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En los medios de comunicación hay trucos de toda índole, inofensivos, pero que corresponden a la búsqueda de un ámbito más parecido al auténtico en caso de transmisiones deportivas principalmente.
Es común que durante los partidos de fútbol que dan en la tele, se magnifique el bullicio del público con sonido envasado. Lo mismo pasa en radio.
Durante el Mundial de 1990 yo realizaba narraciones en Radio Agricultura, independientemente de mi condición entonces de editor de Prensa de Radio Minería. Para ese torneo Mundial de fútbol no estuvimos en Europa, sino que lo relatábamos desde nuestros estudios, situados en la zona céntrica de Santiago. No decíamos que estábamos en directo pero queríamos impregnar a los auditores del ambiente que se vivía en la cancha, por más que nuestra fuente de información era el cotejo que aparecía por la televisión. De modo que solo observando la pantalla chica sin su sonido, realizábamos nuestro trabajo. No era primera vez ni sería la última en que las cosas se estilaban de esa manera en las transmisiones radiales en general. Todo salía bien. Uno de los técnicos contaba con una serie de sonidos originados en los estadios chilenos durante los partidos de alta convocatoria. Entonces, ese especialista en sonidos mantenía al aire un murmullo constante que se acentuaba al atacar alguno de los equipos y que, claro, se agudizaba al máximo en caso de gol.
Pero en el partido por el tercer lugar en ese certamen, entre Italia e Inglaterra, la ilusión que generaba el sistema quedó en entredicho. Sucede que en medio de la intensidad de aquel encuentro, el público alentaba a los suyos con algunos chilenismos inexplicables. Una de las barras cantaba "Se callaron los huevones... se callaron los huevones...".
Imaginen a los hinchas itálicos y británicos refiriéndose a la barra adversaria en esos términos, en idioma castellano, y más todavía, utilizando una cantinela hasta hoy usual en Chile sobretodo en los clásicos de la "U" y Colo Colo. Por cierto, que el sonido envasado correspondía a uno de esos partidos del campeonato chileno, pero los auditores de Agricultura esa tarde deben haber quedado desconcertados cada vez que le decíamos que tomaba la pelota un astro italiano o inglés y la gente supuestamente se levantaba de sus asientos para gritar a voz en cuello que se callaron los huevones.

(artículo de Esteban Lob en el sitio "Clan de Fútbol")

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