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El aire de Liverpool parece ser propicio a los actos de nobleza. No en vano, en 1997 fue un jugador emblemático de los Reds el que se puso el traje de caballero.
En un duelo disputado en Highbury Park contra el Arsenal, el árbitro concedió un penal a Robbie Fowler, tras ser arrollado por el guardameta local, David Seaman (foto). Ante la sorpresa general (incluida la de sus compañeros de equipo), el delantero del Liverpool pidió al señor Ashby que se echara atrás en su decisión, asegurando que no había habido falta. Fue en vano: el colegiado se mantuvo inflexible.
Así pues, Fowler tomó carrera para ejecutar el penal y disparó sin gran convicción. El arquero de los Gunners se estiró y rechazó el envío. ¿Fin de la historia y final feliz? Más bien no: el irlandés Jason McAteer siguió la jugada y marcó.
Las estadísticas se quedaron con que el Liverpool se impuso por 1-2, pero la historia recordará para siempre el gesto de Robbie Fowler.
Todo el mundo creyó que el ídolo de los "reds" había pateado el penal de mala manera a propósito, para compensar el error arbitral, de hecho, por esta acción, Fowler fue galardonado con el premio al Fair Play del año. Pero él declaró: “Yo traté de anotar, pero lamentablemente tuve un mal disparo. Soy un goleador, por lo que me gano la vida haciendo goles, yo no tiré a errarlo a propósito”.

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