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El técnico del seleccionado de Italia en la Copa del Mundo de 1934, Victorio Pozzo, tuvo el gran disgusto debido a que su half derecho, el incisivo marcador Pizziolo, se lesionara gravemente en el primer partido del certamen, frente a España. Fue hospitalizado, y no pudo seguir jugando el resto del torneo.
El suplente de Pizziolo era Attilio Ferraris (foto), muchacho que tenía un gran defecto: fumaba 40 cigarrillos diarios. El entrenador, entonces, no quería ponerlo como titular porque pensaba que no tendría resto físico para aguantar los 90 minutos de juego (por entonces no había cambios durante los cotejos), debido al castigo, de tanto "faso", que recibían sus pulmones.
Ferraris, que en su país pertenecía a la Roma, le suplicó a Pozzo que le tuviera confianza, que no lo iba a defraudar y que estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio por entrar a la cancha para defender la camiseta azzurra. Victorio Pozzo dudó pero, como no tenía demasiadas alternativas, no tenía buenos suplentes, excepto Ferraris, arribó a un insólito acuerdo con el futbolista. "Tienes que dejar de fumar hoy mismo", le ordenó. Y Ferraris le respondió: "Mire, maestro, no puedo dejar el cigarrillo de un día para otro, pero si me hace jugar, le prometo que fumaré la mitad de lo que estoy fumando".
El técnico accedió y Ferraris integró la selección italiana el resto del torneo. Todo a cambio de... ¡fumar solo la mitad de lo que acostumbraba!
Y así Ferraris, fumando entre 15 y 20 cigarrillos cada 24 horas, fue Campeón del Mundo.

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