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No hubo viaje alguno en el que dos compañeros que integraron el plantel de aquel famoso equipo de Argentinos del 85, no fuesen protagonistas de historias muy sabrosas. Me estoy refiriendo a Carmelo Villalba (foto) y a Miguel Ángel Lemme.
Tanto uno como otro tenían en común muchas cosas, profundamente queridos por sus pares sobresalían por su forma de hablar muy grotesca y con notoria falta de conjugación, su ignorancia en muchos temas, su gran corazón, su sentido de solidaridad, su poca cultura y su credibilidad hacia las cosas que uno les podía comentar, todos estos factores permitían que muchas veces fueran víctimas de situaciones divertidísimas.
Recuerdo con total claridad una tarde en los negocios de Nueva York, como se podrán imaginar un argentino con dólares en E.E.U.U. quiere comprarse todo lo que ve, sobretodo artículos de electrónica, lo nuestro no era una excepción, en esa época estaba de moda adquirir teléfonos inalámbricos, Carmelo me pidió asesoramiento sobre el aparato a comprar, teniendo en cuenta el alcance fuera de la base, la cantidad posible de almacenamiento en sus memorias, el contestador automático, su compatibilidad con nuestra red eléctrica, es decir contemple todo lo que un teléfono tenía que tener para su ideal funcionamiento en la Argentina, así fue y Carmelo contento como un niño compró su hermoso aparato, no viendo la hora de llegar a Bs. As. para instalarlo.
Ya de regreso y una vez retomada la actividad normal de entrenamientos, ocurrió lo inesperado por mí; Carmelo entró furioso al vestuario y me increpó de una manera matonesca, situación que llevó a todos mis compañeros a juntarse alrededor nuestro para interiorizarse de lo que pasaba, Carmelo insistía en que yo le había hecho comprar adrede un teléfono que no funcionaba en la Argentina.
Le pregunté que era lo que ocurría y me respondió con total naturalidad y muy seguro de lo que decía que no tenía tono en su aparato, es más, había pasado un papelón enorme frente a toda su familia de Temperley (unos 40) que se habían reunido exprofeso para ver la novedad adquirida en EEUU.
Después de mucho indagar comprobé que el susodicho pensaba que el teléfono debía funcionar en cualquier lugar donde se conectará, lo que el “gran Carmelo” ignoró, por supuesto uno lo descontaba, que era imprescindible tener una línea de teléfono, después de idas y vueltas confesó que él no tenía teléfono en su casa y que con el que había traído se le solucionaría el problema, las carcajadas por su ignorancia no tuvieron fin.

(anécdota extraída de la página web del
ex futbolista argentino José "Pepe" Castro)

2 comentarios:

El Abuelo dijo...

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El Abuelo dijo...

Gracias por agregarme, yo también ya te agregué. Saludos.