfaría la decisión, acepté el laudo y firmé el pacto, que establecía una igualdad económica y un contrato alternativo entre los dos clubes, con la salvedad de que, de mutuo acuerdo, podría ceder un club al otro, definitivamente, al jugador.
Inmediatamente después de dar cuenta al Comité Directivo de mi club de este acuerdo, y sabiendo que el criterio de muchos socios hubiera preferido que se realizara de otra forma, se confirmó mi creencia de que cualquiera de ellos, con más acierto, podría cumplir la misión mejor que yo, y exclusivamente por mi propia voluntad, presenté mi dimisión irrevocable."

Prácticamente aquí concluyó el caso. Di Stéfano fichó por el Real Madrid y lo condujo por la senda del triunfo durante ocho temporadas. Vistiendo de "blanco" jugó 510 partidos y marcó 428 goles, 49 de ellos en la Copa de Europa, que conquistó en cinco ocasiones.
Di Stéfano hizo fama y dinero. Pese a su arrogancia, jamás olvidó lo que debía al fútbol. En el jardín de la lujosa residencia que se construyó en Madrid tenía un pequeño monolito con una pelota de fútbol encima y esta inscripción: "Gracias, vieja".
El estilo de Di Stéfano requería una forma física espléndida. Nunca soslayó los entrenamientos y la práctica constante. Fue un "zar del fútbol", pero un "zar" inimitable. Imponía su ley y nadie le discutía. "Ases" extraordinarios como Kopa, Didí o Simonsson fracasaron en el Madrid porque a Di Stéfano no le gustaba su manera de actuar. Se asegura incluso que afirmó de Didí que éste "era demasiado viejo y no valía para sucederle". Pero orgullo aparte, Di Stéfano era un excepcional director de juego, un todo-terreno que defendía y atacaba inagotablemente durante los 90 minutos.
El Barcelona, que había dispuesto de todos los derechos sobre él, flaqueó a la hora de adquirirlo. Un poco porque entonces el prestigio del jugador no era el que luego fue, y un mucho por el peso de unas circunstancias adecuadamente manejadas por el club rival.
Cuando en un partido amistoso inolvidable, que se jugó en el estadio del Barcelona, Kubala y Di Stéfano actuaron conjuntamente bajo la camiseta azulgrana, se vio el fútbol más rutilante de muchos años. Tal vez será difícil repetir algo semejante.

3 comentarios:

Garrincha dijo...

Cuando Di Stéfano llegó a España (1953), Muñoz Calero hacía tres años que había dejado de ser presidente de la Federación. Lo sustituyó en el cargo Manuel Valdés Larrañaga (otro rojiblanco). En el momento del litigio entre el Real Madrid y el Barcelona, el presidente ya era Sancho Dávila.

Desde Barcelona, aún hoy en día, se empeñan en afirmar que aquello fue una maniobra del franquismo (que tanto echan de menos pues fueron descaradamente favorecidos en decenas de cosas pero venden justo lo contrario), de la Delegación Nacional de Deportes y de la Federación Española de Fútbol para perjudicar al Barcelona. Es cierto que quien al final dedició sobre la situación de Di Stéfano fue Muñoz Calero, pero no en condición de presidente de la Federación, como torpemente se dice en Barcelona, sino como árbitro designado por la FIFA para solucionar el ligitio.

Muñoz Calero, rojiblanco de toda la vida, tenía mala conciencia por la forma en que había obrado en el "Caso Kubala" y seguramente por ello tomó la decisión salomónica de que Di Stéfano jugara una temporada en el Real Madrid y otra, en el Barcelona. Con el rechazo culé, la Saeta jugó en el R.Madrid sin prebendas.

Un saludo

Anónimo dijo...

Hola, este articulo lo sacaste del libro "Anecdotario Deportivo"de Salvat, no? justo estaba por hacerlo y lo encontre en tu pagina, y tengo el libro con la foto tambien, muy buen articulo

Totonet dijo...

Si, de ahí lo tomé. Es un libro de mediados de la década del 70' pero muy lindo de donde he tomado algunas cosas. Acá, con el apuro, olvidé mencionarlo pero sí, está tomado de ahí.
Saludos y gracias por pasar.