Ante los cambios realizados por Blogger, tiempo atrás, y que afectaron la plantilla de este blog hay textos largos que no se mostrarán totalmente. La solución a dicho inconveniente es hacer click en el título del artículo y así se logra que se muestre el resto de la entrada. Muchas gracias y disculpas por la molestia ocasionada.


Ningún futbolista consagrado denunció como él a los amos del negocio. En la estructura profesional, fuente de prestigio político y tremendos negocios, los jugadores son los monos del circo. Pero él fue el más popular de todos los tiempos y supo romper lanzas en defensas de los que no eran famosos ni populares. Un ídolo generoso y solidario. También está todo lo demás. La gente lo adora por los dos goles. Por el más hermoso de la historia de los mundiales y por el tramposo, el de la mano. A veces es más digno de admiración el gol del ladrón que el del artista. Quizás ahí está la fuente de la veneración universal: no siempre la gente se reconoce en los Dioses intactos, purísimos. Él es un Dios sucio, pecador, el más humano de los Dioses. Es su tragedia: los Dioses no se jubilan por más humanos que sean. No regresan a la anónima multitud de dónde vienen. Están obligados a ser el muerto de cada velorio, el marido de cada boda. Es difícil dejar de creerse Maradona. Por eso, la droga más devastadora no fue la cocaína sino la exitoína, que los análisis de orina o sangre no detectan.

(EDUARDO GALEANO, escritor uruguayo, -2007-)

No hay comentarios: