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El maldito segundo de Heysel

Un miserable segundo separó al Atlético de Madrid de proclamarse campeón de Europa. Fue el 15 de Mayo de 1974 en el estadio "Heysel" de Bruselas. Enfrente tenía un buen equipo, pero asequible al conjunto rojiblanco: el Bayern de Munich de los Beckenbauer, Breitner, Hoeness y Müller.
El Atlético formó con Reina; Heredia, Eusebio, Capón; Adelardo, Luis, Irureta; Ufarte (Becerra), Gárate y Salcedo (Alberto). Al equipo de esta campaña se le conocía cariñosamente como el Atlético Buenos Aires. Y es que además del técnico Juan Carlos Lorenzo, había muchos jugadores argentinos: Rubén "Ratón" Ayala, Ramón "Cacho" Heredia, El "Panadero" Díaz, Benegas e Iselín Santos Ovejero.
Los rojiblancos habían controlado el centro del campo con su mayor calidad técnica y llevado las riendas del encuentro durante la mayor parte del tiempo. Los delanteros fueron sometidos a férreos marcajes (Heredia sobre el "Torpedo" Gerd Müller y Schwarzenbeck sobre Gárate) y el marcador no se movió.
En la prórroga siguió la misma tónica del partido. Pero a falta de seis minutos el colegiado belga Leraux señaló una falta en el borde al área alemana. Luis Aragonés, el "Sabio de Hortaleza", catedrático en el lanzamiento de golpes francos, lo vio muy claro. Golpeó el balón por encima del muro alemán y antes de que entrara ya estaba festejando el tanto. El portero Maier se quedó de piedra.
El partido parecía decidido en favor de los rojiblancos. Pero, cuando el colegiado ya miraba su cronómetro, un zapatazo desde 35 metros de Schwarzenbeck se coló entre una nube de piernas y llegó hasta la red atlética. Era el empate definitivo. No dio tiempo ni a sacar de centro. La fortuna le había dado la espala a los rojiblancos. En el fútbol, como juego que es, además de poner todos los medios a tu alcance para conseguir la victoria, hay que contar con la suerte. Y en lo referente a la diosa fortuna el Atlético siempre ha sido subcampeón. Los dados nunca le han sido favorables y aquella noche mucho menos.
Dos días después se jugó el partido de desempate. Pero el jarro de agua fría dejó congelada la moral atlética y los rojiblancos sucumbieron por 4-0 ante los muniqueses. La final ya se había perdido 48 horas antes. Cierto es que el partido no acaba hasta que el árbitro no pita el final..., pero no hay duda de que el campeón de Europa moral de 1974 vestía a rayas rojas y blancas, aunque la Copa "volara" de las vitrinas atlétlcas por un maldito y fatídico último segundo.


(extraido del libro "Los grandes clubes del fútbol mundial", pág. 127)

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