Ante los cambios realizados por Blogger, tiempo atrás, y que afectaron la plantilla de este blog hay textos largos que no se mostrarán totalmente. La solución a dicho inconveniente es hacer click en el título del artículo y así se logra que se muestre el resto de la entrada. Muchas gracias y disculpas por la molestia ocasionada.

El periodismo deportivo: ¿una balacera lingüística?


La prensa escrita no ha escapado al flagelo del lenguaje agresivo y violento. Hemos hecho un sucinto análisis de este tipo de lenguaje en el periódico. Hay titulares y frases como éstas: "Mañana Antioquia en la pelea" ¿y quién dijo que íbamos a pelear, cuando lo que realmente era que nos íbamos a reunir con otras personas y a disfrutar de otra cosa?; "Crucial choque futbolero", es que cuando uno se imagina que hay un choque, ya de lo que se está hablando es de damnificados, de agresión y de sangre y de terrorismo.
Cuando se dice esta frase: "El equipo tiene en sus filas a Rubencho". Es que filas es una cuestión marcial. Se imagina que es un soldado y no un futbolista. Hernán Dario Gómez, director técnico de la selección ecuatoriana de fútbol, dio estas declaraciones antes del partido contra Brasil: "Mañana saldremos con todas las baterías al campo de batalla, porque daremos la guerra hasta el final, vamos a quemar los últimos cartuchos". ¿Cuál es la diferencia de esto con una quema de una población? ¿Cuál es la diferencia de esta expresión lingüística con una masacre en un poblado? La gente se prepara para un partido, como los televidentes, cuando la guerra del golfo Pérsico, que la pasaban por televisión: era otro programa más de suspenso.
Solamente analicemos los sobrenombres de algunos deportistas y eso le da la idea a uno de por dónde estamos caminando: "El Bombardero" de Barranquilla; ¿Pero qué tiene que ver una persona con mucha potencia en sus piernas con una maquinaria bélica?; "El misil" Restrepo; ¿Qué puede sentir una persona con ese nombre?; "El matador" Salas o "El Panzer" Carvajal; como si esto fuera un escuadrón o una unidad alemana que está en conflicto bélico con otras personas. Otro apelativos como "El artillero del equipo", "El Búnker" de la selección, "El estratega de la escuadra", son otros claros ejemplos de lenguaje bélico del balompié.
Observemos el boxeo. Sólo con decir: "mañana será la pelea" ya se indica que no es un deporte. No es la agilidad de la persona que tiene una filigrana corporal para hacer un deporte, sino que es un combate: "mañana va a haber un combate", exactamente como pasa en las montañas de Colombia. Que el boxeador bajó la guardia o Asalto como las secciones, los segmentos en que se divide un encuentro de boxeo, ¿un asalto?, uno se imagina un atraco.
Además, y en ese mismo orden de ideas, cuando el "pecoso" Castro dirigía al Cali, era un técnico mañoso y tramposo, pero cuando vino al Medellín, era un gran estratega.
Calero era un payaso en el Cali, pero era el "show-man" Calero en el Nacional.
Recodamos que Antony de Melo, a través de uno de sus personajes, manifestaba que si alguien de otro partido llegaba al nuestro, era un converso. Y que si alguien se retiraba de nuestro bando, era un traidor.
Todo depende del cristal con que se mire.
El deporte es confrontación, competencia individual o colectiva. El deporte es un sustituto, es sucedáneo de la guerra.
Los términos que se escuchan en la transmisión radial futbolera obedecen más a los de una batalla: dispara, ataca, patea, defiende, pega fuerte, agrede, enemigo, cuchillada, etc. En síntesis, es un lenguaje guerrero, se habla de falta y de castigo.
Uno no puede decir: El jugador levanta la pierna y con su guayo toca el balón tan fuerte que llega al rincón donde el arquero no puede llegar, lo único que uno puede decir es dispara. El deporte como sucedáneo de la guerra contiene un lenguaje guerrero, una actitud guerrera que predispone a los contendores a eliminar al contrario sin consideración alguna, pues se trata de vencer al oponente a como de lugar.
Los juegos olímpicos nacen en la Grecia antigua. Los pueblos que mantenían disputas, que se iban a la guerra según la necesidad, se idearon una forma de pelear sin arriesgar muchos muertos, eligiendo a un representante por bando para que se enfrentaran en una lucha. El pueblo victorioso era el del gladiador ganador. La lucha de David y Goliath.
Con el tiempo, se fueron ideando diversas competencias en las que se podía demostrar la destreza, el poder, la inteligencia, la fuerza, fue así como fueron naciendo los juegos olímpicos. Se realizaban para unir los pueblos, para zanjar las disputas internas, para dar término a todas las dificultades que obstaculizaban la terminación de un acuerdo.
En un mundo convulsionado, en que los odios étnicos, culturales y religiosos están al orden del día, el deporte como expresión de identidad, se convierte en instrumento político que esgrimido y manipulado por los gobiernos, exacerba los ánimos y fomenta un malentendido patriotismo que decanta en chauvinismo y xenofobia patentizado en las barras bravas y los grupos neonazis o cabezasrapadas.
La globalización ha hecho que la gente responda a esta invasión neoliberal con tradiciones de la cultura local. En los Estados Unidos, en los últimos quince años no se ha creado un solo puesto de empleo. La crisis es mundial.
Los hinchas manipulados por agitadores anarquistas son capaces de matar diluyendo la culpa pues lo hacen en grupos considerables, luego nadie es culpable. Los medios tienen gran incidencia en este comportamiento. Las arengas son en contra del oponente.
El deporte, concebido al principio como reemplazo de la guerra, tiene que ser constructor de paz y no de violencia. Y para hablar de paz, necesitamos de una zona de despeje lingüístico, en donde tuviéramos tener, por lo menos, acantonadas a las personas que están haciendo ese daño.
Pero... ¿Quiénes son los "culpables" de esta balacera lingüística?
Federico Medina Cano, semiologo y profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Bolivariana, indica que en la transmisión deportiva se articulan dos tipos de discursos: la narración y el comentario. No son independientes, los dos se integran aunque cada uno de ellos cumple una función diferente.
En la narración el sujeto de la enunciación en la transmisión deportiva asume frente a los sucesos a los que debe referirse una actitud narrativa. Lo que ocurre en el terreno de juego lo acomoda el narrador a la s reglas, a los códigos, a los modelos de narración conocidos, la acción se estructura según un orden temporal. Sigue la acción paso a paso y construye, en su discurso, la secuencia lineal de los sucesos, con sus actos grandes o pequeños. Su actividad está determinada por la unidireccionalidad del tiempo.
Cuando el periodista elige la estructura narrativa le impone a los hechos un determinado formato. Toda narración es una instancia cultural que se sobrepone a la realidad con el fin de hacerla comprensible y legible. El narrador es un fabulador que en su trabajo selecciona, omite arbitrariamente parte de los acontecimientos y recompone lo ocurrido.
El comentario es un tipo de discurso diferente a la narración y obedece a lógicas distintas. Es mucho más libre e imprevisible. Como un juicio sobre la acción es más abierto en su formal. Es un discurso interpretativo y valorativo que acompaña la narración. No está determinado por el tiempo ni busca la secuencia temporal. Es atemporal. El comentarista interviene sólo cuando la acción lo requiere; analiza, recapitula, evalúa, pronostica, hace conexiones con otros partidos, busca antecedentes y consecuentes de lo que ocurre en la cancha.
El narrador acompaña la acción casi inmediatamente se produce; el comentarista hace un corte en la acción y con la información que posee desentraña el sentido último de una jugada y su trascendencia para el equipo.
Los locutores (narrador y comentarista) se caracterizan por su tono ponderativo y ennoblecedor. La narración la llenan de dramatismo y la cubren de emociones, la embellecen y la presentan del modo más sugestivo y minucioso con su lenguaje pintoresco, su fluidez verbal, su embriaguez lírica, magnifican lo ocurrido, dan testimonio de lo grandiosos de las acciones, del camino arduo hacia el gol.
En el discurso de los locutores deportivos, las alusiones, comparaciones y metáforas con todas las manifestaciones de la vida cotidiana son constantes. Es un verdadero discurso fáctico en el que la verborrea y toda la retórica literaria son utilizadas para mantener la comunicación.
Nosotros somos el lenguaje. El lenguaje es energía. El lenguaje nos constituye en los seres que somos. De ahí esa zona de despeje que proponemos. ¿Será posible?

(artículo de Roosevelt Castro Bohórquez, Comunicador social, Periodista e Historiador de la Universidad de Antioquia, Colombia)

3 comentarios:

JUANPA dijo...

HOLA SOY JUANPA AUTOR DEL BLOG "HOMBRES DE HONOR" AQUÍ TIENES MI LINK

http://hombresdehonor-juanpa.blogspot.com/

PUES AL RESPECTO DE TU ENTRADA QUIERO DECIR QUE EL PERIODISMO DEPORTIVO POR DESGRACIA SE ACERCA MUY A MENUDO AL PERIODISMO DEL CORAZÓN Y ENTONCES ES CUANDO EL DEPORTE PIERDE SU AUTENTICO VALOR.

UN SALUDO!!!!!!!

ROOSEVELT CASTRO BOHORQUEZ dijo...

Muchas gracias compañeros del blog "los cuentos de la pelota". Les escribo desde Colombia. Yo soy el autor de la minireflexión acerca del periodismo deportivo:¿una balacera lingüística?. Les agradezco sus créditos y su ubicación en su bien estructurado blog. Cualquier inquietud me pueden contactar en el blog www.historiasalaredonda.blogspot.com ó en el correo historiasalaredonda@gmail.com

Totonet dijo...

Estimado Roosevelt: ante todo muchas gracias por la visita y las elogiosas palabras.
Saqué tu artículo de una página, no la recuerdo ahora, de donde jamás me contestaron el mail que les envié solicitando autorización para la publicación del texto.
Traté de privilegiar y difundir un texto por demás interesante, así que si cabe, te pido las disculpas del caso y desde ya te agrego a mis sitios amigos por tu buena onda.
Un abrazo cordial
Totonet