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Para la Copa del Mundo de 1970 organizada por México, se dieron algunas circunstancias especiales que vale la pena recordar.
En principio, aparecieron las tarjetas, de cartón o plástico, de color amarillo y rojo (para amonestación y expulsión, respectivamente), para que no existiesen dudas respecto a las determinaciones del árbitro, habida cuenta de lo sucedido en el Mundial anterior, en Inglaterra, con la expulsión de Antonio Rattin.
Sin lugar a dudas, Rattin fue echado inexplicablemente por las dificultades para hacerse entender con el controvertido árbitro alemán Kreitlen.
En segundo lugar, en ese Mundial se autorizó el cambio de dos jugadores por equipo.
Por otra parte, hasta ese momento las delegaciones llevaban cocineros, médicos y psicólogos. Pero en México, la de Suecia estuvo integrada por un cocinero real, Peter Olander, quien fue incorporado a último momento.
Era el cocinero de la Casa Real sueca, el cocinero de Su Majestad, Gustavo Adolfo. El menú de los jugadores, estaba compuesto por los más exquisitos manjares.
Y finalmente, de manera insólita, el príncipe afgano, Faruk Saraj, fue como árbitro de su país. De todas formas, no utilizó el silbato al no ser designado para dirigir ningún partido. México y su Mundial lleno de connotaciones inolvidables.

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