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El VII Sudamericano de fútbol realizado en Montevideo en 1924, tuvo como favorito al seleccionado local, Uruguay, quien acababa de consagrarse campeón olímpico. Su gran rival era la Argentina.
Lógicamente, la final la disputaron Uruguay y Argentina, llevando los primeros la ventaja de un punto, debido a que había ganado todos sus partidos anteriores, mientras que Argentina, en su debut, solo pudo empatar ante Paraguay.
En un libro editado en Uruguay, "Donde se cuentan proezas", escrito por Ricardo Lombardo, se relata una anécdota por demás emotiva.
Dice que esa final resultó muy disputada: "El equipo uruguayo atacó con persistencia; alcanzó mejor brillo y mejores oportunidades para convertir. Pero el marcador permaneció inalterable. El guardameta argentino, Américo Tesorieri (foto), fue el héroe. Lo sacaron en andas. Al confraternizar ambos equipos, tras la brava lucha, los uruguayos Zibechi y Romano lo abrazaron y lo besaron, gesto que el golero destacó emocionado. Con el 0 a 0, Uruguay colocó otra vez su nombre en la base de la Copa América".
"En esa memorable jornada -rememora Lombardo- el equipo celeste no contó con el concurso de Héctor Scarone, el mejor insider del mundo. No fue esta una consideración casera, sino repetida por críticos y jugadores extranjeros. Una genialidad de Scarone, podía resolver la suerte de un partido".
Uruguay, aquel campeón Sudamericano del '24 que consagró al argentino Tesorieri, levantó la Copa, pese a la ausencia de su as de espadas, el talentoso Héctor Scarone, apodado "Rasquetita", debido a su carácter por demás excitable.

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