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En la clasificación para el Mundial de Fútbol de 1954, que organizaba Suiza, ocurrió un hecho inusual (no repetido), cuando en uno de los grupos europeos, España quedó eliminada mediante un sorteo.
El tema fue que el seleccionado español (en la imagen), dirigido por Luis Iribarren Cavanilles, debía lograr su clasificación enfrentando al representativo de Turquía. Había tranquilidad entre los españoles, porque el fútbol turco de entonces, carecía del nivel que mantiene en la actualidad.
El primer partido se disputó en Madrid. Fue el 6 de Enero de 1954 y allí el local le ganó a Turquía por 4 a 1. Parecía ‘pan comido’.
La revancha se realizó en Estambul y allí la sorpresa. Fue el 14 de Marzo de ese año, donde los turcos lograron vencer por 1 a 0, con mucho amor propio y un público que alentaba a sus jugadores a luchar hasta el último minuto.
Lo cierto es que como en aquellos tiempos no existía el "gol de diferencia", se disputó un tercer partido, jugado el 17 de Marzo en Roma, donde hubo un empate: 2 a 2. Y no estaban contemplados en el reglamento los penales que definieran la situación. Ya las cosas no aparecían tan sencillas para España.
Fue allí cuando las autoridades de FIFA determinaron que la clasificación quedara determinada por sorteo. Para ello se colocaron dos bolillas en una hielera de acero donde un niño, con los ojos vendados, sacó una de ellas, la que determinó que España quedara afuera del Mundial de Suiza. Puro azar. A partir de esa situación, el sorteo nunca más definió una clasificación mundialista.

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