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Todos somos de River (Alejandro Dolina - Argentina)


Hace algunos meses, una revista organizo una encuesta entre sus lectores para averiguar cuál de los dos grandes de nuestro fútbol contaba con el mayor número de hinchas. Contrariamente a lo que se suponía, los resultados favorecieron a River. Desde luego, todos sabemos que no conviene dejarse matar por sostener los datos surgidos de las encuestas periodísticas. Pero el episodio me lleno de inquietud. Porque -para decirlo de una vez- sospecho que esto es cierto. Creo que River tiene más hinchas que Boca. No piensen ustedes que este obtuso columnista se ha dejado tentar por ciertas evidencias que parecen caerse de maduras. No ha pensado ni por un momento en los triunfos deportivos de River, ni en la presencia en ese plantel de varios campeones del mundo, ni en las recaudaciones, ni en la melancólica campaña boquense. Antes de aceptar este amargo convencimiento he recorrido un oscuro camino, sembrado de presagios, revelaciones súbitas y misteriosas intuiciones. Ahora van a ver.

¿QUÉ ES BOCA?

Boca Juniors, queridos señores, simboliza lo nacional, lo popular. Es el cuadro preferido por las gentes sencillas y temerosas de Dios. Boca es sentimiento y pasión. La adhesión de sus seguidores no se sostiene en razonamientos. Boca no se discute. La línea tradicional del juego boquense es coherente con su esencia. Garra antes que técnica. Tesón y temperamento antes que sutileza. Boca es también tradición y espíritu conservador. Es tango y valsecito criollo. Es la admiración por el coraje y el desdén por el cálculo. Ser de Boca requiere temple, los hinchas de los otros cuadros odian a los boquenses y los desprecian. Cada derrota es festejada por el resto de la afición deportiva. Pero en el triunfo, no hay festejo más alegre y sincero. Ni más compadrón. Así es Boca, para bien y para mal.

RIVER PLATE, TU GRATO NOMBRE

Es el que tiene el mejor estadio. Es el millonario. Los sectores de la clase media con ansias de crecimiento son -sin duda- riverplatenses. Es que River simboliza todo lo que el mundo actual propone a nuestra admiración. River es progreso, poder, riqueza y técnica. Su juego -siempre opuesto al de Boca- se ha hecho célebre por su pulcritud y delicadeza. Ortiz antes que Boyé. Alfredo Pérez antes que Simeone.

EL DÍA Y LA NOCHE

Estos menesterosos retratos de las dos divisas, nos permiten vislumbrar que el mutuo resentimiento no es un hecho casual. Existe un espíritu boquense y un espíritu riverplatense. Ambos son, inclusive, anteriores a la existencia de Boca y River. Boca es el alma romántica. River el clasicismo. Boca es fe y corazón. River es ciencia y cerebro. Cualquier historiador sensible podría reconocer, sin consultar documento alguno, las preferencias deportivas de los personajes de cualquier siglo. Alejandro de Macedonia fue -sin duda- boquense perdido. Aristóteles, su mentor, era de River. Ricardo Corazón de León llevaba la auriazul debajo de la coraza. Felipe II, como todos los Austrias, era de Boca. Los Borbones, en cambio eran fervientes seguidores de la banda. Los reyes católicos eran fanáticos de Boca, mientras que Colón -paradoja viviente- era un xeneize gallina. En términos generales puede asegurarse que toda la Edad Media fue de Boca y el Renacimiento, de River. En nuestro país, bien puede decirse que los federales fueron de Boca y los unitarios de River. En el caso de los orientales, la cosa es más complicada. Seguramente Artigas fue de Peñarol. Y aquí cabe una reflexión: El espíritu boquense esta simbolizado en el Uruguay por Peñarol. Nacional es River. Sin embargo al cambiar de orilla, los boquenses cinchan por Nacional y los millonarios por Peñarol. Nadie ha sabido explicarme este disparate. Hay aun otra objeción interesante. ¿Qué papel han jugado en la historia los hinchas de Racing, San Lorenzo o Platense? Es difícil saberlo. En primer lugar muchos pensadores niegan la existencia cierta de hinchas de Lanús o All Boys. Se trataría de hinchadas ideales, meras abstracciones de los relatores deportivos que suelen suponer que la hinchada es una consecuencia necesaria de la existencia de un equipo. Pero, no cabe negar a los hinchas de Independiente o de los ya mentados Racing y San Lorenzo. ¿Qué hacer con ellos en esta construcción que trabajosamente estamos levantando? Probablemente los moderados, tibios y conciliadores hayan pertenecido a esas legiones. Pero volvamos al punto central de nuestra monografía.

RIVER: LA MITAD MAS UNO

Ya han quedado sugeridas las características principales de dos cosmologías diferentes. La boquense y la riverplatense. Se trata de visiones de la vida diametralmente opuestas. Ahora bien, ¿Cuáles son en este punto de nuestra civilización los criterios que prevalecen? Sin ninguna duda, la admiración por la ciencia, la fe en el progreso, el respeto por el poder y el dinero. Y por otro lado el desprecio por la pasión, la decadencia de la fe y la represión de los sentimientos. Es decir que nuestro siglo es de River. Pero, localicemos aun más la cuestión. ¿Qué ocurre en nuestro país y en nuestros días? Los criollos se están volviendo cada vez más riverplatenses. Y si alguien sostiene que el sentimiento boquense es mayoritario, déjeme que le diga que entre nosotros, los mayoritarios somos minoría. Los argentinos huyen de la mayoría como de la peste. Si alguien quiere ponderar las ventajas de un producto, jamás dirá que lo usa todo el mundo. Más bien afirmará que solamente para unos pocos. Si hablamos con algún amigo acerca de los lugares ideales para vivir o ir de vacaciones, enseguida oiremos que este señor prefiere los lugares donde no hay nadie. Ante esta constante preferencia, resulta totalmente inexplicable el hecho de que los lugares donde no hay nadie aparezcan generalmente desiertos. Bien, para finalizar este razonamiento -o lo que fuere- digamos que casi todo el mundo quiere pertenecer a un grupo reducido. Lo cual provoca el continuo crecimiento de tales grupos reducidos y la mengua de los grupos numerosos. Así llegamos a que las grandes masas (hinchas de Boca, tangueros, reos y muchachos de barrio) van reduciéndose hasta convertirse en elites. Y las elites (hinchas de River, intelectuales, lechuguinos y pudientes) se convierten en muchedumbres. Por eso creo que River tiene más hinchas que Boca. Y eso se irá acentuando cada vez más. Las nuevas generaciones van incorporándose al pensamiento preponderante. Tal vez llegue el día en que en algún reducido cenáculo se reúnan los últimos hinchas de Boca para hablar de asuntos tan herméticos como las carreras de caballos, Gardel o la televisión. Afuera en las calles, en las pizzerías y en las canchas, las multitudes riverplatenses discutirán a Sartre y refutaran a Spinoza.
Ustedes ya saben dónde me podrán encontrar.
Buenas tardes.


(Extraído de la revista argentina "Humor", Número 39)

2 comentarios:

hectorpins dijo...

Brillante Maestro!
Para disfrutar y aprender

Héctor Pérez Della Valle dijo...

Que talento señor!
Yo -modestamente- estaré de su lado maestro (aunque quedemos poquitos)