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Alianza Lima había perdido al multicampeón Palhinha por cuestiones económicas y personales y pretendía a otro futbolista brasileño para cubrir el puesto de armador en el equipo que ya dirigía Franco Navarro, en 2002.
La búsqueda fue intensa y larga; cientos de currículos habían llegado a la mesa de la Comisión de Fútbol de ese club, que presidía Peter Ramsey Gálvez.
La contratación del nuevo '10' blanquiazul había generado una expectativa enorme en la afición, al punto que los directivos argumentaron que la demora se debía a que tenía que ser un futbolista A1, o sea del nivel del ex Sao Paulo, Cruzeiro y Sporting Cristal.
Finalmente, Ramsey, entre cientos de flashes y hombres de prensa una noche en Matute, anunció que William César de Oliveira (foto), ex seleccionado juvenil de Brasil, había sido elegido para ser el nuevo conductor íntimo.
Ramsey explicó, entre otras cosas, que el futbolista tenía una hoja de vida envidiable por haber jugado en América de Cali, Vasco Da Gama, Fluminense, Flamengo, Guaraní, Marítimo de Portugal, América de Río de Janeiro, entre otros equipos, además de haber sido premiado -quizá lo más importante de su trayectoria- como el mejor jugador del Mundial Juvenil que se disputó en China, en ¡¡1984!!, cuando el zurdo tenía 16 años y jugaba al lado de Neto, Bismarck, Iván Rocha, André Cruz, Marques y Gilson.
William se hizo acreedor, entonces, del Balón de Oro por su actuación descollante en la cita en Asia y por los cinco goles que marcó, aunque su selección quedó tercera, detrás de Nigeria y de la República Federal de Alemania.
El brasileño, finalmente, se puso la blanquiazul, ya con 34 años encima, pero nunca dio fuego. Caminaba en la cancha, daba pases con las justas con su ¿prodigiosa? zurda y apenas hizo un gol.
Los años, pues, no habían pasado en vano. Estaba condenado al retiro definitivo, aunque aquí le hicieron un gran favor. Lo cierto es que Ramsey y compañía ya no creen en los futbolistas que fueron estrellas en sus inicios. No vaya a ser que hoy se ensarten con otro jugador.

(anécdota tomada del blog "Goal peruano")

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