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Corrían tiempos de Copa Libertadores de América, eran tiempos de gloria para el fútbol argentino, le habíamos ganado merecidamente con Argentinos a dos grandes del fútbol brasilero, al Fluminense y al Vasco da Gama.
Nos hospedábamos en el Sheraton de Río, la costumbre en esos hoteles de gran categoría es colgar en el picaporte de la puerta de la habitación, una cartulina impresa con todo lo disponible en cuanto a las principales comidas, para que el pasajero antes de acostarse tilde en dicha cartulina la hora que quiere despertarse con el desayuno o si quiere ordenar que la cena le sea servida en su cuarto o la merienda, etc. etc. todo el servicio está a la orden del pasajero.
Recuerdo la madrugada antes del último entrenamiento en Brasil, que junto a Emilio Commisso y el “Negro” Juan José López nos dirigíamos a nuestros aposentos cuando al pasar por la puerta de la habitación asignada al “Profe” Carberol y al “Piojo” Yudica (foto), nuestro cuerpo técnico en ese momento, nos miramos y la idea fue simultánea, tomamos la cartulina que colgaba del picaporte, nos fuimos al final del pasillo y consensuadamente llenamos la orden a nuestro criterio:

Hora que desea despertarse: 5 AM
Bebida sugerida: Champagne bien helado con dos copas
Primer plato: Champiñones gratinados y ostras frescas
Segundo plato: Pavo caliente con aderezos afrodisíacos
Postre: Sorbete de fresa fresca y ron

Luego del hecho consumado y siendo las 12 y 30 hs. nos retiramos a dormir.
Grande fue nuestra sorpresa a la mañana entrante, en el lugar donde habitualmente desayunábamos reinaba una llamativa calma, más aún conociendo el carácter de Yudica, nada pasaba y nada pasó hasta abordar el micro que nos llevaría al campo de entrenamiento, todo el plantel estaba sentado en sus respectivos asientos, solo faltaba el cuerpo técnico, cuando estos aparecieron en escena y subieron al micro el silencio era abrumador, subió Yudica y se sentó con su habitual cara de culo. El Profe por el contrario pidió que lo escucharan y en voz alta dijo: felicito a los autores intelectuales y materiales que ordenaron semejante servicio a nuestra habitación, se sentó y no habló una palabra más, nosotros a pesar de nuestras risas contenidas estábamos recalientes porque no era el resultado que esperábamos.
Larga fue nuestra espera para enterarnos de la reacción del cuerpo técnico, esto ocurrió en el vuelo de regreso, cuando asumiendo nuestra autoría ante el Profe le pedimos que nos cuente y con mucho gusto nos contó: "nos despertó el incesante golpeteo en la puerta, miramos el reloj y nos preocupamos por la hora, eran las 5 am, pensamos que habrá pasado para que nos despierten tan temprano, lógicamente el encargado de abrir la puerta fui yo, me encontré con un negro vestido de rojo con gorro de chef que traía un carrito lleno de cosas y me decía en portugués... cena, cena .. pavo caliente y me mostraba una bandeja de plata donde reposaba el ave, yo le decía que se había equivocado, no me entendía y quería entrar con el carro, le grite que no lo habíamos pedido, no entendía y repetía cena.. cena.. pavo.. pavo; en ese momento intervino Yudica muy caliente y le dijo: pavo, pavo nosotros, tómatelas ante que te cague a trompadas, el hombre de rojo se retiro ofuscado, dejó el carrito y volvió a nuestro cuarto con el jefe de seguridad y las autoridades del hotel, palabra va palabra viene todo término horas después cuando intervino un directivo del club que dijo que igual pagaría la cena cuyo costo era de 350 dólares".
Mucho le costó al Profe convencerlo a Yudica para que no tome represalias con los autores, así fue, nunca hasta el final de su cargo Yudica habló del tema.

(Anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)

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