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El día anterior al decisivo partido entre Italia y Argentina en el Mundial de 1990, Maradona, aprovechando que el cotejo se jugaría en Nápoles, realizó unas declaraciones dirigidas a los sureños: “... me disgusta que ahora les pidan a los napolitanos que sean italianos y que alienten a la selección. Nápoles fue marginada por el resto de Italia. La han condenado al racismo más injusto...el norte los desprecia, no los considera como parte de Italia. ¿Van a alentar a los que los consideran extranjeros en su propio país o me van a apoyar a mí que soy uno de ustedes?...”
Los hinchas napolitanos no hicieron esperar a Maradona con su respuesta, en una de las cabeceras del estadio se podían leer varias banderas que decían: “Maradona: Nápoli te ama pero Italia es nuestra patria” y “Diego en los corazones, Italia en los coros”.
Incluso el jefe de la barra brava del Nápoli (auto proclamada Curva B), Genaro Mutori, alias Palumbella, tuvo que realizar una proclama oficial: “Haremos fuerza para que gane Italia, pero respetando y aplaudiendo a los argentinos”.
Los principales diarios de Italia, los días previos al cotejo titularon: “Ahora, Italia contra Maradona”, “Querido Diego, nos vemos en tu casa”.
Incluso la bandera argentina que había sido izada en la concentración argentina, apareció arrancada e incendiada, luego se supo que dicho acto lo había realizado el propio entrenador de la Selección Argentina, Carlos Salvador Bilardo, para tocar el orgullo de sus dirigidos.
Pero a pesar de la propaganda mediática adversa, los napolitanos aplaudieron el himno argentino de principio a fin.
El propio Diego, lo recordaría años más tarde: "...Yo no había intentado una sublevación de los napolitanos contra el resto de los italianos, cuando jugamos allá, porque yo sí sabía y sentía que los napolitanos eran italianos también... Pero eran los otros italianos, los que no vivían en Nápoles, los que no querían enterarse, los que no querían aceptarlo: solo aquel día, el día del partido, se dieron cuenta de que los napolitanos también pertenecían a Italia y podían ayudar a la selección...
Yo sabía muy bien lo que nos ocurría cuando íbamos a jugar de visitantes, aquellos carteles de "Bienvenidos a Italia", "Lavatevi", "Terroni". ¿Por qué quería esconder aquel racismo?, ¿por qué no lo iba a recordar justo en el momento en los italianos, por interés, querían agregar a Nápoles en su mapa?. Jamás pretendí que hincharan por mí, jamás... Pero me querían, me querían tanto, que la Curva B gritó mi gol de penal contra Italia, lo gritó. Porque argentinos no había tantos y el grito yo lo escuché... El problema es que lo escucharon todos, todos... Y no me lo perdonaron".

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