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En las temporadas de 1960 y 1961, se produjo en el fútbol argentino una invasión de jugadores extranjeros. Algo que, por aquellos tiempos, no resultaba común. Eran las épocas del denominado fútbol espectáculo, mal mirado por muchos, porque Argentina representaba uno de las mejores plazas de exportación.
"¿Cómo vamos a comprar a jugadores colombianos o paraguayos?", decían nuestros dirigentes de manera peyorativa. Pero ese "fútbol espectáculo", promocionado especialmente por los presidentes de Boca, Alberto J. Armando, y de River, Antonio Vespucio Liberti, produjo una verdadera incursión a nuestro fútbol de figuras de renombre, especialmente de Brasil y Uruguay.
De Brasil vinieron Edson, Valentim, Maurinho, Dino Sani, Almir, Orlando (a Boca), Moacir, Roberto, Delem, Salvador, Paulinho, Decio (a River), Lanzoni, Severiano (a Independiente), Aitor Diogo, Evaldo (a Argentinos), Adamastor (Estudiantes), Belizario (San Lorenzo), Machado (Huracán) y Gambassi (Lanús).
De Uruguay se importó a Silveira, Douksas, Rolan, Bernardico, Leiva (Independiente), Domingo Pérez (River), Borges, Mesías (Racing), Sasia, Davoine (Boca), Roque (Atlanta), Monzón (Newell's), Dalmao (Vélez), Roque Fernández, Amaral Silveyra (Estudiantes) y Jesús Castro (Central).
De Perú: Joya y Gómez Sánchez (River), Benítez, Loayza (Boca), Cabral (Independiente), Jara (Atlanta), Gómez y Lozano (Lanús) y de España, uno solo: Pepillo (River).

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