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El 22 de Enero de 1939, en Río de Janeiro, la selección argentina enfrentó a Brasil en un partido válido por la Copa Roca. Una semana antes, en el primer cotejo, el triunfo de los argentinos había sido contundente ganando por 5 a 1. En el desquite había cierto clima de violencia.
El marcador tuvo alternativas cambiantes. Comenzó ganando Brasil con un gol de Leônidas da Silva, pero dos tantos sucesivos de Bruno Rodolfi y Enrique García dieron ventaja parcial a los visitantes. Empató Brasil, ya en el segundo tiempo, con un gol de Adílson y faltando cuatro minutos para el final del encuentro el árbitro brasileño Oliveira Monteiro sancionó un penalti para los locales que los argentinos protestaron por considerar inexistente.
Fue entonces que tomaron la determinación de abandonar la cancha, mientras el jugador Peracio con el arco desguarnecido ejecutaba el penal y convertía. El partido lo ganó Brasil por 3 a 2 pero los jugadores argentinos no estaban dentro del campo de juego cuando el último tanto fue convertido, en un hecho verdaderamente insólito. Puesta la pelota en el medio del campo, y luego de reanudado el partido, el árbitro dio por finalizado el encuentro.
Argentina regresó días más tarde a Buenos Aires... con la Copa Roca que no quisieron entregar porque consideraron que no correspondía dársela a los brasileños...

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