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Entre las leyendas del fútbol, siempre se resalta la inolvidable figura del argentino Cesáreo Onzari, quien marcara el primer gol olímpico de la historia, cuando Argentina enfrentó al seleccionado uruguayo, flamante Campeón Olímpico de 1924. Fue en el estadio de Sportivo Barracas.
Hasta ese momento, la reglamentación no daba como válidas las anotaciones directamente de tiros de esquina, pero en la semana previa a este partido se difundió la nueva disposición.
De tal modo, Onzari hizo un gol legitimado por el árbitro, ante los olímpicos de Uruguay, marcando un hito que se lo recuerda en todas las estadísticas.
Lo cierto es que a medida que el profesionalismo dio cuenta de menos distracciones en los esquemas defensivos de los equipos, no son comunes los goles olímpicos. Pero un futbolista argentino, poco mencionado en las historias futboleras, Nicolás Infante, de Ferro Carril Oeste, instaló un récord singular.
Infante convirtió 4 goles olímpicos vistiendo la camiseta verde, entre las décadas del 30 y del 40. Pero para dar mayor valor a sus goles olímpicos, digamos que Infante le convirtió desde las esquinas a arqueros de enorme prestigio, como Bossio, Estrada, Bello y otro menos conocido, Macarrone, guardavallas que actuaba para Atlanta.

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